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Ayer vivía el final de las elecciones con una expectación que solo las noches de Eurovisión consiguen. Y, por primera vez, con una pareja con una ideología política similar.
Por lo general, en mis otras relaciones, he tenido muchos puntos en común, pero no el de la política.
Algo que, en teoría, es un indicador de cómo se disfruta la vida íntima.
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Un estudio realizado hace unos años entre Match.com y la Universidad de Binghamton confirmaba este interesante dato, usando como muestra una población norteamericana de 5.000 personas.
A las mujeres que más fácil les resultaba llegar al orgasmo era a aquellas que se identificaban con una ideología de izquierdas.
No estamos en Estados Unidos, pero es fácil ver qué causas podrían llevar a que ese estudio tuviera los mismos resultados en España.
Según los investigadores, vivir la sexualidad como algo natural -y no convertirlo en un tabú-, es uno de los factores que hacen que las mujeres votantes de partidos progresistas puedan presumir de conocerse mejor sexualmente.
Tenemos que tener también en cuenta que en nuestro país los partidos progresistas son quienes tienen una postura más bienvenida ante la educación sexual.
Sumándole el empoderamiento femenino y la igualdad en todos los aspectos, queda claro por qué el sexo es mejor si simpatizas con esta ideología.
(De hecho, escribí un artículo hace tiempo de cómo ser feminista podía revolucionar positivamente tu vida sexual).
Lo curioso del estudio es que los participantes con ideología más conservadora, afirmaron tener una mayor satisfacción en su vida íntima.
La razón que dan los expertos detrás del estudio es que al ser conservadores, en cuanto daban con ‘lo que funciona’ en la cama, lo repiten una y otra vez, en vez de buscar nuevas vías o salirse de aquello que da buenos resultados.
Compatibilidad y política
Con estas visiones tan opuestas, podría parecer que tener diferencias políticas es un motivo de peso como para no ir más allá.
Como decía al principio, lo que tenían de nuevo estas elecciones era compartirlas con alguien cuya visión de cómo debería ser el Gobierno se asemeja mucho a la mía.
Y es la mejor prueba de que se puede estar (y muy feliz) incluso con alguien que piensa de manera distinta.
Es algo que también aparecía en el estudio, ya que apenas el 20% de los participantes votó que necesitaba que su pareja compartiera sus opiniones políticas.
Que la relación funcione a pesar de estas diferencias significa que hay muchos más puentes que fortalecen la unión y que se pueden trabajar las distancias ideológicas.
Pero, sobre todo, porque la política no debería ser lo que nos define y separa.
Hoy, mejor que ningún otro día, cabe recordar que merece mucho más la pena trabajar en lo que tenemos en común, que escuchar opiniones distintas puede enriquecernos y que además sienta las bases de discusiones sanas.
Si las relaciones de pareja funcionan pese a la política, porque hay algo más grande detrás que las une -que es el amor-, igual la política también puede funcionar pese a las diferencias.
Porque hay algo más grande detrás que une a los partidos, que debería ser la responsabilidad hacia los 47 millones de españoles.
Mara Mariño
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