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Jaime Sabines, uno de los mejores poetas mexicanos del siglo XX, murió el 19 de marzo de 1999. Su influencia fue tan grande que con la sencillez de su lenguaje, supo llegar a sus lectores quienes peleaban por obtener un lugar en las salas del Palacio de Bellas Artes o en la sala Netzahualcóyotl de Ciudad Universidad con el propósito de escucharlo recitar sus poemas.
Con sus poemas ilustra sobre la condición humana, la soledad, el paso del tiempo, la muerte y el amor, y más de uno ha deleitado a su pareja con algunas de sus frases como “espero curarme de ti”, “no es que muera de amor, muero por ti” o “tú tienes lo que busco, lo que deseo, lo que amo”.
Para recordar a este símbolo de la poesía mexicana a 20 años de su muerte, decidimos hacerlo como a Sabines le hubiera gustado: leyéndolo. En caso de que no conozcas su obra, las siguientes frases despertarán tu interés por conocerlo.
“Mansamente, insoportable, me dueles. Toma mi cabeza. Córtame el cuello. Nada queda de mí después de este amor”.
“Morir es retirarse, hacerse a un lado, ocultarse un momento, estarse quieto, pasar el aire de una orilla a nada y estar en todas partes en secreto”.
“La poesía ocurre como un accidente, un atropello, un enamoramiento, un crimen; ocurre diariamente, a solas, cuando el corazón del hombre se pone a pensar en la vida”.
“Me encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma en serio. A él le gusta jugar y juega, y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta definitivamente”.
“No hay nada que deseé más que odiarte, olvidar tu sonrisa y tus noches de poesía, muérete, acaba ahora con el suplicio de tu moribunda mirada, acaba de un suspiro con la marga incertidumbre de tus lagrimas, y una vez mueras yo moriré contigo”.
“No hay que llorar la muerte, es mejor celebrar la vida”.
“Los escritores no te dejan copiar su estilo, si acaso su libertad”.
“La poesía es un acontecimiento humano y la puedes encontrar en cualquier parte, a cualquier hora, sorpresivamente”.
“Ojalá te encuentre por aquí, en alguna calle del sueño. Es una gran alegría esta de aprisionarte con mis párpados al dormir”.
“Nos morimos, amor, muero en tu vientre que no muerdo ni beso, en tus muslos dulcísimos y vivos, en tu carne sin fin, muero de máscaras, de triángulos oscuros e incesantes”.
epc/RL
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