‘La camisa Dalí’: cuando el pintor se convirtió en ‘influencer’ de moda por 125.000 pesetas

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Cuando a Salvador Dalí le propusieron ser imagen de una camisa lo tuvo claro: aceptaría a cambio de 125.000 pesetas y un canon extra de una peseta más por cada camisa vendida, cifras nada desdeñable para la época. Eran los años sesenta y, hasta la fecha, el polifacético artista ya había hecho sus colaboraciones en el mundo de la moda –desde ilustrar la portada de una revista hasta diseñar junto a Schiaparelli–, pero jamás había prestado su reconocible imagen a una prenda. La afortunada de contar con los bigotes más famosos del surrealismo como embajadores de sus camisas fue la empresa gallega Confecciones Regojo, que por aquel entonces era la compañía textil más destacable de nuestro país junto a El Corte Inglés o Cortefiel y que revolucionó el mercado presentando una camisa que no necesitaba plancha. Los dos salieron ganando: Dalí se confirmó como un adelantado a su tiempo siendo un influencer de moda mucho antes de que existiera el término y la empresa hizo de su creación la camisa española masculina más vendida del mundo.

A pesar de lo fructífero de la asociación, el episodio es uno de los más desconocidos de la vida de Dalí y también de la historia de la moda española. La exposición La Camisa Dalí, que le dedica ahora el Museo del Traje y que podrá visitarse a partir del 30 de junio y hasta el 24 de septiembre, pretende enmendar el inaceptable olvido aprovechando que este año se celebra el 60 aniversario desde que se presentó la camisa Dalí en el III Salón Nacional de la Confección celebrado en Barcelona en 1963. Lydia García, comisaria de la exposición y una de las grandes coleccionistas españolas de moda al frente del archivo López-Trabado, es la responsable de devolver a la camisa Dalí la atención que merece. “Hace unos años me llegó una de estas camisas por una donación familiar. Fue la primera prenda masculina de mi colección y al verla me llamó la atención que llevara escrito el nombre de Dalí en la etiqueta, pero no reparé en que pudiera tratarse del artista. Años después, investigando, me topé con su historia y, desde entonces, he querido dedicarle una exposición”, cuenta a Harper’s Bazaar días antes de la inauguración.

salvador dali

Cartel publicitario de la Camisa Dalí , 1964.

Gianni Ferrari//Getty Images

En la muestra podrán verse distintos modelos de la camisa durante sus 15 años de vida (se comercializó en todo tipo de versiones, desde la clásica blanca para ir a la oficina hasta modelos transparentes dirigidos a las demandas de las nuevas generaciones y con los que muchos hombres no se atreverían hoy), así como publicidades de la época, apariciones en revistas o merchandising vinculado a la prenda. “Confecciones Regojo revolucionó el mercado al lanzar en los sesenta una camisa que se podía meter en la lavadora y apenas necesitaba plancha gracias a contar en su composición con poliéster, que entonces fue toda una innovación. Pero, sobre todo, agitaron el mercado al elegir a un embajador cuyo rostro era tan conocido a nivel internacional como su obra”, explica García.

Los números le dieron la razón. Desde que decidieran fichar a Dalí –que bautizó la camisa y el tejido con el que se confeccionaba con su apellido– el éxito de la prenda se vio multiplicado: solo a Alemania se enviaban 30.000 camisas al mes. La fábrica familiar fue ampliándose y la economía de la Redondela, el municipio gallego que la albergaba, se dinamizó llegando a abrirse muchas sucursales bancarias gracias a una empresa que cada vez daba trabajo a más vecinos. “Fue un Zara antes de Zara. La prenda se convirtió en la más vendida en España y en la camisa española masculina más vendida en el mundo”, asegura la comisaria.

camisa dali

¿Cómo es posible, entonces, que un diseño tan exitoso como su propio embajador cayera en el olvido? “Es la suma de varios factores”, desgrana García. “Para empezar no conocemos nuestra propia historia y mucho menos la de moda. También influye que cuando terminó el franquismo es como si todo lo que ocurrió durante esa época se hubiera borrado. Si nadie habla de la moda de alta costura de entonces, mucho menos de una empresa de confección, que siempre ha resultado un tema menor. Y tampoco podemos olvidar que la crisis de desindustrialización de finales de los setenta afectó mucho al sector textil empezándose a comprar producto importado en lugar de poner en valor el que empresas como Regojo hacían aquí”.

A Dalí convertirse en imagen de aquella camisa con alergia al planchado también le abrió otra vía de expresión y creatividad en su extenso currículo. A partir de entonces volvió a repetir como embajador de otras marcas: en el 68 de los chocolates franceses Lanvin y después de la aspirina Alka-Seltzer, en un anuncio-performance que protagonizó junto a Naty Abascal. “Toda la estrategia publicitaria de la camisa fue muy puntera”, añade la comisaria de la exposición, que también cuenta con tres imágenes cedidas por la Fundación Gala-Salvador Dalí. “Pedro Regojo, hijo del fundador de la gran fábrica de camisas, quería dirigirse a la juventud y se le ocurrió regalar un disco con cada compra que contenía lo que él llamaba la melodía de la camisa Dalí. Las portadas, que también están en la exposición, casi rayan la censura porque sabía muy bien que para que un producto tenga gancho siempre tiene que bordear el límite”. Eso y contar con Salvador Dalí como embajador.




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