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El sábado 6 de mayo el mundo entero vio la triunfal llegada de los Reyes Felipe y Letizia a la abadía de Westminster, donde iba a celebrarse la coronación de Carlos III como rey de Inglaterra. Ese día ella, con traje de chaqueta rosa de Carolina Herrera -el color que arrasó en primavera-, complementos a juego y pamela made in Spain de la marca Balel Luxury Hats, subió a la primera posición en el ranking de las royals mejor vestidas. Y ya no se ha bajado de ahí.
Esta escalada a la cima, sin embargo, no ha sido un camino fácil. De una Letizia periodista primero y princesa después que aparecía dubitativa, con estilismos anodinos, hemos pasado a ver a una Reina del estilo que, claramente, ha alcanzado una madurez en el vestir, que se conoce y se saca el máximo partido con looks que destilan confianza y seguridad en sí misma.
Dos cualidades que la llevan a arriesgar cada vez más, a marcar y lucir figura sin miramientos, a brillar tanto con las joyas de pasar como con las de la Reina Sofía o las propias, a exhibir su larga melena -mechón de canas incluido-, a introducir en su zapatero modelos de grandes marcas a la última y a mostrar detalles propios de una alfombra roja hollywoodiense.
Las etapas de la evolución
El armario de Doña Letizia ha vivido una clara evolución que ahora, cuando ha cumplido los 51 años, y nueve después de ser reina consorte, la ha erigido en una de las royals más admiradas del mundo.
Todos los expertos consultados coinciden en este recorrido, paralelo a las posiciones que ha ido ocupando. La primera fase, según Jesús Reyes, periodista especializado en moda y autor del libro ‘Leonor. Estilo de una Borbón y Ortiz’, «va desde su entrada en la familia real hasta pasado su enlace con Don Felipe. La segunda, desde su boda hasta su llegada al trono como Reina consorte. Por último, la de Reina, cuando la vemos relajada, confiada y con un estilo impecable».
Una estrategia de las casas reales
Algo similar opina Marina Fernández, directora de Comunicación y Relaciones Internacionales en la Escuela Internacional de Protocolo, quien habla de «dos fases muy diferenciadas: su etapa de Princesa, en la que trabajaba un estilo muy clásico y conservador, con todos esos diseños de Felipe Varela, para crear una imagen al margen de las tendencias, y la de Reina».
Estas etapas no son casuales, sino que en muchas ocasiones responden a estrategias de comunicación planeadas al dedillo, como explica la experta en protocolo: «Este clasicismo y conservadurismo es una estrategia que se utiliza en muchas casas reales europeas para generar una imagen de permanencia. Recordemos que la reina Isabel de Inglaterra siempre iba igual vestida , como Margarita de Dinamarca, Beatriz de Holanda -madre del actual rey, Guillermo- y hasta la Reina Sofía. La idea es reflejar una imagen de permanencia de la institución, de lo que significa la Corona».
«Cuando Letizia se convirtió en Reina consorte, dio un paso adelante», prosigue Fernández, «y se aprecia una evolución estilística muy clara: arriesga mucho más, refleja las tendencias de la moda y adapta su vestuario al evento al que va a asistir».
Reina entre las reinas
Elena Esteban, estilista, personal shopper y experta en moda española, también afirma haber apreciado «un gran crecimiento en su estilo en los últimos años, aunque aún tiene ventanas en las que superarse. Se sale de lo trillado y es una mujer poderosa que hace bien su trabajo como Reina y como madre».
Su elección del traje de chaqueta rosa de Carolina Herrera para asistir a la coronación de Carlos III le valió a Doña Letizia la admiración de la prensa de todo el mundo. «Podría decirse que es la royal mejor vestida», señala la periodista experta en moda Clara Courel, que matiza: «O al menos comparte podio con Máxima de los Países Bajos y con la princesa de Gales, Kate Middleton».
Pieza destacada de esta evolución es su estilista, Eva Fernández, quien según Jesús Reyes «realiza una labor encomiable. Entre las dos forman un tándem maravilloso. Ahora el reto está en vestir correctamente a las tres mujeres del núcleo duro de la casa real española: Doña Letizia, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía».
Un modelo para el recuerdo
Para Marina Fernández el momento cumbre internacional de la Reina Letizia no fue sin embargo la coronación de Carlos III, sino muchos años atrás, la boda de los príncipes herederos de Dinamarca, Federico y Mary. En Copenhague, y días antes de casarse con Don Felipe, lució un espectacular vestido rojo firmado por Lorenzo Caprile, «y con él dio un golpe en la mesa para la prensa europea, para la cual era todavía una gran desconocida. Ya no volvió a arriesgar de esa manera hasta que se convirtió en Reina». Desde entonces, hace cerca de 10 años, «la Reina lleva dándonos lecciones de estilo», según Clara Courel, «con una forma de vestir contemporánea, femenina y que se adecúa a la madurez estética que quiere proyectar».
Así es, la consolidación del estilo corresponde con su madurez. Jesús Reyes lo define como «inspirador, elegante, sofisticado, actual, relajado y repleto de mensajes en clave no verbal». «Sin duda es el mejor icono de moda que tenemos en España», enfatiza.
La creación de una marca
La experta en protocolo da un paso más y puntualiza que lo que está haciendo la Reina es «tremendamente interesante para los que nos dedicamos a analizar su figura y que no se había hecho antes, que es crear una marca, la marca Letizia. Una marca que no es inmovilista, sino que está en constante cambio, lo que representa una innovación en la forma que tienen las casas reales de construir una marca a través de la imagen».
La cuestión ahora es intuir cuáles van a ser sus próximos pasos. Los deseables, según Clara Courel, son la introducción en su armario de «más piezas de autoría extranjera», Elena Esteban le recomienda «abandonar los diseñadores anclados en el siglo XX que no reflejan el tiempo actual e incluir elementos flamencos que incluso Dior ha usado recientemente».
Con su constante apoyo al ‘made in Spain’, tanto a las grandes marcas como a las pequeñas, la Reina Letizia es un ejemplo para todas y la mejor embajadora de nuestra moda. El ‘efecto Letizia’ no ha hecho más que empezar.
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