Brigitte Bardot se aproxima a los noventa – Diario del Norte

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El tiempo no perdona. Con el paso de los años todo se marchita. Razón tenía el poeta Rubén Darío cuando concibió el poema ‘Canción de otoño en primavera’: ‘Juventud, divino tesoro, / ya te vas para no volver; / cuando quiero llorar no lloro / y a veces lloro sin querer’.

La nostalgia golpea la sensibilidad de los admiradores de actores y actrices que otrora nos impresionaron más por su presencia física que por sus aptitudes para el cine. Veamos, si no, la serie televisiva ‘Pasión de gavilanes’, segunda temporada, en la que los rasgos de los personajes principales nos muestran un desgaste inevitable. No tenía razón Carlos Gardel cuando afirmaba: “veinte años no es nada”. ¡El tiempo no pasa en vano! ¿Dónde quedaron, Tony Curtis, aquellos cabellos que despertaban envidia entre los cinéfilos? ¿Cuándo se fueron al suelo las canas que caracterizaban a Jeff Chandler? ¿No eran eternas “las piernas más bellas del mundo”, las de la alemana Marlene Dietrich?
Podemos aplicar los versos de Rubén Darío a todos los seres humanos, pero hoy pensemos solamente en una mujer sensual, sumamente sensual en su época: la exactriz Brigitte Bardot. La famosísima símbolo sexual, conocida como BB, todavía sostiene cordial pugilato con el dios Cronos y se apresta a celebrar sus ochenta y nueve años.
Nació en París el 28 de septiembre de 1934. Estudió en el Conservatorio Nacional de Danza. A los quince años conoció a Roger Vadim, joven guionista y ayudante de dirección cinematográfica; se casó con él a los dieciocho y al año siguiente ya era una estrella de cine. Fue actriz de la película ‘Dichosa muchacha’, pero su éxito lo marcó ‘Y Dios creó a la mujer’, con Vadim como director. Entonces, por primera vez tasó en un millón de francos su actuación. Sin embargo, este filme le causó la ruptura de su matrimonio y comenzó a convivir con el protagonista de esa película, Jean-Louis Trintignant.
Cuando Brigitte tenía cuarenta y cinco años la prensa le había contabilizado cuarenta y dos amantes. Se casó con Jacques Charrier; de esa unión nació su hijo Nicholas, en 1960. A los treinta y nueve años se retiró del cine. Había filmado más de sesenta películas y la habían fotografiado más de 60.000 veces. Se decía que “su cuerpo hablaba en las fotografías”.

Actualmente BB habita en su mansión, en la costa del Mediterráneo, rodeada de los animales recogidos o comprados a expropietarios que los maltrataban. Hace diez años BB amenazó con solicitar la nacionalidad rusa si el gobierno francés aplicaba la eutanasia a dos elefantes que se encontraban en el zoológico de Lyon. La exactriz ofreció cuidarlos en su Fundación. Argumentaba que tomaría esa decisión “para huir de este país que no es más que un cementerio de animales”.
En la música, Brigitte Bardot grabó varios discos; el mejor de ellos, según la crítica, fue con el ‘Chico malo de la música francesa’, Serge Gainsbourg. Muy pocas personas saben o recuerdan que BB, acompañada de su guitarra, grabó una canción colombiana: ‘Qué hay de Cuchipe’.
Se puede señalar a BB como un raro ejemplo de quienes dicen “me retiro” y cumplen su palabra. Nunca más quiso saber de cine, después de alejarse de las cámaras. ¡Y pensar que estaba en el cenit de su carrera! También puede destacarse el amor de la exactriz por los animales, tal vez porque, como lo ha expresado en más de una ocasión, “Sé lo que es vivir sin amor”. Poca importancia concede BB al paso del tiempo: no se oculta ante las cámaras y deja que la vida siga trazando surcos en su piel. Cuando cumplió cincuenta años, en una entrevista afirmó: “Lo difícil no es vivir sino sobrevivir”. En varias ocasiones trató de suicidarse a raíz de crisis sentimentales. La inmensa simpatía que despierta BB entre los cinéfilos, que la admiraron más como símbolo sexual que como destacada actriz, se vio un poco opacada al saberse que durante la década de 1990 generó controversia al criticar la inmigración y la influencia del islam en Francia.
Aunque el nombre de Brigitte Bardot ya no resuene en los escenarios cinematográficos, su figura estilizada y su aparente ingenuidad en la pantalla permanecerán en el recuerdo, como las imágenes de Claudia Cardinale, Sofía Loren y Catherine Deneuve, para mencionar solo a algunas de que aún están entre nosotros.

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