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(Esther Chazarreta)- Con mucha voluntad. No es fácil, un hijo que vos tenes es la mitad de tu vida, no te olvidas nunca. A parte el miedo, ahora cuando viene un trueno yo ya estoy abajo de la cama.
En el año 1978 quedé embarazada de nuevo, de un varón y ahí un poco fue cambiando. Pero siempre con recaídas, subidas y bajadas. Luchando. Hay que luchar, creer en Dios.
50 años después el tornado sigue latente. No hay un día que no te acuerdes de eso. No te lo sacas de la cabeza, te quedan las imágenes y lo que viviste ese día. En cada lugar que uno iba no se podía hablar porque todo giraba en torno al tornado, era muy duro. Con el tiempo un poco ya pasó.
Nos quedamos sin nada tuvimos que salir a alquilar. En ese momento yo era ama de casa y a partir de allí empecé a trabajar. Y luego de un tiempo reconstruimos la casa que se había llevado el tornado. La mujer del matrimonio vecino que perdió a su marido en el tornado no quiso volver más. Varios volvieron, pero otros no. Después del tornado quedamos sólo dos familias. Nada puede superar en mi vida ese 10 de enero. No me cierro porque si no es aún más difícil.
– ¿Qué significó en la vida de tu familia el tornado?
(Esther Chazarreta)- Mucha lucha. Siempre seguimos unidos, luchando juntos. Los chicos eran muy chicos y le fuimos contando todo. Muchos problemas de salud y económicos. Mis padres me ayudaban, pero éramos 11 hermanos. Sigo adelante por la vida, me gusta mucho vivir. No me quiero morir, quiero luchar, trabajar…
– ¿Cómo fue volver a vivir en este lugar?
(Mirta Volcart) – No quedé con ningún trauma. Mi hijo al principio tenía miedo, y creo que todavía no lo superó. Cuando viene tormenta siente un fuerte miedo. A mí no me afectó a nivel emocional y eso que pasé todo lo que pasé. Antes ahorrábamos para mejorar y agrandar la casa. Después de eso decidimos viajar todos los años. La casa queda como está. Había que aprovechar porque capaz no hay otro momento. Vivamos el hoy.
(Ismael Volcart)- Al principio cuando había tormenta yo salía porque no quería que me agarre adentro, pero después el miedo pasó. Hoy lo veo como algo muy lejano. Antes con mi mujer teníamos por costumbre ir todos los 10 de enero a misa y al cementerio, pero ahora ya no. Es parte de la historia que pasó.
– ¿Qué imágenes nunca se fueron de tu memoria?
(Nora Cuesta)- 50 años después se sigue sintiendo lo mismo de ese día, te estoy hablando y se me acelera el corazón. Me acuerdo de todo y me daba ganas de llorar. Fue algo increíble, una amiga mía (la madrina de mi hijo) nunca lo pudo superar. Cuando vino unos meses a vivir a mi casa, porque la suya estaba destruida, ante cada tormenta se ponía abajo de la cama, caminaba de noche. Vivía mirando las nubes, la tormenta. Se fue a vivir a Buenos Aires, porque no quería estar más en San Justo. No me puedo borrar de la memoria a un matrimonio que sacaron juntos en una camilla improvisada ya fallecidos. Vivir toda una vida juntos y morir por el tornado fue muy duro, lejos de los hijos. La gente en la policía y en el sanatorio con la foto buscando a sus seres queridos no me la puedo borrar más.
Hay gente que quedó muy traumada. El primer aniversario del tornado fue muy duro. La gente cuando había tormenta salía a ver el cielo, tenía miedo. La gente cambió, y la manera de pensar también. No sólo la infraestructura cambió, San Justo hoy es una ciudad pujante, los chicos que se van a estudiar vuelven a trabajar acá porque aman su ciudad.
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