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La vuelta del color negro es sintomática de una época en la que, siendo difícil encontrar razones para el optimismo, nos refugiamos en los saberes ancestrales más enigmáticos que recuperan nuestra existencia primitiva
¿Pueden el misticismo, el ocultismo y demás saberes ancestrales hacer frente a la insensatez de los tiempos inciertos y avasalladores que habitamos? Quizás no, pero el color negro, asociado al misterio de la vida al que nos rendimos, vuelve a encontrar su lugar en nuestros armarios para definir una actitud de rechazo a la barbarie, al absurdo de la capitalización de todo, incluidos los cuerpos. Si hace ya casi una década hablábamos del regreso del negro haciendo hincapié en su auge en vestidos de fiesta y analizando sus momentos clave a lo largo de la historia, ahora su vuelta lo inunda todo. La tendencia gótica no solo se aprecia en la ropa, sino también en los complementos y el maquillaje que se vuelve más natural. Las nuevas goth girls en lugar de pintar sus labios de negro ocultan su rostro con velos de fino tul y usan lipsticks naturales.
CLAVE:
las asimetrías, las trasparencias, las máscaras que ocultan el rostro y las capas que nos convierten en murciélagos anticipan la vuelta a un oscurantismo que lo inunda todo
Los misterios de la vida y la muerte siguen escapando a nuestra lógica mercantilista del placer. El drama nos acecha y el nihilismo impregna el conjunto. Si somos más individualistas y escapistas, no es extraño que este sea un momento clave para el resurgir de las tendencias góticas. Igual que ocurrió en la década de los setenta del siglo pasado cuando algunos jóvenes encontraron en el gusto por lo siniestro una forma de rebelión, ahora retornamos a un romanticismo barroco. El escenario es favorable para que de las tinieblas emerjan fantasmas, brujas y monstruos. Escuchamos sonidos de ultratumba, voces operísticas a la luz de las velas en espacios cerrados, estamos preparados para el fin del mundo. Una estética del terror nos sumerge en las profundidades del inicio de todo. ¿Y si la realidad no existiera y todo fuera un sueño? Nos trasformamos en sombras negras que se desvanecen.
El retorno de las sombras: del diseño japonés a la contemporaneidad
Antes de que los diseñadores japoneses desfilaran en París en 1981 con sus conjuntos negros las calles ya estaban reivindicando las sombras, lo lúgubre. A finales de la década de 1970 los jóvenes más vehementes expresaron su rechazo a las políticas imperantes a través de la música. Por ello, en plena crisis económica surgiría el punk como respuesta contracultural a la situación incierta que les acechaba y como una forma de evasión. Este movimiento adolescente iría unido a una estética individual muy particular en la que el negro tomaba protagonismo. En ese ambiente de oscuridad e incredulidad se pasaría del post-punk al rock gótico con bandas como The Cure o Joy Division. Su apariencia oscura tomaría también referencias vampíricas y estaría envuelta en un aire melancólico.
En las pasarelas no empezaría el repique ritual de los tambores hasta que Rei Kawakubo y su entonces pareja Yohji Yamamoto inauguraran la década de los ochenta con su amor por el negro, en un momento en el que la moda apostaba por las tonalidades a todo color. Por un lado Comme des garçons, que capitaneaba Rei Kawakubo, y por otro Yamamoto, mostrarían creaciones que rompían con la feminidad. En su momento, no tuvo mayor trascendencia su posicionamiento, pero poco a poco irían convenciendo de que su postura era una forma de demostrar que la moda también podía ser una forma de cambiar el orden social y ser críticos frente al sistema. Sus diseños, que bebían de la tradición oriental, proponían una mujer asexual en concordancia con las demandas feministas del momento. Y ahora, una vez más, el negro vuelve para quedarse en su reivindicación de la nada absoluta.
Imágenes de pasarela Primavera/Verano 2024 | Color negro | StyleFeelFree. SFF magazine
Imágenes de pasarela Primavera/Verano 2024 | Tendencias moda | StyleFeelFree. SFF magazine
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