El síndrome de la mujer agotada: 6 consejos para recuperar tu energía

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El cambio de los roles tradicionalmente asignados queda cada vez más patente en nuestra sociedad. Aún así, la carga mental sigue teniendo un género. Así lo recuerda un estudio realizado por el Departamento de Sociología y Antropología Social de la Universitat de València: “Aunque en algunas parejas hay una mayor disposición por parte de los hombres a hacer tareas que no solían realizar antes, como poner lavadoras, cocinar, ir a la compra o compartir horas de juego con los niños, la carga mental y organizativa sigue recayendo en las madres”.

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“Son ellas las que hacen malabarismos para coordinar y dedicar tiempo a todas las partes de su vida, muchas veces renunciando a tiempo para ellas. Madrugando para poder sacar adelante las horas de trabajo, conectadas continuamente a sus correos profesionales, mientras educan, cuidan y gestionan las necesidades de la casa. Y están agotadas. Es lo que se conoce como el síndrome de la mujer agotada. El mal del siglo XXI”, afirma Mónica García, coach de liderazgo personal y profesional y fundadora de “El Factor Humano”.

¿En qué consiste?

En España, este síndrome aún no se trata como un mal diagnosticado, pero en Inglaterra, el Servicio Nacional de Salud ya usa el término TATT que equivale a “Tired all the time”, es decir: cansadas todo el tiempo.

Este cansancio vital que acaba provocando un agotamiento y mal humor crónico, se ha visto acentuado en los últimos años, en parte por la pandemia. ¿Pero cómo enfrentarse a ello? ¿Es posible salir del bucle? García ofrece seis consejos.

1. Prioriza el sueño

El sueño es lo primero que soltamos. “Me quedo más tarde por la noche” o “me levanto antes” es en lo primero que pensamos cuando vamos mal de tiempo. Cuando lo que no nos damos cuenta es que el tiempo no es tan importante como el nivel de atención y concentración que tenemos al realizar la tarea. De hecho, que tardemos más o menos en una tarea, al igual que la calidad de esta no depende del tiempo que le dedicamos, tanto como la calidad de nuestra atención.

Para muchos dormir todavía es considerado como una pérdida de tiempo cuando la ciencia nos dice todo lo contrario. A nadie se le ocurre hacer un viaje largo sin asegurarse de que el coche lleva gasolina. Sin embargo, vemos normal dormir poco e ir a trabajar como que no pasa nada.


El sueño es reparador desde el punto de vista que pone a punto nuestros órganos, realiza una limpieza para deshacerse de los residuos creados durante el día y renueva los depósitos de lo que si vamos a necesitar. ¿Puede funcionar el coche sin haber limpiado el filtro del aceite? Sí. Lo mismo nuestro cuerpo, pero no va a funcionar igual y puede ser que tenga consecuencias no deseadas a largo plazo.

Es recomendable dormir entre 7 y 9 horas, 1 o 2 horas antes de ir a dormir baja el ritmo de actividad, evita empezar conversaciones que requieren resolver o solucionar problemas o tareas que te activen mentalmente, evita mirar pantallas (móviles, tablet), mantén las luces con intensidad baja. Es recomendable que la habitación esté completamente a oscuras y la temperatura no muy alta.

2. Renueva la energía durante el día

A la hora de gestionar la energía lo peor que podemos hacer es esperar a descansar al final de día cuando estamos ya exhaustos. De hecho, es muy común seguir haciendo cosas precisamente hasta que no podemos más, llevando nuestro cuerpo a un límite del que es más difícil recuperarse. De ahí que sea aconsejable renovar la energía durante el día y hacer descansos, que sean realmente descansos. No descansos para aprovechar a hacer otras cosas.

Para ello es recomendable estirar el cuerpo de forma regular, asegurarse de que te mantienes hidratado (ten en cuenta que para cuando tienes sed es síntoma de deshidratación), que los alimentos que ingieres te dan la energía más apropiada para la actividad que vas a realizar.

También ayuda el completar de forma intencionada una actividad antes de pasar a otra. Esto lo podemos hacer tomando un par de respiraciones. En la primera respiración me digo, dejo atrás lo que estaba haciendo, en la segunda respiración, durante la siguiente hora mi foco estará en la siguiente actividad. De esta manera, evitamos ir acumulando energía no útil de una actividad a otra.

3. Hazte con el mando de la atención de tu mente

Cuando estás a lo que estás la energía que se consume es menor que si tienes la atención dividida en varios frentes diferentes. De ahí que sea muy rentable energéticamente hablando el enfocarse en una sola cosa cada vez. Lo que se llama trabajar en serie. Es decir, hago una cosa, cuando la acabo continuo con otra y así sucesivamente.

De esta manera, no solo no gastamos tanta energía, sino que además generamos energía de satisfacción y ánimo al ver que vamos avanzando. Para mantener la atención donde la queremos es recomendable reducir el máximo número de distracciones posibles.

Si sabes que no vas a contestar al correo electrónico o al teléfono, entonces apaga las notificaciones. Porque cada vez que una de esas notificaciones llama tu atención, tú tienes que regresar tu mente a la tarea haciendo un gasto innecesario.

Otra de las acciones que nos agota sin casi darnos cuenta es el tener que tomar decisiones constantemente. De ahí que revisar el día para ver qué decisiones tenemos que tomar y reducir ese número te ayudará a gestionar mejor tu energía y no agotarte. Por ejemplo: en vez de decidir todos los días que comer y cenar, crea un menú para la semana. Da confianza a las personas de tu equipo para que tomen ciertas decisiones en vez de preguntártelas a ti.

4. Cultiva una mentalidad de libertad

Si algo nos agota son la cantidad de obligaciones que tenemos y que vamos acumulando según nos vamos haciendo mayores. Cuando pensamos en lo que vamos a hacer como en una obligación es posible despertar la resistencia a hacer algo sobre lo que no tengo elección.

La propuesta aquí es que pasemos de la obligación a la elección, pasar del qué tengo al qué elijo. Este simple cambio reduce el nivel de resistencia ante muchas de las actividades de nuestro día a día, reduciendo mucho de nuestro estrés, cabreo o queja.

Piensa en porqué lo quieres hacer, qué beneficio te ofrece. Quizás sea porque es afín con tu forma de ser, porque así honras el valor de deber o de tu palabra. Y si no encuentras un beneficio, quizás sea el momento de que revises si lo que es necesario es darte el permiso de decir no y buscar alternativas. 

5. Atiende la relación contigo misma

El conflicto con uno mismo, bien sea en forma de auto exigencia, bajo auto reconocimiento o comportamientos que nos hacen sentir mal con nosotros mismos significa un gran desgaste energético. De ahí que prestar atención a la relación que uno tiene consigo mismo, cómo se habla o se trata, sea clave para empezar y acabar el día con mayor energía. 

En este aspecto puedes considerar el convertirte en una buena amiga o compañera. De esas que siempre tienen tiempo para escuchar, una palabra de ánimo y sobre todo, que te ven guapísima y capaz.

Este trabajo es el que nunca deberíamos subcontratar. Porque como me siento conmigo influye en cómo me siento con los demás. Cómo son nuestras relaciones personales y profesionales tiene mucho que ver en cómo es la relación con una misma.

Una de las fuentes de estrés y agotamiento es precisamente el tiempo que dedicamos física y mentalmente a relaciones que no son como queremos. Por eso es recomendable crear mayor armonía en la relación contigo misma y como forma de generar una mayor armonía en el resto de relaciones en tu vida.

6. Elige la información que consumes

Nuestro entorno está enviándonos información continuamente a través de redes sociales, noticias, conversaciones, llamadas por teléfono, emails. Y toda la información que consumimos tiene el poder de influenciarnos emocionalmente y por lo tanto físicamente.

Seguro que recuerdas una conversación o una noticia que te ha dejado cambiado el humor par el resto del día. No dediques tu tiempo a aquello que se sale de tu control, que despierta estados de impotencia o frustración. Mantente en lo que está en tu círculo de influencia y así evitarás así mucho del estrés innecesario que acumulamos a lo largo de nuestro día y de nuestras vidas.

Por último, pide ayuda concreta y específica en vez de “echar en cara” o exigir. Si no llegas a algo compártelo desde la vulnerabilidad, déjate ayudar y sobre todo ábrete a ver el valor en otras formas de hacer lo mismo.

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