«Todas las batallas, si son de amor, pertenecen a una única guerra»

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Sábado tarde, rayando la hora del crepúsculo. No esperan visita en casa. Suena ‘Almost blue’, de Chet Baker. Mira por la ventana y piensa por un momento: «Qué lejos quedó el pasado». Ella aparece con un champán blanco. Sonríen al mojarse los labios. José Belmonte Serrano (Murcia, 1957) dice para sí: «Déjame que te mire, oh, dulce Paulina, / feliz antojo de un dios ebrio y sabio, / con un tarro de miel entre las manos, / endulzando el té y la tarde entera. / Déjame contemplar la luz de tus ojos, / a donde, felices, arriban los náufragos / de los mares ocultos y lejanos». Llega el día, y ella sigue ahí. La vida regala a veces nuevas adolescencias. Ellos, Chet y la chispa del espumoso que les bulle por dentro. Así, alborozado, está el profesor Belmonte: atravesado por la belleza, herido de amor libre de culpa, saltando de gozo y lejos del exabrupto (solo parece reservarlo para las redes sociales). Este lunes, el profesor de la Universidad de Murcia y crítico literario de LA VERDAD y Zenda presenta [Hemiciclo de Letras, 19 horas, con Juan Ramón Calero, Francisco J. Díez de Revenga, Isabelle G. Molina y Oché Cortés, poniendo voz a los poemas]: ‘Paulina’ (La Fea Burguesía). Un poemario que extiende su amor por Paulina B. Michalska, la mujer que vino de Europa Central y que en su ausencia le hace sentir «el hombre mediocre y triste que siempre fui», pero que en su presencia turba su raciocinio hasta el punto de decir cosas así: «Y amo cuanto hay en ti de locura, / de insomne, de tierno e imprevisible».

–Ha pasado tiempo desde que publicó su último libro de poemas, ‘Se está haciendo de noche’ (Huerga & Fierro, 2014), con un prólogo de Julio Llamazares. Ahora en ‘Paulina’ le acompañan Manuel Vilas (prólogo) y Miguel Muñárriz (epílogo). Vilas alaba su «calidez e inteligencia».

–Sí, ¡casi nueve años! Toda la obra narrativa de Julio Llamazares tiene una prosa muy lírica, y su texto me pareció lo mejor de ese libro. Ahora en ‘Paulina’ el epiloguista y el prologuista, ambos autores de lujo, hacen que sea más luminoso y que me sienta acompañado. He tardado nueve años, aunque nunca tuve prisas con este libro, supe que caería por su propio peso.

LA VIVENCIA DEL AMOR

«El amor a cierta edad, a partir de los 60, por ponerle un límite, está basado en la experiencia»

–Claro, se hizo la noche… pero por fin la luz ganó la partida.

–¡Bueno! Ha habido tinieblas y de todo en este tiempo, porque mi vida ha cambiado. Estaba casado, me divorcié y he vuelto a casarme hace aproximadamente año y medio. Es verdad que mucha gente me ha dicho que he pasado por una etapa más retraída y meditabunda. Como crítico que soy, y no puedo evitar mi deformación profesional, en este libro se nota que hay reflejo de mi propia vida. Pero hay humor, quevedesco y cervantino, digamos; y hay algo de erotismo. Esto es el signo de que ha habido un cambio de vida y un cierto optimismo. Volver a ese misterio que es la poesía también inspira optimismo. El libro anterior era oscuro, casi sin luces, salido de la nada. En ‘Paulina’ hay algo de gracia diferente. En un momento dado digo: «Todas las batallas, si son de amor, pertenecen a una única guerra».

–¿Cómo es la vivencia del amor a esta edad suya frente a otras etapas de su vida?

–Yo siempre me había preguntado, cuando tenía 20 o 30 años menos, cómo podía ser eso. Cuando una persona como Paulina llega y agrega a tu vida su juventud, sus ganas de vivir… es contagioso. El amor a una cierta edad, a partir de los 60, por ponerle un límite, es un amor basado en la experiencia y donde se disfruta mucho más de cada instante. No es lo mismo tomarte un vermú o una caña en una tarde de primavera con sesenta y pico que con treinta, porque no te das cuenta en ese momento. La experiencia que te dan los libros, la vida, los sueños… añadido a la sensibilidad que cada uno tenga, te hace ser alguien único.

–En su ausencia, usted se derrumba, y nos dice que todos los días son de «crudo invierno»…

–No deja de ser un poco ficción, porque el escritor siempre juega con qué sucedería si esa persona que llena tu vida no existiera. Son hipótesis, maneras de plantearse la vida. Cuando yo conocí a Paulina, ella vino para pasar cuatro meses de su vida en Murcia, y se quedó definitivamente aquí conmigo. Yo también pensaba qué ocurriría si esa persona hubiera vuelto a su vida cotidiana a 3.000 kilómetros de aquí. La escritura es también algo lúdico, una forma de inventar hipótesis.

SOBRE LA ESCRITURA

«Ya con cinco libros de poesía me doy por satisfecho. Ahora bien, si viene, pues le abriré la puerta»

–’Everything happens to me’ es el poema donde hace balance de su vida; se pregunta qué pasaría si volviera a nacer («elegiría ser el mismo») y afirma que volvería a los mismos lugares, escucharía la misma música y leería los mismos libros que leyó. ¿Qué libros le faltan por leer?

–Si tuviera que hacer balance, yo de los libros que tengo que leer y me arrepiento de no haber leído, porque creo que se me han atravesado, citaría ‘La muerte de Virgilio’, de Hermann Broch, y ‘Bajo el volcán’, de Malcolm Lowry. Los pongo encima de la mesa esperando el momento. Aunque lo esencial lo he leído y releído, como el ‘Quijote’, cinco veces; o la ‘Divina comedia’ y el ‘Ulises’, que he leído ambos en dos ocasiones.

–’Paulina’ es un poemario en cuatro partes (‘Tardes de domingo’, ‘Chet’, ‘Aurea mediocritas’ y ‘Los días pasados’). Desde la serenidad de hoy, el pasado tiene remolinos y parece estar lleno de trampillas. Dice: «La vida se cierra en dos pronombres: tú y yo. / El resto no es silencio, / sino un murmullo ensordecedor y estúpido».

–Hay poemas que estaban predestinados a la papelera y se han recompuesto ellos solos, desde la serenidad, durante la pandemia. La tranquilidad es la que te transmite la persona que tienes a tu lado. He pensado a veces que a veces somos nosotros los elegidos por esos libros.

–¿Cómo piensa que será su futuro?

–No faltará la lectura ni la reseña crítica. Sobre la escritura, ya con cinco libros de poesía me doy por satisfecho. Ahora bien, si viene, pues le abriré la puerta, la invitaré a un buen vino y conversaré con ella, disfrutaré de las cosas bonitas de la existencia, ¡y que no falte la lectura!

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