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Te propongo un pequeño ejercicio de imaginación. Trata de imaginar cómo habría sido tu vida si te hubieran enseñado a tomar decisiones. ¿Te lo imaginas? Posiblemente no habrías tomado algunas de las decisiones que tomaste. Somos las decisiones que tomamos, pero nadie nos enseña a tomarlas. ¿Verdad? También eres las decisiones que no tomas, las que pospones, las que dejas para más tarde… Decisión a decisión, tomada o no tomada, nuestra vida va tomando forma. Parece mentira que algo tan importante como tomar decisiones no se enseñe en la escuela. ¿No te parece? Nuestra vida habría sido muy diferente con tan solo saber que el miedo, el deseo o la comodidad suelen contaminar las decisiones que tomamos. Solo con esto. Solo con saber identificar cómo estamos sesgando nuestras decisiones nuestra vida habría sido mucho mejor.
Ahora trata de imaginar cómo habría sido tu vida si te hubieran enseñado a analizar a las personas. Estamos preparados para analizar a las personas, pero algunas personas no han desarrollado esa habilidad. A menudo proyectamos en otras personas todos nuestros fantasmas y miedos, todas nuestras esperanzas e ilusiones y, claro, el análisis que realizamos de las personas con las que nos cruzamos acaba siendo errático y confuso.
Las personas con las que nos relacionamos tienen un impacto en nuestra vida, en nuestro estado de ánimo y en lo que hacemos, pensamos y sentimos. ¿Cómo habría sido tu vida si hubieras analizado bien a tus amigos, jefes, parejas o familia? Trata de imaginarte como habría sido tu vida sabiendo poner en contexto lo que dice o hace la gente con la que te relacionas. Estoy seguro de que has ido aprendiendo a base de experiencias, traumas y decepciones. Pero ¿estás seguro de que lo que has aprendido te resulta de ayuda? ¿Es posible que tengas que desaprender algunas de las máximas que has interiorizado para dar paso a nuevos aprendizajes más ajustados a la realidad?
Va, un último esfuerzo de imaginación. Ahora trata de imaginarte cómo habría sido tu vida si te hubieran enseñado a conocerte mejor, a analizarte y a convivir en paz contigo mismo. A mí me ha costado sangre, sudor, lágrimas y una carrera universitaria poder conocerme. Felizmente me di cuenta de que no era tan difícil tener algunas pautas sobre uno mismo, aprender a convivir en paz con nuestras imperfecciones e identificar todo lo bonito que tenemos para poder potenciarlo y convertirlo en un talento. ¿Te imaginas cómo habría sido tu vida si te hubieran enseñado a conectar con tu esencia?
Pues por estos tres motivos y por muchos más es tan importante que pongamos a un psicólogo en todos y cada uno de los colegios. Sí, un psicólogo que imparta la asignatura de psicología aplicada, no de educación emocional, no, de psicología aplicada. A medida que iba estudiando psicología me iba dando cuenta de lo fácil que es tener una vida más plena y acorde a nuestras necesidades y de ahí viene todo mi ahínco en sacar la psicología del aula y de la consulta y ponerla al servicio de la gente con mis libros y artículos.
Pero no basta con mis esfuerzos. Necesitamos ir mucho más allá de las emociones, necesitamos aprender a tomar decisiones, saber identificar los principales sesgos y errores de pensamiento, poder analizar a las personas, conocer cómo funciona nuestra mente y mil temas más que los psicólogos conocemos y -deberíamos- dominar.
Lo de aprender aritmética, geografía e historia está genial, pero nos estamos olvidando de que tenemos que revisar lo que estamos enseñando a nuestros hijos. No los estamos preparando para el mundo en el que tienen que vivir. Además, tenemos mucha información, sabemos muchas cosas que deberían ser de dominio público y a una edad temprana.
No me cabe la menor duda. Es prioritario, urgente e importante que enseñemos psicología aplicada a nuestros hijos de manera sistematizada en los colegios por dos motivos. El primero es porque lo necesitan, serán adultos más sanos, más equilibrados y más felices; y el segundo es porque no se lo podemos confiar a sus padres.
Si yo hubiera sabido todo lo que sé de psicología de niño mi vida habría sido muy diferente. Sabiendo, como sé, que hay infinidad de conocimientos de psicología aplicada que se pueden enseñar de manera didáctica en unidades de aprendizaje no le encuentro ningún sentido ni ninguna justificación a que no se impartan en los colegios.
Tu bienestar depende de las decisiones que tomas, de las personas con las que convives, del estilo de vida que tienes, de cómo piensas y sientes y todo ello, sin duda alguna, se puede aprender a edades muy tempranas. El bienestar del adulto, querido lector, empieza en el colegio.
Puedes descubrir otros consejos de Tomás Navarro (@tomasnavarropsi en instagram) para poner límites a aquellas personas que nos hacen daño en su obra ‘Tus líneas rojas’ . Y además, puedes leer aquí otros artículos de Tomás Navarro en ABC Bienestar.
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