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La moda pasa de moda demasiado rápido. Y eso significa un verdadero problema para el bolsillo y para el ambiente, por eso la moda circular se impone como una tendencia en su misma. No solo en Argentina, sino en distintas partes del mundo, esto de la “second hand”, “ferias americanas”, “ventas de garage”, o los distintos nombres que se le han dado; ganan terreno. En nuestro país los altos niveles de inflación, lleva a que muchos opten por la ropa usada. Algunos por estilo, otros por los costos, lo cierto es que cada vez más gente opta por lo usado, ya sea en ropa, calzado, e incluso muebles.
La realidad es que en toda la provincia se están realizando este tipo de ventas. En algunos casos en locales, otros en casas particulares, en plazas o espacios públicos, en gimnasios, iglesias, etc. Son muy conocidas las ferias del barrio Cano, en Ciudad; la de Ugarteche, la de Rodeo de la Cruz, El Algarrobal (en calle Quintana), la de plaza de Las Heras, la de Bermejo (en la calle Allayme), en Corralitos. “Hay un montón de ferias”, cuenta Claudia, que se dedica a vender.
Ella tiene un puesto fijo en la feria conocida como “La Góndola”, en la calle Independencia de Las Heras. Va los sábados y dice que lo hace “por una cuestión de necesidad”. Vende ropa, calzado usado, “lo que salga”. “Lo que más busca la gente son zapatillas, tanto de hombre, niño, dama. Eso es lo que más se vende“, resalta.
Y comenta que “cada vez es más la gente que va a vender“. “La gente ya no regala tanto, vende todo lo que puede”. Sin embargo admite que las ventas bajaron en los últimos meses “porque no hay plata”. “Después de la cuestión escolar se paró un poco porque no logran recuperarse”, cuenta Claudia.
Analía eligió vender la ropa que sus hijos y sobrinos ya no utilizan a través de las redes sociales. “Los chicos crecen rápido y dejan mucha ropa con poco uso y en muy buen estado. En general es ropa de muy buena calidad y se puede obtener dinero para comprarles ropa nueva”, cuenta.
“Antes solía regalarla, pero ahora comprar algo nuevo cuesta tanto que vi la alternativa de poder vender y la verdad que pensé que iba a ser más difícil, pero realmente se venden rápido. El calzado, camperas y pantalones es lo que más atrae”, agrega.
Clari tiene una tienda de moda circular en el barrio Unimev. En “La Gitana” vende ropa vintage, un estilo que está en auge y que muchos buscan por los modelos, calidad de las prendas, y precio. Su visión es la de aportar a la sociedad desde lo social, lo ambiental y el empoderamiento de emprendedores.
“Siempre fui fanática de las ferias americanas, empecé juntando ropa mía y de mi familia, empezamos con una amiga en un garage y de un día para el otro empezamos a comprarle a la gente, y el garage se convirtió en local”, relata sobre sus inicios. “Me enamoré del rubro, le encontré un montón de vetas positivas, de cosas lindas, esto de ayudar a la comunidad: yo siempre fui de la idea de que el dinero fluya entre nosotros, no dárselo a una multinacional”, señala.
“La gente me trae lo que se quieren sacar, yo hago una selección y les paso un precio un precio que coordinamos, a mi que me sirva para revender y que a ellos les parezca bien. También uso mucho el trueque, me gusta que me traiga y se lleven cosas, eso lo hace más circular todavía”, agrega.
Para Clari esto es su sustento: “Vivo de esto”. “Yo empecé antes de la pandemia cuando todavía no era tan común. Durante la pandemia la gente empezó a tener otra visión de la ropa de segunda mano y la moda circular. Últimamente se puso muy de auge porque ya no se puede comprar cosas nuevas, está todo carísimo“, comenta.
“Creció mucho la venta en el último tiempo, tengo clientas que nunca habían comprado ropa usada. Yo quería mostrarle a la gente que se puede vestir bien, con cosas lindas y en buen estado sin gastar tanto”. “Uno de los motivos es que gran aumento de precios que tuvo la ropa y el otro es que mucha gente se quedó sin dinero y empezó a vender su ropa para tener algún ingreso, ya no la dona o tira”, cuenta.
“Hoy la gente está entre ir al supermecado o comprar un jeans. Yo tengo pantalones por 2.000 pesos, cuando en una tienda llega a los 15.000″, ejemplifica. Además, Clari asegura que es un mito de que sean más las mujeres que los hombres los que se vuelcan por esta tendencia.
“En el último tiempo la venta creció exponencialmente y hasta se categorizó: hoy hay ferias vintage, urbano, de distintos estilos. Desde ese lado la segunda oportunidad creció mucho y porque la gente también se dio cuenta que la ropa de antes era de mejor calidad, tiene otra confección, otras telas. Yo digo que es la segunda, tercera, cuarta y hasta quinta oportunidad”. “Le doy mucho mérito a las generaciones más jóvenes que han impuesto esto de dejar de sacarle algodón al planeta y sedas, cueros a los animales, y empezar a utilizar lo que ya existe, es como que educan a los mayores”, destaca. “Tengo clientes de 13 a 80 años y es maravilloso porque desde acá militamos el empoderamiento en cuanto al tema de los talles, el reciclaje, la cuestión social“, reflexiona.
Clari hace referencia a todo lo que implica la fast fashion, una tendencia que se impuso y trae consecuencias. Es la moda rápida, un fenómeno por el que se introducen colecciones de ropa que siguen las últimas tendencias de la moda y que han sido diseñadas y fabricadas de forma acelerada y a bajo costo. Así, la industria le ofrece al consumidor la posibilidad de acceder a prendas novedosas a precios asequibles y de forma continua, con cerca de 50 colecciones al año -distinto a las tradicionales colecciones anuales de primavera/verano y otoño/invierno-. Al cambiar de temporada las prendas quedan obsoletas, esto fomenta el consumo y genera grandes cantidades de ropa en desuso y, por ende, toneladas de residuos
Los datos son alarmantes: cada año se confeccionan 100.000 millones de prendas en el mundo y, según cifras del último informe Pulse of the Fashion Industry elaborado por la Global Fashion Agenda, otras 92 millones de toneladas textiles acaban en la basura. Según la Unión Europea, la ropa es el tercer producto más consumido, por detrás del agua y la utilización del suelo.
En total, el consumo del textil para vestir ha aumentado un 40% en solo unas décadas. A más demanda, más producción y, con los últimos mecanismos de producción en masa, más contaminación. La textil, a nivel mundial, está entre las industrias más contaminantes por el uso del agua para su producción, el volumen de desechos que genera y las emisiones de carbono que contribuyen al cambio climático y el calentamiento global.
Por este motivo, la moda circular toma relevancia, favoreciendo el cuidado y respeto del ambiente y siendo una opción frente al aumento de precios.
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