A borrar el celular a las oficinas de Bullrich | El testimonio explosivo de la secretaria de Milman en la causa por el atentado a CFK

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La secretaria de Gerardo Milman que declaró el año pasado que había borrado el contenido de su celular para proteger su intimidad, se presentó sorpresivamente el viernes en Comodoro Py y pidió dar testimonio por tercera vez en la causa sobre el intento de asesinato de Cristina Fernández de Kirchner. Allí reveló, entre otras cosas –según pudo reconstruir Página/12— que en realidad no había vaciado el teléfono por voluntad propia sino que la llevaron a las oficinas de Patricia Bullrich, donde un perito se dedicó durante cuatro horas a eliminar todo lo que había en su aparato, el de otra asesora y el del diputado de Juntos por el Cambio, que todavía era jefe de campaña de la precandidata presidencial. Ese mismo día, horas antes, CFK había anunciado que recusaría a la jueza a cargo de investigar el atentado, María Eugenia Capuchetti, y ponía el foco en la falta de avances en la “pista Milman”, uno de los posibles caminos para rastrear si hubo algún autor/a intelectual del disparo que de milagro falló. 

La testigo en cuestión es Ivana Bohdziewicz, una de las colaboradoras que estaban con Milman en el bar Casablanca cuando otro funcionario del Congreso lo escuchó decir “cuando la maten yo estoy camino a la costa” dos días antes del atentado. La otra que estaba allí es Carolina Gómez Mónaco, la exmiss Argentina que en 2017 fue nombrada pese a su falta de antecedentes para dirigir la Escuela de Inteligencia del Delito de la gestión Bullrich-Millman en el Ministerio de Seguridad. 

Ivana fue echada de las oficinas de Milman a comienzos de enero, pero su compañera sigue ahí. Desde hacía varios días que quería declarar ante el fiscal Carlos Rívolo, que tiene delegada ahora la causa. En su nombre se presentó el martes pasado un abogado con la petición formal para declarar, pero le dijeron que el fiscal estaba por tomar licencia, y que les parecía conveniente esperar a su vuelta. El miércoles le llegó una citación para el 10 de mayo.

Justo había reaparecido Gómez Mónaco después de tres meses, con mensajes donde le preguntaba cómo estaba y le decía, en tono de amiga, que quería verla. Cuando aún el el escrito donde Bohdziewicz solicitaba ampliar su testimonio no estaba cargado en el sistema de tribunales, Gómez Mónaco le habría empezado a mandar mensajes ya en otro tono y como si se hubiera enterado de su pedido a la fiscalía: “¿Ahora qué querés declarar?” Le advirtió que un tal “Diego”, que sería un abogado cercano a Bullrich, estaba pidiendo explicaciones y le reenvió un audio de él. Este hombre es quien, al parecer, las asesoró desde que fueron convocadas a dar testimonio. “No me traiciones”, le habría advertido también su ex compañera. 

Bohdziewicz entendió todo esto como una intimidación, no quiso esperar más y fue directo a Comodoro Py, a la mesa de entradas de la fiscalía. Le dieron algunas vueltas pero al final le tomó el testimonio la fiscala Alejandra Mangano, que subroga a Rívolo en estos días. A ella le dejó los mensajes y audios en cuestión para que sean analizados.   

Una pista con obstáculos

Ambas asesoras, Bohdziewicz y Gómez Mónaco, habían declarado por primera vez el 26 de octubre del año pasado. Al comienzo fingieron no recordar haber estado en Casablanca, un restaurante emblemático de la esquina del Congreso, pero de pronto les volvió la memoria cuando les mostraron los videos que las mostraban ingresando al lugar con Milman en la fecha y a la hora señalada por el testigo, que había aportado su relato un mes antes. Luego tuvieron contradicciones sobre si se había hablado o no de un viaje del diputado a Pinamar, que efectivamente existió. Pese a la insistencia de la querella de Cristina Kirchner, la jueza Capuchetti y el fiscal Rívolo no les secuestraron sus celulares en ese momento. Esto recién se concretaría en diciembre, después que la Cámara Federal le diera la razón al reclamo de la vicepresidenta.     

De acuerdo a la nueva declaración de Bohdziewicz, según allegados a la causa, el 10 de noviembre del año pasado se juntó a tomar un café con Gómez Mónaco y hablaron de la cuestión de los celulares y la posibilidad de que finalmente se los secuestren. Carolina habría intentado asustarla con el argumento de que violarían su intimidad y revisarían su vida personal y le dijo –según al declaración– que irían a ver a  Milman. El diputado las esperaba en unas oficinas que Ivana atribuyó a Bullrich, lo que tendría lógica porque las situó en Avenida de Mayo al 900 y es precisamente en el número 953 de esa calle donde están las oficinas del Instituto de Estudios Estratégicos en Seguridad (IEES), la fundación que la precandidata maneja y a través de cual se la acusa de haber desviado fondos para su campaña.  

Allí, de acuerdo al relato, llegaron cerca de las tres de la tarde y se quedaron cuatro horas. Las esperaba Milman con un perito informático que sería de confianza de Patricia Bullrich (aunque ella no estaba). Les pidió los aparatos a los tres y se dedicó durante todo ese lapso a borrar el contenido.  Bohdziewicz dijo que su teléfono tenía información personal y de la oficina pero que no sabía qué tenían los del diputado y Gómez Mónaco. Mientras eso sucedía el abogado al que llamaban “Diego” participaba por teléfono en altavoz. Uno de los temas que deliberaron tenía que ver con que a Gómez Mónaco le habían dado un celular nuevo que no estaba a su nombre y le advirtieron que debía desconectarlo y no entregarlo a la justicia. El perito les habría indicado comprar nuevos aparatos y evitar registrar cuentas personales para que no se descargue ningún “backup” de información que pudieran tener almacenada. 

Coincidencias

Ese mismo 10 de noviembre del borrado de celulares pero a la mañana, Cristina Fernández de Kirchner anunció en Twitter que había instruido a sus abogados –Marcos Aldazabal y José Manuel Ubeira– para que recusaran a la jueza. En ese posteo difundió un video donde le reprochaba, además de la parsimonia general de la causa, cuestiones puntuales como no haber citado al diputado Milman, pese a todos los indicios que conducían a acercar su nombre al expediente. “Cuando aparecieron las primeras pruebas que involucran a la política con el ataque, la jueza Capuchetti paralizó y boicoteó la investigación”, se escucha la voz en off de la periodista Julia Mengolini. 

Además del episodio de Casablanca, el video recuerda que el 18 de agosto Milman había presentado un extraño proyecto de declaración donde pedía información sobre la custodia de jueces y fiscales (transcurría el juicio de Vialidad alentado por la oposición) y sobre la custodia de la vicepresidenta. Alertaba: “No vaya a ser que algún vanguardista iluminado pretenda favorecer el clima de violencia que se está armando, con un falso ataque a la figura de Cristina, para victimizarla, sacarla de entre las cuerdas judiciales en las que se halla y no puede salir, y recrear un nuevo 17 de octubre que la reivindique ante sus seguidores”.  Uno de los cofirmantes de ese proyecto fue el diputado neuquino Francisco Sánchez, que había pedido públicamente la pena de muerte para CFK. 

En un tramo de su declaración Bohdziewicz habría contado que después del intento de magnicidio, Milman mandó por chat ese proyecto y se ufanaba frente a sus asesoras de predecir el futuro. Detalló que en los días previos al atentado vio al diputado particularmente nervioso y enojado, tanto que en un arranque de ira amenazó con despedir a todas las colaboradoras de su despacho. 

Después de que se conocieran las declaraciones de ella y Gómez Mónaco las convocaron a una reunión en el estudio de otro abogado, Julián Curi, quien suele representar y asistir a Bullrich. Además, comenzaron a salir a la luz dudosos negocios (como un centro de belleza) a nombre de Gómez Mónaco y otras personas del entorno de Milman en la misma época en que ella fue nombrada en la escuela de Inteligencia y que su hermana manejaba los fondos reservados de la Dirección de Inteligencia Criminal. Curi habría intentado llevar tranquilidad a las asesoras y el compromiso de ocuparse del asunto. 

Enigmas

Cuando volvieron a testificar a principio de diciembre, bajo las indicaciones de la Cámara, la fiscalía les secuestró sus celulares, que a esa altura ya estaban alterados según las mismas mujeres dijeron en el momento. Bohdziewicz, sin dar detalles, declaró que había borrado el contenido y que se había asesorado. Gómez Mónaco dijo que había cambiado de aparato. Se mandaron a peritar igual y algunas cosas se rescataron. Entre los mensajes recuperados del equipo de Ivana apareció un grupo de WhatsApp llamado “Las Reinas del Despacho” (las asesoras de Milman) donde el día previo a Casablanca y tres antes del atentado les decía: “Chicas, borren todo lo del chat, mis fotos y demás. De lo de la oficina. Plis”. No está del todo claro el origen de esa frase sugestiva. Lo mismo sucede con mensajes de la exmiss Argentina que habla con un tal Norberto Novoa, que no se investigó quien es. Este hombre le dice frases como “hay que emprolijar a Florencia”, que para la querella podría ser una alusión a la esposa de Milman, la diputada Florencia Retamoso. 

Más allá de que la aparición del nombre de Milman guste o no guste, haga ruido o despierte suspicacias, existen elementos sugestivos e indicios que quedaron a mitad de camino. Jamás se lo citó ni se indagó en su celular. ¿Por qué querría eliminar lo que tenía allí? Es una de las razones, entre otras tantas, por las que la querella de CFK se opuso a cerrar la pesquisa o fragmentarla y elevarla juicio con tres acusados por el hecho material: Fernando Sabag Montiel, Brenda Uliarte y Gabriel Carrizo. Ahora la pregunta es ¿Investigarán quién es el perito? ¿Identificarán al abogado que guió a las secretarias? ¿Qué había en los teléfonos? ¿Hubo un encubrimiento al intentar eliminar prueba? ¿Sabía algo Milman respecto del atentado? ¿Qué hace Bullrich en medio de todo ese despliegue de asistencia legal y técnica? 

Este es el cuadro de situación, lleno de preguntas en un caso de gravedad extrema, el atentado contra la vida de la vicepresidenta y principal líder popular, del que ya pasaron ocho meses. 

 

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