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Es de rigor comenzar un reportaje que versa sobre la salud mental en el deporte aludiendo a su crecimiento en tiempos recientes. No solo al avance que ha experimentado la disciplina en sí, sino su normalización en la discusión que envuelve al deporte en general. Como de costumbre, el deporte es un reflejo de la sociedad, y el peso de la psicología deportiva en la agenda pública ha crecido a rebufo de la psicología general en los últimos años.
“La demanda ha crecido un 300% en los últimos meses en lo que se refiere a la psicología de la salud”, apunta Pablo del Río, terapeuta encargado de llevar el equipo de psicología deportiva del Centro de Alto Rendimiento de Madrid desde 1990 hasta diciembre de 2022. Él sitúa la pandemia como detonante definitivo de este crecimiento, aunque la vertiente deportiva se haya desarrollado de forma mucho más paulatina y controlada.
También es de recibo reiterar, porque quizás esté menos claro a estas alturas, que no es imperativo que un deportista sufra un trastorno o enfermedad mental para acudir a terapia, sino que es parte intrínseca de su entrenamiento al mismo nivel del aspecto físico, técnico y táctico. Aunque los casos que suelen salir a la palestra vayan acompañados de algún trastorno al que darle nombre y bombo.
Héroes ‘a la americana’
El deporte español y europeo tienen complicado situar un antes y un después en lo que se refiere a esta rama de la medicina deportiva. Por contraparte, Estados Unidos bien podría tejer un hilo conductor que cuente la historia del desarrollo de la psicología deportiva dentro de sus fronteras a través de los testimonios y casos que han afectado a algunos de sus deportistas más mediáticos.
Probablemente, Michael Phelps sea el primer gran adalid de la psicología aplicada al deporte en Estados Unidos. El mejor nadador de todos los tiempos nunca dudó en hablar de sus episodios de depresión y ansiedad, y a partir de 2015 quiso llevar su discurso a la primera plana mediática para servir de inspiración a los deportistas más jóvenes.
Esto y el goteo de deportistas que hablaban de psicología deportiva sin tapujos, llevaron a casos igualmente sonados como los de Naomi Osaka (de origen japonés pero crecida en EE.UU.) y Simone Biles. Quienes admitieron verse paralizadas por la presión en plazas del tamaño de Roland Garros o unos Juegos Olímpicos.
En este tiempo, la NBA se ha convertido en una especie de buque insignia de la salud mental en el deporte. Empezando por el ejemplo que marcaron DeMar DeRozan y Kevin Love hace ya un lustro. Sus casos y el del resto de jugadores impulsaron una normativa por la que la NBA obligaba a las franquicias a contar al menos con un profesional de la psicología a partir de la temporada 2019-20.
Cuando te identificas con alguien te das cuenta de que no eres único. Y eso ayuda a la sociedad, a nosotros los profesionales y al resto de deportistas
España y Europa también cuentan con sus propios casos mediáticos. Probablemente Andrés Iniesta se convirtiese en el mayor de ellos cuando admitió haber acudido a terapia por la depresión que sufrió a raíz de la repentina muerte de su amigo Dani Jarque. “Mi única intención fue explicarlo y transmitirlo con toda la tranquilidad“, contaba el año pasado.
Alba López Pérez, psicóloga especializada en el deporte, fundadora de Psycoinvisible y coordinadora del área de psicología de Unicaja de Málaga; agradece que haya deportistas reconocidos que dediquen un espacio para hablar de salud mental: “Cuando te identificas con alguien te das cuenta que no eres único. Y eso ayuda mucho a la sociedad, a los profesionales y al resto de deportistas”.
Pablo del Río coincide, “ahora llega Carlos Alcaraz diciendo que trabaja con su psicóloga y eso es bueno. Y Carolina Marín hablando de su psicólogo después de ganar un mundial o unos Juegos Olímpicos es muy positivo”, dice.
No me gusta que se haga leña del árbol caído
Aunque añade un matiz: “Que Simone Biles salga como sale en unos Juegos Olímpicos es tremendo. Pero no me gusta que se haga leña del árbol caído [en casos de gravedad]. Llevo 40 años en la profesión y el número de casos patológicos entre deportistas que he tenido que derivar a un psiquiatra no llega al 1%”.
El psicólogo incide pues en que importa más la forma de transmitirlo que el mensaje en sí, y ahí entra la labor de los medios. Estos a menudo pasan por alto declaraciones a las que los profesionales de la salud mental le dan una gran relevancia, y sitúa en el foco titulares que buscan el impacto.
“Ya es cosa de la prensa decidir si poner las cosas en la primera, la tercera o la última página”, apunta Alba. “No me gustaría que la psicología se pusiera de moda. Formamos a los deportistas para que no hablen solo de lo negativo“.
Del Río incluso propone la celebración de una jornada junto a la prensa deportiva. “Ahora soy presidente de la Asociación de Psicología Deportiva en la Comunidad de Madrid y creo que sería interesante“, dice sabiendo que la mala praxis en cuanto a la salud mental en los medios proviene mayormente del desconocimiento de la psicología deportiva.
Mismas metas, distintos medios
Por su entorno, Alba y Pablo representan perspectivas totalmente distintas. Ella ha desarrollado toda su carrera desde el sector privado, lo que le ha permitido crear y evolucionar su propio equipo y modelo.
En el Centro de Alto Rendimiento no damos abasto. He llegado a llevar a 90 deportistas en un año
En ‘el otro lado’, Pablo siempre ha dependido de la administración pública para efectuar su tarea en el Consejo Superior de Deportes, con las limitaciones que ello conlleva. “En el Centro de Alto Rendimiento estábamos yo, una psicóloga con contrato temporal y un chico en prácticas ocupándonos de todos los deportistas internos y algunos externos. No dábamos abasto. […] He llegado a tratar a 90 deportistas en un año”.
De hecho, llama poderosamente la atención descubrir que el modelo ideal que propone Pablo: “interdisciplinar, que trabaje también con los entrenadores y las familias“, sea básicamente el que Alba y su equipo desarrollan en Psycoinvisible. “El trabajo debe ser en equipo y debe ser un trabajo práctico que incorpore a las familias y a los entrenadores“, cuenta ella.
“El problema es que no hay un plan ni a medio ni a largo plazo. Yo tengo una estrategia detallada y se la he presentado [a la Administración], pero no la quieren. Los que deciden son políticos, y están ahí de paso. Siguen viendo esto como un gasto, no como lo que es: una inversión“, matiza el experimentado psicólogo añadiendo que no existe unificación de criterios entre federaciones con respecto al cuidado de la salud mental del deportista.
No es oro todo lo que reluce a orillas del Misisipi
Estados Unidos se ve afectado por fallas similares, donde sector privado y público se encuentran en puntos completamente distintos. Es más, el peso que tiene la psicología deportiva en el COE y el CSD es ostensiblemente superior al del Comité Olímpico Estadounidense (USOPC por sus siglas en inglés).
Dicen que ofrecen apoyo, pero no ofrecen nada
En 2020, Michael Phelps criticó duramente al USOPC por la falta de cuidados psicológicos de los deportistas internos en sus programas. El pasado octubre, seguía siendo igual de pesimista. “Dicen que ofrecen apoyo, pero no ofrecen nada. No vi que se hiciese nada en la rama de salud mental cuando yo competía, y tengo muchos amigos que han formado parte del ciclo de Tokio 2021 que siguen sin atisbar avance alguno“, contó en Sports Illustrated.
A nivel interno, el panorama del deporte olímpico español sí cuenta con una estructura reconocible y “por primera vez en 2016 el COE acertó introduciendo la psicología entre sus equipos médicos oficiales para los JJ.OO. de Río y lo volvió a hacer en Tokio“, cuenta Pablo del Río. Quien también ve un cambio de paradigma en el aumento de las ayudas que han recibido los deportistas más excelentes. “Gracias a ello pueden permitirse acudir a psicólogos particulares“, añade.
Fútbol, un animal aparte
No hay trampolín mediático en el deporte patrio como el fútbol. Concretamente el masculino de Primera división. Y en este escenario, la psicología deportiva no goza de la presencia esperable en un contexto de máxima élite. Los clubes no son transparentes con respecto a su departamento de psicólogos interno, y el último estudio con datos fidedignos data de la temporada 2017/18.
La Revista de Psicología Aplicada al Deporte y al Ejercicio Físico recogía entonces que, de los 20 clubes de Primera División, 16 contaban con psicólogos que actuaban en el fútbol base, pero solo seis en el primer equipo (ahora mismo solo hay registro de cuatro conjuntos que cumplen ambos requisitos). De un tiempo a esta parte, clubes como el FC Barcelona han incluido profesionales como Rocío Pomares y su equipo al staff que trabaja con la primera plantilla. Pero sigue lejos de ser la norma.
Los futbolistas profesionales con los que he trabajado vienen desde el oscurantismo
En esto influyen diversos factores, siendo el primero el hecho de que los tabúes que se han derribado en otros lugares, no terminan de hacerlo en el fútbol. “Los profesionales a los que he tratado vienen desde el oscurantismo. Porque si alguien ve a un futbolista en mi consulta igual piensan que le pasa algo“, apunta Pablo del Río.
Alba, que está acostumbrada a trabajar con los jugadores del primer equipo de Unicaja, coincide en esta observación: “Muchas veces no nos interesa que nuestra labor se vea. Hemos trabajado en algunos equipos sin que esto salga a la luz“.
Otro aspecto a tener en cuenta es la volatilidad que afecta a la industria del fútbol. “Los jugadores y entrenadores de Primera división suelen tener un año o dos de contrato. Y la contratación de un psicólogo se lleva de forma distinta en cada club, por lo que se convierte en algo temporal“, explica. “También, como adulto, el jugador muchas veces cuenta con su propio staff y, al ser algo tan personal, siguen con él aunque cambien de equipo“.
Desde la cantera se viene trabajando más y tarde o temprano se trasladará a los primeros equipos
Al hilo de esto, cada vez es más común que el futbolista hable con naturalidad de su relación con la salud mental y la psicología deportiva. Álvaro Morata, Sergio Canales, Íñigo Martínez, Borja Iglesias o Sergi Darder son algunos ejemplos más o menos recientes que han admitido trabajar con un psicólogo y los beneficios que este ha tenido en su rendimiento y bienestar.
Además, Alba incide en que el actual panorama del fútbol profesional “es temporal“. Porque “desde la cantera se trabaja más” y tarde o temprano esto se impondrá en la disciplina del primer equipo de forma generalizada.
Lo que está por venir
Belén Lebrijo, psicóloga deportiva del equipo trabajo de Alba en Unicaja, apunta a las generaciones más jóvenes como motor de un panorama ilusionante de cara al futuro. “No solo nuestra generación, sino sobre todo la que viene, los adolescentes lo tienen normalizado“, cuenta. “En Tik Tok hay psicólogos que te ‘tratan’ y hablan de patologías, a lo que los jóvenes están expuestos”, añade aludiendo a cierta democratización de la psicología.
Del bombo y el platillo a la práctica
En esta empresa, juegan un papel primordial los deportistas que deciden proceder por cuenta propia. La organización de Michael Phelps, enfocada en otorgar ayudas formativas a jóvenes a través del deporte, pone un especial énfasis en la parte de la salud mental. A partir de sus confesos episodios de ansiedad y depresión, Kevin Love ha puesto en marcha varios proyectos que buscan la innovación en el campo de la psicología, así como aplicaciones móviles que la acercan al usuario.
Ricky Rubio, que ha mamado la cultura estadounidense desde 2009, se ha convertido en uno de los principales portavoces nacionales a la hora de hablar de salud mental en el deporte. Haciendo el esfuerzo consciente de impulsar el tema al centro del discurso a partir de la gestión emocional que llevó a cabo durante la enfermedad y pérdida de su madre.
Su fundación, orientada en un principio a recaudar e invertir fondos en la lucha contra el cáncer de pulmón que se llevó la vida de su madre en 2016, cuenta también con un programa de ayuda infantil para dotar a los niños de competencias psicosociales a través del baloncesto y la pedagogía.
Esto no implica que el deportista se vea obligado a abordar estos problemas por imposición, tan sólo una vía de evolución y aportación real que no se estaría llevando a cabo de otra forma. No quedándose en el testimonio, valioso a todos ojos, sino yendo más allá con la implicación personal y los medios que les ha proporcionado su carrera deportiva.
Por supuesto, mucho de este trabajo se podría arrojar por la borda si el mensaje del deportista no se transmite con precisión, rigor y empatía, y sin caer en sensacionalismos. Como intermediarios, los medios de comunicación tienen un papel crucial a la hora de llevar estos temas, no solo a la población, sino a las instituciones que en un futuro deban ponderar la importancia de una disciplina médica históricamente ignorada en España. Que la transparencia de Biles, Osaka, Thiem, Iniesta y compañía no se quede en un titular.
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