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Carmen Sigüenza – 28 junio, 2023
Periodista y escritora, Inés Martín Rodrigo, ganadora del Premio Nadal en 2022 por su libro “Las formas del querer” ha decidido dar un paso al frente en estos momentos “en los que la situación sociopolítica empieza a enturbiarse y complicarse” y publica “Una homosexualidad propia”, un libro breve pero muy intenso, cargado de honestidad sobre el descubrimiento de su sexualidad y la reivindicación de la palabra lesbiana, en su contenido y en su forma, ya que cree que ha sido una palabra bastante “invisible y eclipsada por la connotación de insulto”.
“Es una palabra que me parece que contiene una belleza muy importante. Es hora de que intentemos despojarla de todo lo malo que ha ido acumulando a lo largo de las décadas y la reivindiquemos como una palabra hermosa, como una palabra bella, como un orgullo, nunca mejor dicho”, explica la autora de “Azules son las horas” en una entrevista con Efeminista.
“Marimacho” o “machorra” son algunos de los términos despectivos con los que se adornaba a la mujer; primero cuando eran estériles y después cuando no se ajustaban al patrón heteronormativo desde el principio de los tiempos. Luego vino la poeta Safo, nacida en torno al año 600 a. c. en la isla griega de Lesbos, donde enseñaba poesía, música y otras artes a las jóvenes y donde componía versos de amor para ellas. De ahí viene la palabra lesbiana.
“Una homosexualidad propia”, de Inés Martín Rodrigo
Pregunta (P).- ¿Por qué escribe este libro ahora?
Respuesta (R).- Todos mis libros responden a una necesidad, tanto de ficción como de no ficción, pero yo creo que este es el que responde a una necesidad mayor, una necesidad de explicar, de contarme. Una necesidad de poder enfrentarme definitivamente a la mujer que yo soy. Es decir, mirarme en el espejo y ver esa Inés que soy. Y este libro responde a eso. Empieza siendo un texto más reivindicativo porque yo empiezo también a ver que los tiempos y que la situación sociopolítica empieza enturbiarse, empieza a complicarse y a mí eso me aterra. Entonces me planteo el libro como una reivindicación, como un paso al frente porque considero que quienes tenemos un altavoz, por pequeñito que sea, tenemos una responsabilidad social y yo la ejerzo con mucho orgullo, nunca mejor dicho.
Como digo, empieza siendo eso y termina convertido en un ejercicio de autoconocimiento y de eso me doy cuenta al final del libro, cuando acabo de escribirlo, hasta el punto de que me doy cuenta de cosas que no es que no supiera, pero que no se me habían manifestado claramente hasta el momento en el que he sido capaz de describirlas. Y eso demuestra que para mi la escritura es un ejercicio de autoconocimiento.
P.- Dice que no le gusta que la califiquen de valiente, ¿no? pero es un ejercicio también de transparencia y honestidad.
R.- Sí, a mí me preocupaba mucho, no caer en el sentimentalismo un poco vacío y un poco hueco, que no lleva a ninguna parte, es decir, no quería que fueran palabras sin más. Entonces sí que he intentado que haya una cierta distancia con respecto al libro del yo como escritora y el yo como persona. Es cierto que cada vez que escribes, te abres, te expones. Yo me abro en canal, si quieres, aunque es una expresión que no me gusta mucho.
Me expongo mucho más que con una novela, pese a que en la novela también estoy yo, pero aquí digamos que me abro como nunca antes me había abierto. Es un riesgo, sí, es un riesgo porque lógicamente cada vez que te expones estás abriendo la puerta a que te juzguen y estás abriendo la puerta a que te malinterpreten, incluso, o que se queden en la superficie y se queden solo en el título o se queden solo en el titular. Bueno es un riesgo que estaba dispuesta a correr y es un precio que también estoy dispuesta a pagar porque creo que merece la pena.
Además, creo que la prueba evidente es el momento que estamos viviendo. Nos jugamos mucho de verdad y no sé si somos conscientes de ello, entonces este pequeño gesto que es un gesto minúsculo, creo que es que es necesario. ¿Valiente? Es que me resisto a pensar que en pleno año 2023, siglo XXI, con todo lo que hemos avanzado en un país que es referente en cuanto a derechos sociales, uno de los primeros países europeos que aprobó el matrimonio entre personas homosexuales, que alguien que escribe un libro como este en el que sí manifiesta públicamente su orientación sexual, pueda ser considerada valiente y si es así, creo que nos lo tenemos que hacer mirar.
“Reivindico la palabra lesbiana. Es hora de despojarla de todo lo malo que ha ido acumulando a lo largo de décadas”
Reivindicar la palabra lesbiana
P.- También es una reivindicación de la palabra lesbiana…
R.- Lesbiana es una palabra que reivindico, me parece que contiene una belleza muy importante y una belleza que, además, hasta ahora ha sido bastante invisible y ha estado bastante eclipsada por la connotación de insulto y por la connotación que lleva implícita también la palabra y ya es hora de que intentemos despojarla de todo lo malo que ha ido acumulando a lo largo de las décadas, y la reivindicamos como una palabra hermosa, como una palabra bella, con orgullo nunca mejor dicho y también está en el subtítulo: “Una reivindicación de la identidad lésbica a través de sus referentes culturales”.
P.- La homosexualidad femenina siempre ha sido más invisible que la de los hombres, pero ahora también mucha gente joven reivindica mucho palabras como lesbiana o bollera. ¿Qué opina?
R.- Se corre el riesgo de que pierde su significado, porque sabes que cuando repites tantas veces una palabra así como que se vacía. Pero es verdad estoy completamente de acuerdo porque costaba muchísimo pronunciarla, a mí misma me ha costado pronunciarla y me ha costado escribirla hasta que he sido capaz. Pero es cierto que no está en la conversación cotidiana, que desde luego no está en la agenda política ni social ni cultural y creo que debe de estar. Entonces si libros como este ayudan a que se ponga sobre la mesa con un halo de belleza y de naturalidad pues bienvenido.
Una carta a su madre
P.- El libro es también una carta de amor a su madre. Así lo entiendo, una madre que perdió cuando usted tenía 14 años
R.- Claro y me gusta mucho eso que dices de una carta de amor, porque sí que me lo planteo como una carta de amor muy honesta a mi madre. Mi madre muere cuando yo tengo 14 años. Muere muy joven, ella tenía 41 años, que es casi la edad que yo tengo ahora, y muere víctima de un cáncer después de casi tres años de un sufrimiento extremo, sufrimiento del que tanto mi hermana, que es un año menor que yo, como yo somos muy conscientes y estamos muy al tanto de su sufrimiento, de ese dolor. Y eso me me rompe la vida y me la marca.
Me la marca hasta el punto de que caigo enferma, en una depresión muy severa que me hace enfermar de anorexia y ahí empecé otra vida, y me doy cuenta de la extraordinaria suerte que tengo de seguir viva y me agarro a esa segunda oportunidad que me da la vida o que yo misma me doy y sé que estaría muy orgullosa.
Entonces toda esa gran conversación, pese a que yo pienso en ella todos los días y parecerá una tontería, pero también hablo con ella todos los días, pues se quedó pendiente, entonces este libro era una manera de contarle todo eso que yo no pude decirle y es muy liberador. Es como decir :”esta soy yo, mamá, qué te parece?”. Entonces bueno, espero que esté donde esté, esté contenta.
Referentes culturales y estereotipos
P.- En el libro habla de los muchos referentes que ha echado en falta para poder sentirse reflejada y señala los que pudo encontrar después en el ámbito literario, cinematográfico incluso deportivo.
R.– Claro es que son necesarios para sentir que existías en esas otras realidades darte cuenta de que no está sola. Cuando tú no encajas en el molde que la sociedad ha pensado y ha decidido que sea el mayoritario, esa llamada cultura ‘mainstream’ en la que el molde es una mujer heterosexual, con unas determinadas características, incluso que tiene que ser madre; cuando tú no encajas en eso, te sientes profundamente discriminada.
Entonces tratas de buscar espejos en los que mirarte para saber que tú no eres ese bicho raro y los buscas en la cultura, por lo menos yo los busqué en la cultura, los busqué en la en la literatura, en el cine, incluso en el deporte y me costó mucho encontrarlos. Yo nací en el año 83 y por tanto estamos hablando de los años 90 en los que las series de televisión eran las que eran no había personajes homosexuales. Y si los había eran únicamente hombres.
Pero tuve la suerte en las primeras prácticas que hice como periodista, cuando yo tenía unos 20 años, de conocer a una mujer maravillosa que me fue descubriendo todos esos referentes que iba buscando. Me iba dando libros, me iba enseñando películas, me iba abriendo el camino, y me fui dando cuenta de que otras realidades eran posibles, de que otras vidas eran posibles.
Pero es cierto que el estereotipo de la lesbiana de la mujer homosexual ha sido muy mal representado en la cultura. Ha sido el prototipo de lesbiana con rasgos muy masculinos, sea lo que sea masculina y la feminidad que tampoco estoy muy segura de ello, pero con rasgos eminentemente masculinos, muy oscura, amargada, con un pasado muy negro. Los estereotipos siguen ahí y nosotras tenemos que hacer por romperlos porque es la única manera de que la sociedad se dé cuenta de que no hay un solo modelo de mujer homosexual igual que no hay un solo modelo de mujer.
P.- ¿No cree que en la invisibilidad lésbica también hay algo voluntario?
R.- Si, además, también dejo claro en el libro que estoy total y absolutamente en contra del ‘outing’ (obligar a salir del armario) me parece deleznable, pero yo creo que también hay un componente de autoprotección porque esa invisibilidad lo que te garantizaba era preservarte. Desde que salió el libro estoy recibiendo un montón de mensajes de agradecimiento y mensajes muy sorprendentes. Ayer, por ejemplo, una chica me escribía y decía gracias por haber escrito el libro porque tenía una hermana pequeña que estaba saliendo con una chica y sus padres no lo aceptaban.
Y otro mensaje de una chica de El Salvador que me daba las gracias por por haberlo escrito. No somos conscientes de la cantidad de diversas realidades que hay. Vivimos en una sociedad muy plural, pero vivimos muy encerrados en nuestra propia burbuja en la que en cuanto salimos un poquito de ella nos damos cuenta de que hay muchísimas otras realidades y que en ese camino hacia la naturalización queda mucho por recorrer.
Un momento reaccionario hacia los derechos LGTBIQ+
P.- Usted es periodista, ¿cómo ha vivido su condición en las redacciones?
R.- Sí, este libro también es fruto de un cambio personal y de un cambio profesional importante. En estos dos últimos años me han pasado cosas maravillosas cosas muy bonitas desde el Premio Nadal, pero también un nuevo rumbo profesional, como es el suplemento literario ‘Abril’ y todo eso influye mucho en la génesis de este este libro. Ha sido muy liberador y yo lo necesitaba; pero sí, las redacciones han sido siempre eminentemente machistas un reflejo, yo creo, perfecto de la sociedad heteropatriarcal y bueno ser tú misma en un ambiente así es muy difícil. Yo hasta hace bien poco no lo he conseguido.
“Debemos ser muy conscientes del riesgo que eso conlleva desde el punto de vista de perder derechos que cuesta mucho conseguir y es muy fácil perderlos”.
P.- Y ¿cómo está viviendo esta movimiento reaccionario hacia los derechos de las personas LGTBI en toda Europa?
R.- Me parece gravísimo, responde a ese refrán ‘Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar’. Esto está pasando en Italia, en Padua, con un gobierno de extrema derecha. Aquí tenemos unas elecciones en julio en las que existe un riesgo de que la ultraderecha entre en el gobierno y a las instituciones y debemos ser muy conscientes del riesgo que eso conlleva desde el punto de vista de perder derechos que cuesta mucho conseguir y es muy fácil perderlos.
Nos jugamos muchísimo, solo hay que fijarse lo que pasó el año pasado en Estados Unidos cuando se revirtió la la ley del aborto. Es como si tantísimos años de derechos y de lucha no hubieran existido. Bueno, pues aquí tenemos que tener presente que no somos un caso aislado, que los derechos sociales no están garantizados y que hay que seguir batallando por ellos. Las agresiones homófobas se han multiplicado en los últimos años. Es gravísimo.
“Que nunca renuncie a su libertad”
P.- ¿Qué le diría a una chica joven que esté en esta circunstancia en la que estuvo la Inés niña?
R.- Pues le diría que no está sola, que no se sienta sola en ningún momento, que su vida es una vida maravillosa, que tiene una suerte extraordinaria por ser capaz de querer y que la quieran y que, sobre todo, nunca renuncie a su libertad, nunca por muy difícil que sea y que si necesita lo que sea que estamos aquí para para ayudarla.
P.- ¿Qué le parece que algunas feministas excluyan de la agenda al movimiento LGTBI trans?
R.- Me parece terrible y bochornoso. Me da mucha pena porque no entiendo que dos movimientos que nacen de la mano prácticamente y que deben convivir porque defienden exactamente lo mismo, que es la igualdad de derechos, terminen separados por la insensatez y la irracionalidad de discursos feministas en los que yo que soy mujer homosexual y feminista no me reconozco. Los movimientos sociales han nacido para defender los derechos, no para quitarlos. Entonces no lo entiendo.
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