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“Rompe moldes, la ropa es ropa, un pedazo de tela no te define“, estas son frases típicas al hablar de moda genderless. Pero, al llevarlas a la acción no faltan momentos incómodos porque quien atiende te creyó perdide, sólo por explorar la “sección incorrecta” de la tienda.
El género es una construcción social que evoluciona. Porque, como dice Judith Butler en su libro El género en disputa: es algo performativo. Es decir, cómo nos interpretamos y cómo nos interpretan. Aquí, la moda entra al juego.
Siempre han existido personas a quienes lo binario nunca les acomodó. Para elles, la vestimenta es un medio de expresión; una forma de encontrar identidad. Ya después, la moda sale con palabras como unisex, queer o genderless.
Definir estos términos no es fácil; que si lo unisex es tan neutro que resulta en prendas beige, sin silueta ni personalidad; que si lo genderless es fluir libremente entre lo masculino y lo femenino. Y que si se trata de moda queer, tiene que ir ligada a la diversidad de género y sexual.
Por otro lado, hay quien se rehúsa a estas descripciones porque ponen más etiquetas. Pero es importante reconocer que, lo que no se nombra no existe. Necesitamos acomodar y organizar para analizar y cuestionar conceptos. ¿Existe la moda sin género? ¿Quiénes la representan? ¿Qué marcas hay? ¿Cubre necesidades? ¿Quiénes son aplaudides y quiénes son violentades al usarla?
Ok. Entonces, ¿la etiqueta importa? Sí, siempre y cuando no encasille, ni cree cuotas de androginia.
Moda y género construyen identidad
Celebridades cisgénero usando faldas públicamente hacen tendencia y normalizan el tema; pero pueden propiciar a que se romantice la moda genderless. Esto amenaza con cegarnos ante las realidades de las identidades que la viven.
Para elles, la diferencia entre salir en falda y maquillaje, o con ropa holgada y cara lavada, va más allá del gusto personal; implica qué actividades realizarán, por dónde andarán y con quién estarán, ya que lo que proyectan impacta en cómo son leídes por los demás. Las consecuencias pueden ir desde que no se respeten sus pronombres, hasta ser agredides verbal y físicamente.
Pero, como dice la diseñadora María Ponce, “cuando tienes un enfoque poético, al menos anestesias la realidad tan cruda.” Ella define la moda como medio de autoconocimiento y lo explica en dos identidades: la que traemos por default y la que es por imitación.
La primera incluye el lugar donde crecimos, nuestra familia y la religión que se nos inculcó. La segunda, es la que nos permite crearnos a partir de nuestros gustos, la música que escuchamos y a quienes admiramos. Esto va más allá del género y nos habla de una identidad profunda y compleja, que en ella se traduce como:
Soy una mujer trans que vive la moda desde la extravagancia. Me gusta ser shocking a través de la ropa, pero a la vez elegante y classy.
Lo genderless se vive en las calles
La moda empieza en lo individual para luego unirse a lo colectivo. Convirtiéndose en un pretexto para unirnos con quien compartimos intereses, gustos y formas de ver la vida.
Si lo pensamos alrededor de la moda sin género en México, tenemos que mencionar los Kiki balls donde principalmente personas trans, no binaries, seropositives, negres y latines resisten a través del runway, el voguing y tirar shade. Tampoco podemos dejar de lado a la Tianguis disidente, que desde el 2021 se autodenomina como un espacio de venta, apoyo y resistencia entre personas desafiantes del cistema. Y por supuesto, las muxes, que llevan cuestionando al género desde hace siglos desde la tradición.
Todes elles dan un nuevo rostro a la frase: México hay muchos. Esta diversidad llega hasta la ropa. Por tanto, es importante descentralizarla, por lo que encontramos personas como Hotplebe, influencer de moda que, aunque no cree en el término genderless, lo vive como mexicane norteñe queer. Elle bautizó como neobuchón al estilo lleno de spanglish, perreo, corridos, vaqueros, colores neones y que resume en: “Quiero ir con la cara llena de glitter a pistearme un bote rojo en el río con mis primos mientras escuchó al Vale.”
Sabemos que las redes sociales son armas de doble filo, que por un lado afianzan estándares de belleza. Pero, por otro lado, son un medio de autodescubrimiento. Así le sucedió al creador de contenido Muro quién en TikTok encontró comunidad y un espacio seguro que le permitió salir a la calle con su estilo propio.
La representación importa, pero quién da el mensaje también
La moda sin género comienza a colarse en la industria. El modelaje es claro ejemplo; Huitizili Espinosa recuerda que cuando inició no había modelos no binaries. Existían modelos andróginos, pero el término no era más que una etiqueta para posicionarse y nada tenía que ver con el género.
Las disidencias se abrieron paso en agencias de modelaje, volviéndose voces de la comunidad mientras se descifraban en el proceso. Huitzili lo describe como “Si hay alguien confundide, que se sienta confundide conmigo. Puedo generar empatía desde el no saber, el experimentar, y el estoy abierte a lo que venga.”
La representación importa. Es de celebrar el trabajo de modeles y agencias inclusivas, pero al mismo tiempo, cuestionemos a las grandes marcas que les contratan y las intenciones detrás de sus mensajes. La representación genuina, auténtica y sobre todo respetuosa, no debería ser marketing disfrazado de inclusión.
Hacer moda sin género en México
Esto es importante, sobre todo cuando volteamos a ver la realidad de ser marca independiente abiertamente genderless. Ahí, descubrimos que tienen problemas para encontrar plataformas que quieran exhibirlas o espacios dispuestos a ofrecer sus prendas, más allá de pequeñas concept stores.
Por otro lado, la búsqueda de identidad y estilo propio es tema recurrente de la creatividad mexicana y la moda no se escapa. El tratar de meter lo genderless parecería un lío. Sin embargo, al buscar marcas de ropa sin género en el país, encontramos que, opciones hay y muchas.
Hay propuestas como la de Guillermo Jester quien usa la moda como agente político y que, a través de la investigación de indumentaria e iconografía de comunidades indígenas, colabora para crear cosas como su última colección en la que ve en lo hecho a mano, un punto en común entre textiles tradicionales y el látex, para crear ropa que se ajuste a todas las siluetas y géneros.
También hay que tomar en cuenta que una marca sin género implica cuestionarse cosas poco funcionales, pero aceptadas, como que los botones de una camisa de mujer y una de hombre van en lados contrarios. Esto es un proceso constante para marcas como C4rp4t3 que dice: “Lo genderless quita ese tipo de reglas y se va a cosas más simples y prácticas.”
El sistema de tallas es otro reto, ya que marcas como Mancandy, han tenido que crear sus propias para adaptarse a diferentes cuerpos. No es fácil hacer croptops que se vean bien en personas con y sin busto, o pantalones que se ajusten a cuerpos con y sin caderas. Pero lo vale cuando el resultado es ropa que se amolda al cuerpo y no al revés.
Esto aún está en evolución
El común denominador de todas estas personas involucradas en la moda genderless mexicana, es que tienen una necesidad de expresar su individualidad. Esto ha permitido una evolución que empieza en las calles y llega hasta los escaparates o notas como esta, y permite que marcas como Mancandy lleven más de 16 años.
Al final, si la moda es autodescubrimiento, el tener una moda sin género nos permite, por lo menos, duplicar nuestras opciones para presentarnos al mundo auténticamente.
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