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Belleza de Arteaga es la única yegua argentina que está clasificada para competir el 4 de noviembre próximo en la versión Distaff de la Breeders’ Cup, el Mundial occidental de las carreras de caballos que este año tendrá su 40ª edición en Estados Unidos. Sin embargo, su viaje sigue pendiente a menos de dos meses de la prueba y quedó involucrada este jueves en medio de un sainete que se generó a partir de una cadena de fallidos con la Dirección General de Aduanas.
Diversos medios periodísticos tuvieron acceso a un doble rechazo a la salida de Belleza de Arteaga, incluso antes de que lo supieran los propios dueños, el equipo de trabajo y el exportador. Para todos, sonó como una bomba el impedimento y enterarse de esa manera de la negativa. La campeona que lleva nueve triunfos seguidos aguarda desde fines de junio la autorización para volar e iniciar la aclimatación y retomar el entrenamiento en suelo norteamericano.
El organismo frenó la exportación porque consideró que se trataba de “una venta por un precio irrisorio”. Según los antecedentes deportivos de la alazana, para quienes tomaron el trámite había “un intento de defraudación” en la declaración del valor del animal. Se menciona que existió un trámite cotizándola en 50.000 dólares y que un mes después se repitió la solicitud con un valor de 120.000 de esa misma moneda.
Si se tratara de una venta, considerando su condición de ganadora en cotejos de Grupo 1, el máximo nivel internacional, la Aduana tiene un registro por el que detecta que está fuera de su lógica impositiva. En tal caso, la salida estaría dentro de la órbita de fiscalización de acuerdo a la Instrucción General N˚5/2023 modificada este año para “un sistema de control más exhaustivo en la exportación de equinos, con el objetivo de detectar maniobras detrás de los valores de exportación”. Pero, en realidad, lo que se está tramitando en esta oportunidad es el recurso de salida temporal y para eso se presentó la documentación respectiva, la carta de invitación de la sede de la carrera y la póliza de seguro. El procedimiento cayó en el sector del organismo equivocado en el momento menos deseado.
Lo que era algo muy habitual en otros tiempos para los caballos que salían a correr al exterior por cuenta de sus propietarios hoy es infrecuente, por restricciones y costos elevados. Entonces, Belleza de Arteaga quedó presa de eso, porque al recibir el pedido en la Aduana la División Técnica le dio curso a la División de Valoración, que toma los casos de ventas. Los jefes de ambos sectores estaban de licencia y el expediente pasó por manos poco familiarizadas con el tema, produciéndose extravíos, confusiones, rechazos y una sensación de irregularidad en el viaje.
“En un momento hubo ofertas por la yegua, pero nunca avanzamos de firme, y después siguió ganando carreras importantes y se clasificó a la Breeders’ Cup, por lo que desistimos de venderla. La compramos cuando era ganadora de dos y soñando con ganar una o dos más, pero todo superó lo imaginado. Poder enfrentar a las mejores en California es algo que se merece para cerrar su campaña”, describió a LA NACION entre lágrimas Cacho Valenzuela, propietario de la yegua junto a su hijo Jorge, tras la última victoria, en San Isidro. Aún espera junto a todo el equipo la firma de la autorización para que sea embarcada. Los tiempos apremian. Se dan ventajas en lo competitivo y, además, surgen disgustos innecesarios.
El último triunfo de Belleza de Arteaga
En rigor, en el turf argentino actualmente pagan justos por pecadores. En la historia, la Aduana detectó casos irregulares y actuó legalmente sobre eso al punto que un dos veces ganador del Carlos Pellegrini, como Storm Mayor, estuvo “preso” en medio de un conflicto entre el comprador y un intermediario que había puesto un valor irrisorio. Tras ello, el organismo impuso una tabla estricta de impuestos para las ventas, aunque muchas veces está fuera de toda lógica. Un caballo que ganó un gran premio de potrillo va a mantener prácticamente un “estatus impositivo” aunque luego termine último siempre. La rigidez distorsiona. Llevado a otro ámbito, un futbolista campeón del mundo en México 1986 no vale lo mismo que entonces si es contratado hoy para jugar un torneo senior.
En este caso, Belleza de Arteaga viajaría -si dan los tiempos- en forma temporal y no podría quedarse más del tiempo determinado (generalmente un año). En tal caso, si no cumple sí correspondería pedir explicaciones y actuar en consecuencia por parte del organismo público, que en medio de la repercusión de la noticia y el pedido de explicaciones de los involucrados accedió a revisar el expediente. En la tarde del jueves, al Aduana dio “conformidad de palabra” para que se envíe a Ezeiza “la autorización de la exportación”, que se demorará unos días porque “la cantidad de trabajo acumulado” impide el desarrollo normal de la operativa.
En ese contexto, la yegua sigue dando vueltas en la pista de Palermo, cuando ya tiene listo un box en un centro de entrenamientos en Palm Beach, al norte de Miami, y su lugar asegurado más cerca de la carrera en Santa Anita Park. Allí, la entrenada por Juan Saldivia deberá medirse con las mejores en un cotejo que solamente fue ganado por cuatro yeguas extranjeras en toda la historia y tres de ellas fueron argentinas: Bayakoa –dos veces–, Paseana y Blue Prize. Además, el año pasado Blue Stripes perdió por el hocico. Belleza de Arteaga está en lista de espera, envuelta en un show de enredos.
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