La cerveza casera está de moda

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Pedro, Francisco, Sergio y David son algo más que cuatro amantes de la cerveza. Solo verles probar una, da algunas pistas de que no son solo consumidores de las llamadas coloquialmente birras. Los cuatro pertenecen a la Comunidad de Cerveceros Caseros Pucelanos, una asociación que tiene entre sus objetivos el difundir la elaboración casera de cerveza, investigar sobre estilos y recetas, y establecer relaciones con otras asociaciones similares (porque hay 47 ya a nivel estatal), amén de fomentar el consumo responsable y la autoproducción. Ya son 25 miembros en Valladolid y muchos de ellos atesoran premios nacionales a nivel individual y grupal.

«Arrancamos con la comunidad en 2016. Hicimos un concurso de cerceveros caseros y nos presentamos tres. Pero poco a poco empezamos a conocer gente e hicimos la asociación. No solo es un grupo de beber cervezas, hacemos catas, compras conjuntas, elaboraciones de recetas… y estuvimos a punto de organizar el Congreso Nacional de Cerveceros Caseros de 2020, pero no pudimos por la pandemia», señalan Pedro Nieto y Francisco, Chesco, Verdugo, dos de sus integrantes desde sus inicios.

Ambos comenzaron a hacerlas en sus casas hace más de una década. Pedro encontró un anuncio en internet sobre cómo lograr tu propia cerveza. Compró un kit básico y tiró para delante. «Es como hacer una sopa de sobre», bromea Chesco, que trabajaba con Pedro y después de ver a éste con un botellín hecho por él se lanzó a adquirir ese kit básico. Luego fue comprando otros utensilios para mejorar sus elaboraciones.

Sergio Gómez y David Prieto empezaron un poco más tarde. Sergio primero con un amigo y luego solo. También iniciándose con un kit. David por esa inquietud que mueve al que le gusta la cerveza y ve que se puede hacer por uno mismo: «Investigas y vas haciendo cosas. Porque en este mundo hay un verdadero bricolaje, con neveras, ollas, circuito eléctrico, gas…)».

Los cuatro son ya expertos. Producen sus propias cervezas en casa, como empezaron a hacer tras la ley seca en Estados Unidos, donde comenzó este boom. Ellos son los primeros en probarlas: «Somos críticos con nosotros mismos». Las hacen con dos tipos de equipos: compacto (con una sola olla) o completos. Este segundo es, como dicen ellos, una imitación a una fábrica en pequeño.

«Lo primero es elegir la malta (de cebada o trigo), compras el grano, lo mueles (con molino) y lo introduces en agua caliente unos 60 minutos, como si fuese una infusión. Tras ello, separas el grano para dejar ese líquido, que debes hervir y añadirle el lúpulo a diferentes tiempos (que da amargor, sabor y aroma). Luego hay que enfriarlo e incorporar la levadura. Y finalmente dejas que fermente a temperatura estable, sin variación, las semanas que se necesite, por ejemplo la de trigo con tres sería suficiente. Finalmente, para lograr el gas echamos azúcar», resumen a bote pronto sobre cómo ‘trabajan’ desde sus hogares, en muchas ocasiones en garajes o en cocinas aledañas: «En otras a las que usamos a diario».

Los cerveceros caseros hacen ‘birra’ para ellos y sus amigos, no pueden vender. La mayoría en barriles, de 9 o 19 litros, aunque los hay que embotellan. «No hacemos la misma cerveza casi nunca», dejan claro, añadiendo que buscan recetas en foros o concursos. En estos últimos, Valladolid es top: «Se valora el aroma, la apariencia, el sabor, la sensación en boca y la impresión general».

David ha logrado dos segundos premios en el Concurso Homebrewer de El Jardín del Lúpulo de Madrid; y Pedro es un verdadero experto, ganando este año el de versionar la 1906 Red Vintage de Estrella Galicia; quedando segundo en dos ocasiones en la Copa de Invierno en Córdoba; y tercero en el Nacional de Cervezas de invierno de la Asociación Nacional de Cerveceros Caseros (ACCE) y en el Nacional del Milanito. Mientras que Valladolid, como grupo, se alzó con el Match Beer de 2018, elaborando tres estilos, comparándolo con otras asociaciones nacionales.

Pueden llegar a ‘fabricar’ una cerveza al mes, aunque lo normal es entre 8 o 9 al año: «Depende del equipo, unos 200 o 300 litros por año».

Eso sí, «también bebemos cerveza comercial», bromean.



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