Mi vida en 20 canciones: Hilda Lizarazu cumple 60 y repasa sus hits con Man Ray, Los Twist y Charly García

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“Siento que estoy llegando a un momento importante de mi vida, porque es un número redondo. Por eso lo celebro. Y, la verdad, me siento muy activa, mucho mejor que a los veinte”, dice Hilda Lizarazu. La cantante, una de las voces más importantes en la historia del rock argentino, celebra sus 60 años con el concierto Sexygeniaria pop en Bebop Club, Uriarte 1658, este jueves 12 de octubre, a las 20. Allí, acompañada por el bajista italiano Fede Melioli, repasará sus las canciones más emblemáticas de su carrera. 

“Sí, siento que soy grande”, explica la cantante, guitarrista, compositora y fotógrafa. “Me siento más plena. Y siento, obviamente, que el tiempo transcurre y es inevitable. Nadie quiere ser viejo, pero está buenísimo ser grande. Siempre tenés dudas, y también está el tema del cómo se lleva una con los cambios en el cuerpo, pero yo me siento bien”. 

Desde sus inicios en Sueter y Los Twist, pasando por los hits de Man Ray y sus incursiones como solista, Hilda repasa con ROLLING STONE una vida llena de música, con inspiraciones múltiples y el acompañamiento de sus colegas como medallas que lleva con orgullo.


“Amanece en la ruta”

Sueter, Lluvia de gallinas, 1984

Aunque la compuso Miguel [Zavaleta], fue una de las primeras canciones en la que puse una voz atrás. Es una voz angelical, desde un lugar musical, pero tímido. Era lo que ocurría en ese momento. Tiene que ver con mi espíritu intrépido: yo tendría 19 ó 20 años, y no me pensaba cantante, o música. No me imaginaba todo lo que ocurría después, lo que me dieron las vueltas de la vida. Yo tocaba la guitarra desde mis seis años, pero no había pasado ni por una academia, ni por el conservatorio. Era solamente a partir de una práctica autodidacta, desde la intuición y la pulsión que sigo teniendo. Hubiera estado buenísimo haberme formado a esa edad, o en la adolescencia. 

“Twist de Luis”

Los Twist, La máquina del tiempo, 1985

Era la primera vez que mi voz iba adelante, cantando la melodía y era una gran incógnita para mí. Y lo hice desde un lugar… Solo por amor a la música. O sea, sin el juicio, ni el análisis de si era una buena voz, si tenía un buen registro. O sea, no entendía nada de eso. Es una canción del binomio Melingo-Cipolatti. Probablemente, las instrucciones musicales me las haya dado Daniel [Melingo]. Creo que la parte de la letra que dice “y me lo llevo directo al altar” la aporté yo [risas]. Era algo absurdo: la ironía, el absurdo y la comicidad, creo que siempre hay un pedacito de mi almario que tiene eso.   

Fabiana [Cantilo] había grabado el primer disco de Los Twist, y como teníamos una voz similar, en una tonalidad de medios, que iba para el grupo. Me sentía muy honrada de reemplazarla, pero también estaba cauta. Y también estaba esa continuidad, porque no sólo cantaba el “Twist de Luis”, también tenía que cantar los temas del primer disco. De todos modos, yo nunca me cuestioné si estaba siendo original o no. Para mí, la música estaba buenísima. Cantar esos temas era lo más: fue una pulsión creativa desde la interpretación, porque era algo que ya estaba creado y era hermoso. 

“Sola en los bares”

Man Ray, Perro de Playa, 1991

Esta canción es una vuelta de página a un color azul, de nostalgia. Tiene una melodía hermosa de Tito Losavio, y la letra relata esa imagen de esta persona trans parada en el umbral. A comienzos de los 2000 me invitaron a un festival de cine LGBTQ+ y me dijeron que era una de las primeras canciones del rock argentino que revelaba la imagen de una persona trans. Yo no lo había pensado, pero dije “¡Qué bueno!”. Para mí esa canción está llena de misterio, porque en ese momento las personas trans para mí estaban llenas de misterio. En ese momento yo veía más hombres trans que mujeres trans, ahora ya tenemos una diversidad genérica sexual que es notable. Entonces, ese misterio fue lo que disparó esa canción.

En ese momento no era consciente que estaba haciendo una canción rupturista. Pero me pareció que estaba bueno volcar el misterio que yo sentía con este tipo de personas en una canción.

Hay una parte de la melodía que tiene una bajadita cromática y le da un tinte nostálgico, una cadencia casi tanguera. 

“Caribe Sur”

Man Ray, Perro de Playa, 1991

Es un tema que no es de mi autoría, pero sí soy responsable de que exista en Man Ray. Era una canción muy sencilla y simple de Tito [Losavio], con letra de Cuino [Scornik] que medio como que era un chiste y a mí me encantaba, genuinamente. Logré ponerla en Perro de playa y fue un gol. Después me trajo diferencias conceptuales con Tito, porque como nos fue muy bien, él quería dejar de tocarla. Son esas cosas que pasan en los grupos, ¿no? Y a mí me encantaba, y la sigo tocando ahora. Me acuerdo que tenía una vecina, Laura, una señora grande de Galicia, que me escuchaba practicarla con la guitarra antes incluso de que la grabáramos, y me decía “¡Qué linda esa canción del caribe!”. Y eso me dio la pauta de que podía ser comercial, también. ¡Y fue un gol! Creo que tiene la liviandad del sueño de estar en el Caribe Sur, en una isla, que nadie te joda y con una melodía medio “Ob-La-Di Ob-La-da”. Tiene que ver con el contexto político y social en el que estábamos, y quizás algunos pudieron concretar ese sueño,  aunque en ese mismo disco hay otro tema que se llama “Maldito alquiler”. Creo que ni la música de Man Ray, ni lo que hago actualmente está muy asociado puntualmente con el momento político, pero sí está asociado con la vida y con las cosas que nos pasan como habitantes de este planeta. Y, encima, argentinos.

“Olvídate de mí”

Man Ray, Perro de playa, 1991

 Es una canción despechada. Cuando dice “llévate a tu mamá este no vuelvas más”, tiene un tinte naíf. Aunque no todos los disparadores son personales, creo que en este caso sí. Seguramente me había rayado y lo baje así, desde un lugar de inocencia femenina. Es un poco contradictoria, porque a la vez es una canción alegre, un poco rabiosa, pero desde un caniche.

Tiene un sonido beatlero, buscábamos eso por una cuestión de estética sonora y por la admiración que les teníamos a los Beatles.

“Todo cambia”

Man Ray, Hombre Rayo, 1993

Esta canción fue un gol. Y, en cierta forma, comercial. Fue hecha para la serie Montaña rusa y, de hecho, recién la llegamos a incluir en una segunda tirada de Hombre Rayo. La hicimos a pedido, la grabamos rapidísimo y a mi me encanta. Tiene esa visión de una adolescencia un poco perdida en un plato volador, que tiene la pulsión de salir a cantar. Fue la apertura diaria de un programa muy exitoso, y eso fue muy bueno para Man Ray. Me acuerdo que fuimos a grabarlo al estudio Del Cielito, en Parque Leloir. Yo fui sola y terminé durmiendo esa noche en el Hotel Morón. Los que nos encargaron la canción fueron los guionistas [Jorge] Maestro y [Sergio] Vainmann. “Todo cambia” había salido afuera de Hombre Rayo, y el hecho de haberlo hecho a pedido fue bueno. En cierta forma, a veces me gusta que me den pautas sobre a qué dispararle. En este caso, sabía que era una serie sobre adolescentes. Y con eso fui imaginando mi propia lírica. Lo del plato volador, no tiene nada que ver. Es una imagen naíf. “Soy como un río que no puede parar” es una frase que tiene que ver con mi espíritu. Como todo lo que escribo en realidad, que refleja quién soy y quién no soy.

“Nuevos hippies”

Man Ray, Hombre Rayo, 1993

Es como la mirada del andariego, de la persona que me siento reflejada, que le gusta recorrer el mundo y encontrarse con con gente que disfruta de eso mismo: de conocer otras culturas, de  viajar y en este en ese momento era viajar y tocar ahora. Es lo que hago ahora. 

Pasaron 30 años desde la salida de esa canción, y ya viajé muchísimo. Creo que en ese momento había algo de revival. Las modas van y vienen, se reciclan y vuelven. El hippismo venía de los 60, y agarré ese concepto, esa forma de vida que pensaba que en ese momento, y ahora, siempre va a seguir. Esa una canción absolutamente autorreferencial, y tiene que ver con el espíritu pacifista. A mí nunca me gustaron los escándalos, ni las peleas, ni lo amarillo. Entonces está ligada a la idea del hippismo que tenía y tengo hoy en día. Yo nací en los 60, pero tengo una conexión muy fuerte con esa música. Yo viví en Estados Unidos y mi profesor de fotografía había estado en Vietnam, así que el hippismo y la cultura de los 60 me llegó de primera mano. El hippismo no es sólo sexo, drogas y rock & roll: hay otras búsquedas en las que me sentiría mucho más identificada. 

“Surinam (El cyberespacio)”

Man Ray, Piropo, 1995

Esa canción la escribimos una tarde con el Cuino. Era el comienzo del cyberespacio, que no entendíamos qué carajo era, del mismo modo que no entendíamos qué carajo era Surinam. Para cuando lanzamos Piropo, ya había aparecido {Guillermo] Piccolini, que había vuelto de España, donde había formado Pachuco Cadaver con Pettinato, y se auntoinvitó al grupo, y le dió un tinte más de teclados y electrónica al asunto.  Yo me acuerdo que me había fijado que en Surinam se hablaba holandés u otro idioma insólito. Y que ese país estuviera en Sudamérica me parecía algo tan delirante como el ciberespacio.  Piccolini le daba un caracter más electrónico y más moderno. En Piropo grabó algunos temas Federico Gil Solá, que se estaba yendo de Divididos

“El comisario Miguel” 

Man Ray, Piropo, 1995

Para esa canción le pedí a Jaime Roos que nos arreglara unos coros de murga. Fue una caradurez, de la cual me siento muy orgullosa. 

Es una canción con una mirada inocente, cantado por una vocecita como la mía, pero que estaba diciendo cosas tremendas. Él leyó eso y aceptó la invitación para cantar con la murga Curtidores de Hongos, pero él no apareció en los créditos. Yo había empezado a escuchar a Jaime a finales de los 80, a través de varios amigos melómanos. La canción tiene un coro de murga, pero la concepción del tema es súperpop. El pop es así de permisivo.

La letra era muy fuerte, pero mi voz transmitía otra cosa. Hay una inocencia, que para mí es un tesoro. Y estaba diciendo cosas como que un comisario se curtía una travesti con un rosario colgado en la pared. Desde un lugar un poco naíf, pero yo me daba cuenta de que era fuerte. Pero, bueno, acá estoy. No me llevaron presa [risas]. 

“Chico imán”

Man Ray, Larga distancia, 1999

Es muy yo esa canción. Haciendo un autoanálisis, me doy cuenta de que yo estoy siempre a la búsqueda de los anagramas, de los palíndromos, de todos los juegos de palabras. Entonces, lo de “imán” me gustó porque es algo de atracción, es un atractivo, pero también es es un hombre, ¿no? Un “he man”. Y, evidentemente, ahí hay un chico que me vuelve loca y me dispara esa esa canción. Es autorreferencia. La hice con la guitarra criolla y tiene ese misterio. Sale un poco del pop, pero también hay un hay un riff rockero. Y tiene un contrabajo, que lo toca [Fernando] Lupano, un gran músico. Un gran amigo, yo lo quiero mucho. Laburamos bastante juntos, y le tengo mucha confianza.

“Uriel de San Telmo a Salsipuedes”

Gabinete de curiosidades, 2004

Los viajes siempre están presentes. Los personajes viajan, y eso es porque me gusta mencionar lugares y elementos  del lugar donde uno. Para mí, las canciones pueden ser como viajes, aparte de sentimientos y emociones. En este caso, yo me había ido a vivir a Córdoba, y me inventé esa historia de amor entre Uriel y Lola, que tuvieron un bebé y que van por distintos lugares. Yo estaba experimentando las distintas poblaciones de Córdoba, y ahí aprendí que “sacat” es “poblado en lengua sanavirona. Entonces, con ese guiño, conocí Guanosacate, Sinsacate, Anisacate. Y dije: “Uy, yo eso lo voy a poner en un tema”. Y ahí empecé a abordar esos vocablos en canciones.

Son disparadores que a mí me sirven para tener una excusa sobre qué cantar en el lugar. ES una canción un poco cinematográfica, y al final del tema se escuchan unas risas, que representan que finalmente Uriel se fue de San Telmo y dejó su oficina, y está en una cabaña. Esas risas las grabé en una pulpería donde se juntaban los gauchos tocar la criolla, y zambas. Yo iba ahí y me decían “¿Qué hacés acá? ¡Mirá si te ve Charly García!”. Se mamaban hasta el tuétano y hacían payasadas. Había un gaucho que hacía como acrobacias con el bombo legüero y ese tipo de cosas. 

Hay un cambio en la instrumentación de todo ese disco. Se suma el acordeón, acordes simples en la guitarra, pero siempre sosteniendo un beat pop, pero en un contexto distinto. Ahora, la aggiornamos como si fuera una cumbia. 

“D10S”

Hormonal, 2007

Escribí el título así, porque Maradona, de alguna manera, está presente en la letra. La escribimos con Federico [Melioli], y es una canción que tiene su impronta. Yo estoy interpretando y sintiendo que si hay un Dios, que haga algo para que no haya tanta violencia. La hice hace como 15 años y la situación, en relación a la “inseguridad”, parece estar cada vez peor.

Yo había armado Gabinete de curiosidades como si fuera un collage: con Black Amaya en la batería, con Ciro Fogliatta en los teclados, Lupano que me mandaba los bajos desde España… Un patchwork total. Y cuando tuve que salir a mostrarlo en vivo, me di cuenta de que necesitaba armar una banda. Lo sumé a Black, a Juan del Barrio en teclados. Y necesitaba un bajista. Audicioné a varios, y Cay Gutierrez me habló de Fede, que estaba llegando de Italia. Y también le habló a Fede de mí. La química fue instantánea. De Federico me gustó cómo abordaba las canciones. Más que en términos musicales, lo elegí por el factor humano. Porque podés ser un enorme músico, pero si sos mala persona no me interesa en lo más mínimo. Pero también hubo un entendimiento musical. Fede es una persona muy muy respetuosa, y yo me identifico con ese tipo de personas. O sea, primero es respetuoso con la música, con el arte. Es una persona culta, que por ejemplo también le gusta ir ver a muestras de fotos. O sea, no es sólo un músico, tiene una amplitud que está buenísima. me identifico con su compromiso con la música, con la estética y con su propia humanidad. 

“La lluvia”

Hormonal, 2007

Es una canción más de Fede. Es hermosa y el estribillo dice, justamente, “me vuelvo al sur”, porque creo que estaba en Italia en ese momento, y quería volver para acá. Siempre lo presento como un tipo muy inteligente, como un italiano que se vino a Sudamérica. Acá somos enormemente criticones: siempre está todo mal. Pero es muy parcial la mirada, ¿viste? Y yo creo que más allá de todo lo malo que nos pasa, hay un montón de cosas de este lugar que son hermosas. Entonces, “La lluvia” tiene que ver con que las latitudes de acá son más lindas que las de otros lugares donde siempre hay niebla, y llueve. Yo no niego las cosas horribles que pasan, lo entiendo. Pero también eso ocurre en otras formas, y en países más desarrollados están bombardeando. Eso es inherente al hombre. Y Federico lo ve a eso. La hicimos juntos. De alguna manera, cuando él escribe, está pensando en mí. 

“Buscando un símbolo de paz”

Hormonal, 2007

Si yo tenía que buscar una canción de Charly García que me identificara, era esta. Por un lado, porque era la única parte que tenía como solista cuando estaba con Los Enfermeros. Pero, además, porque la parte C de la canción, cuando dice “Será porque nos queremos sentir bien, que ahora estamos cantando” a mí me encanta.  Siento que es un grito a elevar el espíritu. Es una canción que sigo cantando. Es más, el otro día pensaba que quizás, a esta altura, la haya cantado más que el propio Charly. Y cada vez que la canto, siento que la gente se siente bien. Creo que sentirse bien es algo muy necesario. 

«Las puertas del Olimpo” (con Lisandro Aristimuño)

Futuro perfecto, 2010

Esa es nostálgica, habla de una ruptura. Y lo del Olimpo siempre encaja, ¿no? Porque hablando de los genios, y los dioses,  y que todos se construye y se destruye tan rápidamente (esas frases hermosas de Charly). Habla de un amor que se perdió en las puertas del Olimpo, que no fue.

Con Lisandro nos conocimos personalmente en un recital de Charly García en Chile. Ahí fue la primera vez que nos vimos, que nos saludamos, que nos sacamos una foto. Yo lo venía escuchando desde que arrancó, y me parecía maravilloso. Yo estaba recién llegada de Córdoba, y apareció este chico con esas canciones, con esa voz, con esa musicalidad. Era como una nueva propuesta de un rock argentino que abrevaba en Charly, Spinetta y Fito. Una voz masculina, pero más aguda, con una musicalidad fuera de serie y haciendo canciones emotivas. El tema “Me hice cargo de tu luz” a mí me atravesó. Lo invité a grabar y unos años después él me invitó a participar en Mundo anfibio (2012). Armamos un vínculo muy lindo. Nos gustamos, nos llamamos “los vasquitos”, nos respetamos y nos queremos. Me gusta esa parte de las personas, también, de poder ver los árboles genealógicos y saber de dónde venimos. 

“Libre amor” (Con Adrián Dárgelos)

Futuro perfecto, 2010

Me encantan los Babasónicos. Por eso le pedí a Adrián que cante “hay que volver a sentir una nueva fragancia”. Nada más que esa frase. La gente de la discográfica no podía creer que nada más le pidiera eso… Pero era lo que me pedía a mí esa canción… Lo que más me atrae de Adrián es que es muy artista. Escribe hermoso y me encanta cuando canta “soy hermoso…”. Me parece un gran compositor, un gran autor. Es una figura muy especial, muy artista. 

“El sireno del Río de la Plata”

Las vueltas de la vida, 2015

Esa canción es 100% Lizarazu. Una deformidad absoluta, con algo de realismo mágico. Allí está metido Marcos López con su imaginario, con su ironía, con esa brillantez que tiene, que es tremenda. Cuando la escuchó, me dijo: “Yo fui de todo, pero nunca canción”. A mi me emociona por muchas cosas esa canción. Para empezar, porque habla del Río de la Plata, que para mí es un espacio único. Me parece hermoso. Ese color es rarísimo, es exótico. Ayer que lo crucé en el barco, pensaba, ¿Qué pasará con este río dentro de 200 años? El disparador fue la foto de Marcos, y por supuesto que sí era un sireno, para mí era gay, y que se enamoraba del Capitán. Hay muchas canciones que tienen un guiño a la fotografía. Y hay otros artistas que vale la pena mencionar, como Roberto Fernández y Graciela Henriquez, que es mi hermana del alma con quien hago todos los delirios que hago, como los  vestidos de corbatas y toda esa parte que es más visual, que no tiene que ver tanto con con las melodías, ni con las armonías, pero sí tiene que ver conmigo.

“Adorable Buenos Aires”

Las vueltas de la vida, 2015

Viene en la tónica del amor por esta ciudad. Es también una pincelada de postales donde están también los cartoneros, con el fileteado porteño. Dice “Hay tanto cambio en el aire” porque estaba por ganar Macri y eso me daba una suerte de impresión, de incertidumbre, tanta como la que podemos tener ahora. 

Y le mande esos pizzicattos, que son parecidos incluso a los de “Todo cambia”, con esas bajaditas de pretensión piazzollesca. 

Tuve una vida cosmopolita, pero me siento de acá. Mi familia está acá, mis amigos están acá, mis amores están acá, y es la tierra que me tocó (o la tierra que yo toco). Entonces, me gusta de alguna forma u otra, de homenajearla dentro de las posibilidades musicales y las canciones electro pop, que vengo haciendo en estas últimas décadas.

“Canción para cantar de a dos”

Antigua, 2022

Es un reggae, medio luminoso, concebido electropopmente. Fue pensado para la vera del mar. Algunas frases las escribí estando en Portugal, cuando nos fuimos de gira con Fede a hacer esa travesía europea. Estuvimos tres meses girando, y fue muy lindo porque vino también mi hija, Mía, que tenía 18 años. Era un desafío, y nos llevamos muy bien. Estamos muy hermanados, entre nosotros y con la música. Anduvimos por todos lados: España, Portugal, Suiza… En Italia canté en italiano con un napolitano. Escribí algunas líneas paseando por la orilla del Duero, cerca del puente Don Luis I. “¿Cómo te explico, lo que siento, lo que escribo? Tantas palabras ya fueron dichas, o tecleadas, manuscritas”, definitivamente, es una canción romántica. 

“Voces del río”

Antigua, 2022

La compuse en Colonia, Uruguay. Había cruzado con unas amigas, ellas habían entrado a comprar unos recuerdos en un negocio y yo me quedé en el auto, esperándolas, como soñando. Por eso dice algo del empedrado y “voces dentro mío”. Es como una poesía cantada. Y participa León Gieco, que aparece en unos coros como un delfín del río. Los viajes son fuente de inspiración, y la inspiración me agarra en momentos de distensión. El momento de composición tiene que ver con no tener ninguna otra actividad que estar a cielo abierto y tratar de armar una seguidilla de acordes y una melodía. Por eso, tal vez se transmita una sensación de liviandad. 



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