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En mi caso, he podido ver a la Maravillosa Orquesta del Alcohol en diferentes formatos y recintos: desde un repleto WiZink Center de Madrid hasta la sala La Riviera, pasando por Joy Eslava, las fiestas de Fuenlabrada o grandes festivales como MadCool. Sin miedo a equivocarme, el que más me ha impactado ha sido el que celebraron el 5 de mayo en Quintanilla del Coco.
Fue una experiencia que trascendió lo musical, convirtiéndose en un verdadero evento comunitario. Los vecinos de Quintanilla del Coco organizaron todo con esmero y dedicación varios días antes, y el resultado fue un éxito rotundo en todos los sentidos. La música de La M.O.D.A se convirtió en el hilo conductor que unió a todos los presentes en una misma energía, en el respeto por estas tierras vaciadas y olvidadas, pero llenas de dignidad y orgullo. La resaca emocional todavía perdura.
Entre el triángulo que forman Lerma, Covarrubias y Santo Domingo de Silos se ubica Quintanilla del Coco, un pueblo ganadero y agricultor de la provincia de Burgos de apenas once habitantes. El viernes por la tarde, más de 2.500 personas se trasladaron desde diversos puntos de España para llenar de alegría sus calles y su plaza principal. Toda una fiesta popular que demuestra la importancia de llevar la cultura y la música a todos los rincones del país, sin excepción. Además, en esta comarca hace apenas un año se vivió un terrible incendio que devastó unas 3.500 hectáreas.
Desde primeras horas de la tarde, el pueblo ya estaba a rebosar. Incluso, la propia prueba de sonido del conjunto burgalés se vivió como un preconcierto. Todo estaba preparado hasta el último detalle, incluso enfrente del escenario se encontraba colgada una pancarta de varios dando la bienvenida al conjunto burgalés. La emoción y el sentimiento de comunidad se palpaba en el aire, y era evidente que este concierto no se vivía como una actuación más, todos nos sentíamos parte de algo especial.
El concierto comenzó pasadas las 21:00 con una duración de poco más de una hora repartida en diecisiete cortes. El setlist se podría resumir como un Greatest Hits. Las composiciones más conocidas de La M.O.D.A fueron interpretadas, haciendo un repaso por sus discos más conocidos. Desde temas considerados ya «clásicos» como «Nómadas», «Vasos Vacíos» o «Los Hijos de Johnny Cash» hasta los grandes himnos como «1932» o «Héroes del Sábado». Por supuesto, no faltó la representación de su último disco, Nuevo Cancionero Burgalés, con temas como «Miraflores» o «La Molinera».
Durante el concierto, se vivió uno de los momentos más emocionantes de la noche: la interpretación de «Hay un fuego». Logró una conexión especial con el público, quienes sacaron sus teléfonos móviles para iluminar toda la plaza con sus flashes, creando un espectáculo de luces inolvidable para Quintanilla y los presentes. Las canciones eran coreadas con pasión y entusiasmo, llegando al punto en que en la penúltima («Mañana Voy a Burgos»), la voz de David se perdía entre el coro del público.
El momento que siguió fue uno de esos que se graban en la memoria para siempre. La banda abandonó sus instrumentos y se abrazaron poniéndose en línea recta. David tomó su guitarra y se sentó en un pequeño taburete delante de ellos, los austeros acordes comenzaron a sonar y un silencio sepulcral invadió el lugar.
Con el primer verso de «Campo Amarillo», los corazones se desgarraron en un llanto contenido: «Llueve en el único infierno con hielo. En el campo amarillo de Antonio Machado. Soledades y vientos tirando del carro. En la tierra que menos le importa al gobierno…». La interpretación se convirtió en un himno legítimo, que tocó las fibras más profundas de los presentes.
La canción se convirtió en una voz poderosa que describe los síntomas de la enfermedad que aquejan a las provincias de Castilla: la despoblación, la emigración de los jóvenes, el envejecimiento de los pueblos y la falta de relevancia de estas tierras.
Interpretada en la plaza del pueblo, el tema se elevó a una importancia increíble, difícil de explicar. Con cada verso, los gritos de apoyo y los aplausos se intensificaron hasta que el público se unió en un coro que expresaba una profunda sensación de dignidad. Esta es una canción que nació para ser cantada en momentos como este, para unir a la gente y hacer que sus voces sean escuchadas.
Ante eventos como este, solo tenemos que dar las gracias de que existan en nuestro país grupos como La M.O.D.A, un rara avis que nos llena de orgullo e identidad.
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