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La exposición Madrid en la colección Abelló comienza con el Manzanares, ese río que ha cobrado más importancia por su papel protagonista en canciones, cuadros y poemas que por su caudal –ya bastante escaso en aquella época– y con las representaciones que de él se hicieron en el siglo XVII.
Lo primero que sorprende al entrar en la sala que da comienzo a este paseo madrileño es el azul de sus paredes, que se va transformando en otros llamativos colores a medida que avanzamos en la muestra. El único punto del recorrido que no cumple esta característica es el dedicado a la Plaza Mayor. En él, se ha utilizado el color pardo del ladrillo (también característico).
En estas primeras obras puede verse la capital desde la orilla opuesta del río, en aquel momento aún sin urbanizar, y se reconocen algunos enclaves que hoy en día se encuentran todavía ahí, como la calle Segovia, el Palacio Real –o el alcázar que lo precedía– y la ermita de la Virgen del Puerto. Estas representaciones, además, muestran la vida que había alrededor del río madrileño.
En la obra de Antonio Joli Vista de Madrid desde el Puente de Segovia, por ejemplo, pueden verse multitud de lavanderas haciendo sus labores, y en la obra de Giuseppe Canella con el mismo título se aprecian multitud de madrileños disfrutando de su ocio junto al Manzanares, con el perfil de la capital de fondo.
Otros de los lugares que tienen gran protagonismo en la muestra son la calle Alcalá y el Retiro –que fueron tomando importancia a medida que la ciudad se expandía hacia el oeste– y la Plaza Mayor.
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