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¿Quién sería capaz de pagar por un producto que no sabe lo que es? ¿abonaría usted unos euros por una mercancía que es todo una incógnita? Pues a tenor de lo que está sucediendo en los mercaditos de València, muchísima gente está dispuesta. Y es que ya ha llegado a los rastros de la ciudad la moda de los ‘paquetes misteriosos’ de Amazon.
Si alguna vez se ha preguntado qué ocurre con los sobres de esta gran multinacional de la venta online que nunca son recogidos por sus destinatarios, aquí tiene parte de la respuesta. En estos puestos se pone a disposición del público los paquetes sin dueño que pasan seis meses en el almacén de Amazon, o de otras plataformas como Aliexpress, sin que nadie los reclame. Una vez pasado este tiempo, las empresas los venden al por mayor a un intermediario que a su vez, los oferta a pequeños distribuidores que ya les dan salida al público general.
Así es cómo usted los puede encontrar en algunos mercadillos de València. Esta tendencia de vender paquetes sin abrir con mercancía sorpresa ya se practica en varias ciudades del mundo, como Nueva York, y ahora se pueden encontrar puestos de paquetes misteriosos en la capital valenciana por precios que van desde los tres hasta los 20 euros.
Habilidad para encontrar la ganga
Al abrirlos el cliente puede encontrarse una prenda de ropa, una pulsera inteligente o incluso un detector de radiación. “Un señor pagó veinte euros por un paquete que pesaba mucho y dentro había un grifo”, explica a Levante-EMV una joven mientras rebusca entre los bultos. Precisamente esta muchacha es una clienta asidua que ya le ha cogido el truco a la ‘caza’ de los paquetes interesantes. “Los negros y pequeños suelen contener cosas de tecnología”, desvela mientras se hace con varios de ellos. La habilidad de saber qué comprar o qué desechar se adquiere a base de tacto y de tantear el peso de los envoltorios.
Miguel es el propietario de uno de estos tenderetes con el que recorre varios mercadillos de la ciudad: Benicalap, avenida del Cid, el Cabanyal y Pont de Fusta son algunos de los rastrillos en los que se le puede encontrar. Lleva dos años dedicándose al comercio ambulante y desde los últimos cinco meses se ha centrado en la venta de los paquetes sin desembalar, que en este caso, tienen origen alemán.
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Nos encontramos con él un sábado en el mercadito de Benicalap y lo primero que llama la atención es el vistoso cartel que corona su puesto, detalle que no pasa inadvertido a los clientes del tenderete quienes se arremolinan evaluando los paquetes del mostrador. “Al principio me decían que estaba loco, pero funciona“, cuenta Miguel, quien explica que esta especie de “ruleta rusa” de las compras puede llegar a generar adicción. La emoción de encontrar un ‘tesoro’ o una ganga entre las cajas sin dueño es como una droga para quienes se acercan hasta el puesto. “Hay personas que después venden lo que han comprado a través de aplicaciones de compra-venta entre particulares. Si te encuentras una tablet o algo de tecnología, tiene mucha salida”, señala el dueño de la tienda.
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