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En las últimas horas aparecieron una serie de carteles sobre las exigencias sociales de las mujeres para estar bellas o ser aceptadas socialmente. La campaña puede verse en los barrios porteños de Palermo, Belgrano, Almagro y Villa Crespo.
“Me irrita tener que estar siempre depilada”, “Me irrita que cuestionen mis pelos”, “Me irrita tener que estar siempre arreglada”, son algunos de los mensajes que empapelaron varias de las principales calles de la Ciudad de Buenos Aires.
En rigor, se encuentran en casi todos los barrios: Constitución, Saavedra, Coghlan, Villa Urquiza, Chacarita y Once, pero lo cierto es que aún nadie reclamó la acción como propia.
Esta virtual invitación a las mujeres es a romper con los cánones de belleza y las exigencias sobre los cuerpos, según se desprende de mensajes tales como “Me irrita que opinen de mi peso”, “Me irrita que critiquen mi ropa”, “Me irrita tener que tapar mis estrías”, “Me irrita no encontrar talle para mí” y “Me irrita que hablen sobre mi cuerpo”.
Es sabido que, afortunadamente, el género femenino tomó conciencia en los últimos años sobre la importancia de reflexionar sobre estos mandatos sociales, y romper con ellos.
La Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (ALUBA) alertó que Argentina es el segundo país del mundo con más trastornos de conducta alimentaria (TCA), después de Japón, y que entre un 10 y un 15% de la población argentina tiene algún trastorno alimentario, asociado con angustia emocional, física y social.
Según un estudio de la consultora Kantar, realizado en Argentina, Colombia, Chile, México y Brasil, un 21% de las mujeres argentinas tiene la autoestima “por debajo del promedio”.
“Las mayores de 56 años son quienes expresan tener mejor valoración propia, mientras que en los hombres argentinos, quienes llevan mejor su imagen son los que comprenden el grupo de entre 18 y 35 años. Las diferencias entre género y generaciones son notables en todos los países”, explican desde Kantar.
En cuanto a la acción de los carteles, se sigue sin saber si se trata de una reflexión individual, o de un grupo no identificado, o incluso una organización.
De todas formas, los mensajes invitan a repensar de forma individual y colectiva los mandatos sociales que involucran a mujeres de todas las edades.
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