El Leonardo Da Vinci de hoy

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Carlos Blanco Fadol, es un amante de la música ancestral, de todo tipo de sonido donde él encuentra siempre esas notas musicales de la vida y del tiempo. Su corazón es un repertorio de versos y su alma una estela que alumbra siempre la esperanza, dando sus toques personales le hacen aún más bella e irresistible al oído de cualquier ser vivo.

Le conocí como un caballero andante, como un explorador de ilusiones en la búsqueda de la cultura basada en los miles de instrumentos que hay repartidos en miles de culturas ancestrales y tradicionales. Me topé con su museo en Busot (Alicante)  de forma fortuita y al conocer su historia y su vida, no dude ni por un momento que debía entablar amistad con un genio y amante de la música. Vi, sentado en la sala de este pequeño museo de Carlos un documental donde además de enseñarnos como la deforestación avanza en el amazonas, nos contaba como introdujo de nuevo un instrumento musical a los Yaguas (pueblo indígena del amazonas) que habían olvidado, para formar parte de nuevo en sus vidas. Que historia más hermosa. El ya lo cuenta en su libro “La sonrisa oculta de la música”.

Fotografía: Pedro Pozas Terrados. Carlos enseñándome la enciclopedia escrita por él de muchos de los instrumentos expuestos en sus museos, junto a fotografías y recuerdos de su camino por la vida.

Dice ser humildemente caminante solamente, caminante de la vida, pero sin duda es mucho más que eso, es un compositor, un inventor, un poeta, un escritor, un dibujante, un cantautor, un etnomusicólogo-investigador, un científico, un humanista y un gran amigo. Yo le aseguro que es el Leonardo Da Vinci de nuestros días. El me lo niega, pero los hechos lo demuestran. Ha fundado tres museos, sin contar lo que tiene depositado en su domicilio, de todos los miles de instrumentos que lo largo de su vida ha podido conseguir. El más grande  de ellos está ubicado en Barranda-Caravaca (Murcia). Autor de numerosos libros, entre ellos una enciclopedia de gran volumen, otro de relatos, de versos, de pensamientos. Realiza conferencias magistrales en muchos países. Ha grabado discos  y compuesto bandas sonoras para cine. Ganador  del Festival Internacional de Costa a Costa (Uruguay). Ha sido nombrado varias veces como candidato a los Premios Príncipe de Asturias y también a las Artes (2006) y a la Concordia (2009). Y habría mucho más que contar de él, además de fabricar por él mismo un órgano de bambú y más de 80 instrumentos musicales.

Ante este amplio currículum, nadie puede decirme que no es el Leonardo Da Vinci de nuestro tiempo.

Fotografía: Pedro Pozas Terrados. Carlos en su escritorio repasando sus cuadernos de inventos musicales.

Su sencillez,  amabilidad, desprendimiento y entrega, le hace ser una persona especial, de las pocos que quedan, donde no le da importancia a su prestigio, sino sólo a la experiencia de haber sido un caminante por los senderos inciertos de nuestro planeta, un poeta que hace sentirnos con sus versos como pájaros voladores de nuestra existencia, un músico que con sus notas nos hace trasladarnos al bello universo de las notas musicales.

Podría tener más calificativos hacia este gran genio de la música, pero son más importantes sus palabras que las mías y a continuación, en la entrevista, sus palabras lo dicen todo, sus expresiones y contestaciones llegan al corazón y hacen temblar la piel, como uno de los cientos de tambores que ha conseguido para su gran colección etnográfica musical.

Seguramente, si Carlos hubiera vivido en los tiempos de Leonardo o al revés, sin duda se habrían encontrado en el camino para contarse sus experiencias, sus inventos, sus logros y sus pesares. Habrían sido muy amigos y habrían compartido la ciencia de la vida.

 

ENTREVISTA A CARLOS BLANCO FADOL

 

1.- Estimado Carlos… ¿Qué sientes cuando tocas un instrumento musical?

Es como completar la ficha de un puzle que faltaba para sentirme pleno. Una vez escribí en un pensamiento que “la música es la medicina de la insatisfacción de alma”.

2.- Has recorrido mucho mundo buscando primero la aventura y después la cultura musical en cada rincón de la Tierra. Cuando encuentras un nuevo instrumento musical para tu colección, ¿es como encontrar un tesoro?

Más que el encuentro con un nuevo instrumento musical, la emoción más intensa surge al momento de investigarlo, compararlo, definirlo o descubrir que sus raíces provienen de otras culturas, algunas tan lejanas, que les he seguido el rastro por cuatro continentes. Tal es el caso del Rabab de Afganistán en Asia, del Rebab del Magreb en África, del Ravel en España, Europa y del Ravé en Paraguay en América. Es el viaje del mismo instrumento que, sufriendo algunas modificaciones, recorrió el mundo a lo largo de los siglos. Con este trabajo intento acercar la música a las diferentes culturas del mundo. El saber que comparten raíces comunes hace más próximos a los seres humanos, y actúa como escudo a la crisis de valores que asola actualmente al planeta. Tal vez, por ello, mantengo latente la esperanza de que algún día los pueblos de la Tierra vuelvan a recordar que todos somos hermanos al margen de la religión, las etnias, las ideas… 

Todas estas investigaciones aportaron un granito de arena en mi segunda nominación a los Premios Príncipe de Asturias en 2009. 

Fotografía: Pedro Pozas Terrados. Cuadernos de apuntes de sus inventos y diarios. Una joya para la historia musical.

3.- Siempre he dicho desde que te conocí y me abriste tu corazón y tu casa hasta hacernos amigos, que eras el Leonardo Da Vinci de nuestra época. Tienes cuadernos y dibujos de inventos musicales tuyos que te gustaría realizar algún día. ¿Qué te inspira para crearlos?

Bueno comparar mi humilde trabajo con la obra de Leonardo, mi gran inspirador, es una quimera. Yo me siento un caminante con inventiva y nada más. A lo largo de mi vida he escuchado varias veces, incluso en los medios de comunicación mi comparación con el genio de Leonardo y siempre he manifestado que no lo siento así. El dominar muchas artes e inventar instrumentos y otras cosas, no pueden elevarme a un lugar que no me corresponde. Es más, podría explicarlo así:   mi faceta de inventor comenzó a fraguarse desde mi tierna infancia gracias a la relativa amistad con mi vecino, el hijo de un poderoso y acaudalado empresario de la ciudad, un niño caprichoso que anhelaba poseer todo lo que yo tenía.  Si el día de Reyes me regalaban un juguete innovador, al día siguiente dicho niño lo poseía; si el día de mi cumpleaños mis padres me obsequiaban un original regalo, mi vecino a su vez lo adquiría inmediatamente. Por tal motivo comencé a defender mi identidad infantil construyendo y creando mis propios juguetes: un seudo coche con tablas y ruedas de maderas, donde incluso, aunque se desarmara continuamente, podíamos subirnos encima unos segundos con mis amigos; una guitarra fabricada con una lata vieja y un palo de escoba, un cuchillo de madera pintado de azul y verde… Y la estrategia dio resultado, mi caprichoso vecino, ante su desesperación, no podía comprar con dinero lo que mis manos creaban. Y así, defendiendo mi dignidad infantil, nació el inventor.

Lo que si es una realidad, son los muchos cuadernos con invenciones que no podré desarrollar porque la vida tiene un límite, y en eso sí que coincido con Leonardo. Pero ahí quedaran, para otras generaciones que quieran investigar los apuntes del viejo caminante. 

4.- Gracias a la colección que has adquirido a lo largo de tu vida, bien por instrumentos musicales conseguidos o donados, has podido crear dos museos. ¿Te sientes orgulloso de ello?

En realidad, cuando me fui del país donde nací, no tenía muchas pretensiones. Partí de Uruguay apenas superada la mayoría de edad, portando una guitarra y escasos medios económicos. Buscaba en la universidad de los caminos, otras huellas de sabiduría que me llevaran al encuentro de una utopía que soñaba, sin saber con certeza en qué consistía. No obstante, compensaba ir en su búsqueda viajando por la vida, porque desconociéndola, guardaba la esperanza de encontrarla en donde menos podía esperarla. Probablemente eran excusas para curar dolorosas heridas del alma, que mejoraban con cada kilómetro recorrido. Tuve que deambular por los cinco continentes para sanarlas. Los caminos me surgían plagados de vicisitudes que, confabulados con mis aptitudes musicales, me llevaron más lejos de lo que jamás podría imaginar.  Si en aquellos tiempos, alguien me hubiese dicho que iba a crear tres museos de música étnica en España me hubiera desternillado de risa.

 

Fotografía: Pedro Pozas Terrados. Parte de sus reconocimientos y premios adquiridos en el mundo.

5.- Tienes incontables reconocimientos, diplomas, premios que te han concedido en diversas partes del mundo. ¿Cuál o cuáles son para ti los más especiales?

Los trofeos, premios y diplomas son efectivamente de varios países del mundo. A veces cuando los contemplo me veo separado de su destino. Una sensación de sentirme ajenos a ellos, como si otra persona fuera en realidad el destinatario de tantos reconocimientos. Y no se trata de falsa modestia. Intuyo que a veces,  mi filosofía de caminante me limita regodearme de los elogios, porque el pensamiento da prioridad a otros derroteros que me ofrecen la posibilidad de ser útil ayudando a los demás, como sucede con mi vida estos últimos años, en concreto con las personas ciegas.  Otras veces me alegra que los premios, diplomas y demás, sean sinónimo de haber servido en alguna parte para enaltecer la cultura musical de los pueblos del mundo y que mis metodologías e inventos colaboren para dar mejor calidad de vida a diferentes discapacitados. Bueno, para contestar a tu pregunta de forma concreta, creo que los diplomas otorgados por las asociaciones de ciegos de España y México son los que más me han llegado al corazón.

 

Fotografía: Pedro Pozas Terrados. Carlos en la puerta de su museo de música étnica en Busot (Alicante)

6.-  Al fin has decidido crear una Fundación para que tu legado perdure en el tiempo y sea tu huella en la vida. ¿Cómo se llama, cuales son los objetivos de dicha fundación?

Si, hace muchos años que esperaba este momento. Se llama Fundación Carlos Blanco Fadol y ha sido creada gracias a los Patronos que la integran, personas que destacan por su calidad humana, su destacada profesionalidad en diferentes disciplinas, y por supuesto por la amistad que nos une. Los objetivos de la Fundación tienen dos vertientes bien definidas: la conservación, difusión y potenciación de la música étnica universal y las actividades altruistas enfocada en el plano musical hacia personas con diferentes discapacidades: visuales, físicas o psíquicas.  

7.- ¿Cuál ha sido tu mayor creación en tus más de 80 instrumentos musicales inventados por ti?

Te contesto sin ninguna duda:  la creación de un órgano de bambú único. Se trata de un instrumento de tubos de bambú que realicé utilizando planos propios, algunos elementos creados exclusivamente para su construcción y la utilización exclusiva de herramientas manuales. La no utilización de herramientas eléctricas me acerca a los antiguos maestros del renacimiento y me produce, cuando consigo lo que me propongo, una satisfacción complementaria. Es el segundo órgano de bambú que se ha fabricado en el mundo, el primero fue construido por el agustino recoleto y musicólogo español Fray Diego Cera, en la iglesia de San José́, localidad de Las Piñas (Filipinas) durante la época colonial en el año 1824.

Es de destacar que dediqué a tiempo completo todo el año que duró la fabricación de dicho órgano, y pude sobrevivir gracias a la solidaridad del vecindario de Valencia que se volcó en ayudarme. Eran los años 80 del siglo pasado y mi economía entonces era extremadamente limitada, máxime que cuando me volcaba en una creación de estas características, le ponía una pasión de tal calibre que desdeñaba cambiar mi tiempo por dinero.

La calidad de sonido y dulzura del órgano de bambú puede escucharse en internet, ejecutado por el prestigioso concertista y ex ministro de cultura de Costa Rica, Don Manuel Obregón: 

8.- Además de ser un buen músico y tocar los cientos de instrumentos de tu colección, eres un escritor. Leer tus páginas es trasladarnos a una intensa aventura llena de peligros y satisfacciones, de pensamientos en el camino. ¿Qué libro o libros nos aconsejas leer?

Mi carrera literaria tiene diferentes vertientes. Comencé escribiendo libros de música: “Todo sobre música en caña y bambú”; “enciclopedia de los instrumentos musicales” (utilizado en el tercer ciclo de enseñanza); “Los instrumentos musicales del mundo, voluminosa obra bilingüe (español- inglés)”; entre otros. Luego fui derivando en libros de pensamientos, como “Reflexiones a orillas del camino”, que recibió el premio Talento en la segunda edición ilustrada. Después recopilé todas mis poesías en un voluminoso poemario “Caracolas de los vientos”. Los últimos años he hecho hincapié en los relatos, que incluye entre otros, mis memorias, aventuras, vivencias, destacando” la sonrisa oculta de la Música” que obtuvo dos premios literarios, uno en España con el sello “talento” y otro galardón en Estados Unidos en la “International latino Book Award 2022” de Los Ángeles. Mis libros más recientes son “Total si mañana nos vamos” e “Invenciones musicales de Carlos Blanco Fadol”.

Fotografía: Pedro Pozas Terrados. Carlos en su mesa de trabajo escribiendo dos libros que de próxima aparición.

9.- Estando en tu casa vi y escuché otro de tus grandes inventos. El barberófono, un instrumento idiófono accionado por agua. Dos símbolos de la vida que se unen en uno solo: el agua y la música. Cuando lo escuchas te trasladas a otro mundo lleno de paz, sin saber cuándo van a seguir tocando y de qué forma las notas aleatoriamente son impulsadas por el agua. ¿Qué significado tiene para ti y cómo se te ocurrió el barberófono?

Llorenç Barber es un músico compositor, introductor del minimalismo musical en España. Me une a él una amistad de muchos años. He colaborado en algunas de sus grandes producciones como la realizada en la gran Vía de la capital murciana; en la música con campanas de iglesias en ciudades; en los festivales de música contemporánea…y siempre he quedado impactado de su creatividad.

El último instrumento que he inventado, está compuesto por dieciocho gongs cromáticos de Tailandia y es el agua el impulso que produce su sonido. Sin embargo, este instrumento se revela de la mano del músico y se independiza de su criterio musical. El resultado es la incógnita de lo que puede sonar porque el agua se desplaza de forma aleatoria haciendo sonar los gongs de la manera más imprevista. Y ese minimalismo musical se transforma en un homenaje a Llorenç Barber, este gran músico y amigo. De ahí entonces me surgió la idea de bautizarlo con su apellido: Barberófono 

10.- Eres además el asesor científico del Proyecto Gran Simio. ¿Qué te hizo entrar en esta ONG en defensa de los grandes simios, sus poblaciones en libertad y de los pueblos indígenas?.

Creo que mi interés por los pueblos indígenas se gestó desde mi infancia, al ver como en las películas del oeste los presentaban como malvados. Desde entonces lo consideraba injusto, por eso me ponía de su lado cuando jugábamos con los niños a vaqueros e indígenas (omito la palabra “indios” al considerarlo un error geográfico de quinientos años de Cristóbal Colón, y que en algunas áreas se continúa utilizando de forma despectiva). Con los años, mi apoyo a los pueblos indígenas ha quedado patente con los trabajos en la Amazonía peruana, en las selvas de chaco paraguayo, en el norte argentino, el sur de Chile, o en México entre otros.

La última vez que visité un zoológico fue hace cuarenta años. En aquella oportunidad, captó mi atención la figura de un gorila prisionero en una jaula. Con la mirada fija, nos contemplamos no sé cuánto tiempo. Al salir de mi ensimismamiento, sentí que el simio me había transmitido con su silenciosa y casi humana mirada, un mensaje de angustia, de ayuda… Aún mantengo en la retina aquel momento, que fue el detonante para el rechazo visceral a los zoológicos y mi acercamiento a los grandes simios. Pero el momento esencial de mi inquietud por la injusticia que se comete con nuestros parientes evolutivos, surgió de la mano de un gran investigador y humanista: Pedro Pozas Terrados, que además me concedió el honor de nombrarme asesor científico del Proyecto Gran Simio que dirige, del cual me siento especialmente orgulloso

 

Fotografía: Pedro Pozas Terrados. Carlos junto con el autor de esta entrevista en la puerta de entrada del museo de Busot donde el visitante se topa con un mural en color donde Carlos se encuentra entre un pueblo amazónico de acogida.

11.- ¿Te arrepientes de algo? ¿Qué te falta por hacer?

Más que arrepentirme, siento melancolía por no haber tenido una familia. Es el precio que paga la vida del caminante.  

12.- Has pasado muchas penurias en la vida. Has dormido en la calle. Han atentado con tu vida. Te has codeado con personas importantes y de alto rango en la realeza. Has pasado hambre teniendo los bolsillos vacíos. Pero siempre has seguido hacia adelante. ¿Qué te ha impulsado a no caer en desesperación y continuar con tu música caminando hasta conseguir tus objetivos?

Partí de Uruguay superando la mayoría de edad y abandonando mis estudios terciarios. Con mi guitarra y escasos dólares en el bolsillo, buscaba en la universidad de los caminos otras huellas de sabiduría que me llevaran hacia la utopía que soñaba, sin saber con certeza en que consistía. No obstante, compensaba ir a su encuentro viajando por la vida, porque desconociéndola, guardaba la esperanza de encontrarla en donde menos la podía esperar. Probablemente eran solo excusas para curar dolorosas heridas del alma, que mejoraban con cada kilómetro recorrido. Tuve que deambular por los cinco continentes para sanarlas. Los caminos surgían plagados de vicisitudes que, confabuladas con mis aptitudes musicales, me llevaron más lejos de lo que jamás podía imaginar.

Al dejar el país donde nací, viví situaciones insólitas y dispares, aunque siempre manteniendo la dignidad y la honradez. Y así con veinte años, la vida me sorprendió durante mi periplo hacia el norte de América, cantando en autobuses para subsistir, durmiendo en los bancos de las plazas y a lo largo de los años, siendo huésped distinguido de la realeza europea. Como ejemplo de ello, la princesa Elizabeth de Chimay, Bélgica, admiradora y amiga, expuso mi obra musical en su castillo de Chimay y accedió que le enseñara a tocar instrumentos étnicos. Ese contraste de vida me descubrió como una persona sin clase social: al mendigo lo subo a mi nivel y al poderoso lo bajo al mismo nivel. De esta forma la conversación es fluida, acomodada y vislumbrando siempre una posible amistad.

 

Fotografía: Pedro Pozas Terrados. Carlos enseñando su cuna musical y al fondo se observa su invento Barberófono.

 

13.- Muchas veces pienso que existen personas verdaderamente dignas de ser reconocidas por su trabajo. Sinceramente pienso que tú eres una de ellas y que deberían darte el Premio Nobel de la Paz o de la Cultura, por unir mediante la música, a culturas y países diferentes pero que están unidos por algo tan grande y único como son las notas musicales tocadas por cualquier instrumento.  ¿Qué me dices a ello?

Conocí a Eduardo Galeano, ambos compartimos país de nacimiento: Uruguay. Eduardo fue candidato a Los Premios Príncipe de Asturias a las Artes, y yo fui al Premio Príncipe de Asturias a la Concordia  en 2009  y también al Premio Príncipe de Asturias a las Artes en 2006. El gran escritor y pensador me dijo un día, cuando supo de mi primera candidatura:

    — Carlos, no hagas mucho caso a los premios —

Debo reconocer que me aferré a su consejo y me ha ido de maravilla

14.- Conocí tu existencia visitando por casualidad tu museo de Busot donde expones parte de los instrumentos conseguidos ya que otro museo mayor se encuentra en Caravaca (Murcia). Me senté en una sala para ver un video que me impresionó mucho. En él además de denunciar la deforestación del Amazonas (tú has estado viviendo allí y lo conoces perfectamente), nos mostró cómo introdujiste un instrumento musical que una comunidad indígena había olvidado. Fuiste el maestro del pasado en un presente. Sin duda a partir de ese momento quise conocerte y no me arrepiento en absoluto de ser amigo de un gran sabio, de un científico de la vida y de la música. ¿Cómo lo hiciste y si fue sencillo? ¿Cómo lo aceptaron? ¿Qué se quedó en tu corazón al recuperar culturalmente un instrumento ancestral y devolverlo a sus verdaderos dueños?

Querido Pedro tu noble corazón habla con el cariño de la amistad. Yo no creo que sea un sabio, ni científico, ni un músico excepcional, me basta que me recuerden como un caminante — y espero seguir siéndolo–, que recorrió el mundo en aras de  un mundo mejor.

Con relación a mi experiencia con los Yaguas en Amazonas, te podría contar muchas cosas, pero en el libro “La sonrisa oculta de la música” tengo más espacio para explayarme en los relatos de ventura y desventura que me ha supuesto las veces que me he internado en la selva amazónica. Creo que en internet se puede leer. Eso sí, no me internaba con intenciones de expoliar, contaminar, desforestar como se hace habitualmente, sino con el ánimo de devolver un patrimonio musical perdido a una etnia que sufre las constantes amenazas de las empresas petroleras, madereras y de los buscadores de oro (garimpeiros). Sufrí por ello un atentado en el río amazonas con todo el equipo de filmación, ya que grabamos escenas no muy favorables para las empresas madereras. Pero sobrevivimos y se pudo denunciar. Apoyo lo que digo , con este breve documental:

 

15.- Para terminar ¿puedes entregarnos lo que tu pluma y tú música en estos momentos dicta tus sentimientos, tu alma y tu corazón?.

“Mi sentimiento”, es el agradecimiento al amigo que me ha ofrecido el reportaje; “mi alma”, va cargada de amor hacia las personas que me han permitido ayudarlas y “al corazón”, lo despido con este pensamiento poético — que tiene tal vez un trasfondo de innovación literaria — del libro de pensamientos “reflexiones a orillas del camino” que reza:

 

Fotografía: Pedro Pozas Terrados. Carlos en la terraza de su casa descansando tras una dura jornada de trabajo. La naturaleza rodea su vida.

“ Cuando yo no exista, en el mismo instante de mi muerte, alguien soltará una sonora carcajada en algún lugar del planeta; los amantes llegarán al éxtasis amoroso ; un padre elevará hacia el cielo con emoción a su primer vástago; el río seguirá su curso amamantando las selvas tropicales; el relámpago descubrirá en la noche los enormes ojos de un niño; el viento inmovilizará al ave en el espacio; la lluvia reflejará en el cristal serpenteantes gotas multicolores, mientras el arco iris seguirá ilusionando con sus tesoros escondidos. Nada repercutirá en el ocaso del viejo caminante. Aún después de desperdigar sus raíces por los cuatro rumbos del mundo, la rosa de los vientos seguirá marcando el norte. ¿Quién nos embaucó entonces inculcándonos la importancia de nuestra arrogante presencia? Si al igual que los árboles en el otoño, yo, tú, él, somos hojas, un tiempo verde, y una vez secas, nos fundimos con el último vuelo para desaparecer eternamente en la corteza madre.

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