Portillo, el ‘killer’ del Real Madrid que ahora es ‘scout’ en el Rayo: “No me gusta el que se encara al árbitro, a no ser que sea un Vinicius y mire para otro lado”

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Alfredo Matilla
Salvador Fenoll

Javier Portillo (Aranjuez, 1982) fue un niño prodigio del Real Madrid que aún presume de ser el máximo goleador de toda la historia en su cantera con más de 700 tantos. Tras disputar 59 partidos y lograr 17 goles en el primer equipo de 2001 a 2005 -con dos cesiones por el camino en el Brujas y la Sampdoria-, se pasó el resto de su carrera demostrando que, si no se consolidó en el Bernabéu o sólo llegó a la Sub-21, se debió a que Ronaldo, Raúl y Morientes le taparon con tanto talento ese camino a la gloria.

Por su caminar de piernas curvadas con el que llega a la cita en Alicante bien podría confundirse aún con el gran nueve que fue. Sin embargo, su vida ahora es otra. Después de conocer el fútbol más modesto en el Nástic, Osasuna, Hércules y Las Palmas -hasta disputar 400 encuentros como profesional y hacer 99 goles-, forma parte del equipo de ojeadores del Rayo. David Cobeño, su excompañero en Valdebebas y ahora director deportivo en Vallecas, le reclutó para peinar el mercado con su olfato. Así que hay que ir al grano y no aburrirle: tiene que irse a casa para revisar partidos y elaborar informes.

La primera es sencilla. Del 1 al 10, ¿cuánto te gusta dar entrevistas?

Entre un 6 y un 7.

¿Como futbolista también eras así?

Era un poco más atrevido. Ahora, en el mundo de la dirección deportiva, intento pasar más desapercibido. Aunque es cierto que vas por ahí y a la gente le suena de algo mi cara. No saben de qué, es gracioso. Mis hijos me lo dicen: ‘Papi, la gente te mira’. Todavía guardan un bonito recuerdo.

Últimamente estoy charlando más con exfutbolistas que con jugadores en activo porque cuentan mejores cosas. ¿No crees que hay mucho temor a decir lo que uno piensa?

No. Hay casos muy particulares, pero no tenemos por qué. Con la verdad por delante, siendo educado y respetuoso, siempre se puede dialogar. Hay cosas con las que piensas ‘para qué me voy a meter en ese jardín’. Pero al final, siendo naturales…

He hecho recuento y creo que has concedido en tu carrera como 1.235.400 entrevistas. ¿Qué es lo que más veces te han preguntado?

Siempre he estado un poco relacionado con aquel gol de Champions, en mi debut con el Madrid, por cómo me atreví a disparar desde tan lejos… Normalmente van por ahí.

Intentaré ser original. ¿Cuánto echas de menos jugar al fútbol?

El fútbol es mi pasión y lo vivo a un nivel muy alto. Llevo desde los 6 o 7 años pegándole a la pelotita. No sé si tengo la suerte o la desgracia de que, de momento, los niños están iniciándose en el fútbol. No sé si me equivoco, pero quiero que disfruten y que compitan, pero sobre todo que se exijan. A mí, desde pequeño, siempre me han exigido y me han hecho ser muy competitivo. El jugar lo echo poco de menos. Cuando te tiras desde los 7 años hasta los 34, más del 50% de tu vida jugando… He tenido la suerte, gracias a Dios, de que he seguido vinculado a la dirección deportiva. Y eso, aunque es de otra manera, te hace seguir relacionado con lo que más te gusta.

¿No participas ni en pachangas con los veteranos?

Bueno, el típico partido de amigos que al día siguiente hace que te puedes mover. Partidos conmemorativos, por lo que he sido, a los que te invitan. Y sobre todo, los partidos de Navidad entre cuerpos técnicos y directivos. Más allá de eso, puedo practicar cualquier deporte, pero fútbol poco.

El Madrid tiene un buen equipo de leyendas. ¿Te lo han propuesto?

Es una cosa bastante particular. A lo mejor otras cosas así, sí me apetecería; pero no me lo han propuesto. Siendo sincero, tengo tan poco tiempo que es para estar con la familia, con los amigos y con mi madre. Ahora estoy todo el rato viajando, viendo partidos en directo, en el club…

Hace ya unos siete u ocho años que te retiraste. ¿No lo dejaste demasiado joven?

Puede ser que sí. Puede que me anticipara un año, año y medio. Pero arrastraba unas molestias en la rodilla que me impedían estar al 100%. En los saltos me molestaba. Al final, con 34 años, terminé en el Hércules en Segunda B, que es una categoría de poco brillo, de campos que no están en las mejores situaciones. Y se me puso por el medio el incorporarme a la secretaría técnica del club en el que estaba entonces. Consideré que era un paso muy bonito y que lo tenía que coger.

¿Has llegado a aborrecer en algún momento el fútbol o a sentir alivio por no competir?

No. A ese punto no. Pero cada vez que no jugaba, o participaba poco, si mi físico estaba bien y me encontraba bien, me iba a casa muy frustrado. Porque los jugadores, y aún me siento jugador, somos mucho de sólo mirar por nosotros. No miramos el compañero que hay al lado. Y te vas dando cuenta que tampoco hay que ser tan ambicioso. Y ahora lo vivo a diario, el que no juega está más fastidiado. Y en este deporte, de momento, en el equipo inicial sólo salen once.

¿Qué o quién te animó más a colgar las botas?

Fue una conclusión que saqué yo solo. Jugando en Segunda B, tuve oportunidades de ir a Segunda. Pero decidí priorizar el vivir en Alicante, el no trasladarme. Estaba en una categoría con pocos recursos. Fue curioso: me fui a Madrid en Navidad de vacaciones con mis hijos, volví al día siguiente y se lo dije a la gente. Pensaban que era una broma. Dije ‘oye, que mañana no juego’. ‘¿Cómo no vas a jugar más en mitad de la temporada?’, me contestaban. Preferí no continuar porque soy bastante sensato. No estaba aportando lo que debería. Consideré que iba a aportar más en los despachos. Fueron 48 horas duras, pero estar en el despacho y con los mismos compañeros me hizo sentirme aliviado. Eso sí, las relaciones cambian: ya pasas de delantero-centro a pedir explicaciones de por qué las cosas van bien o por qué van menos bien.

Con todo lo que has hecho, ¿cómo crees que te recuerda el aficionado en general?

Como uno de los goleadores más importantes de la historia del Real Madrid en su cantera. Y como un jugador que salió de la casa y que hizo dos o tres primeros años muy buenos, compitiendo contra los mejores jugadores del mundo, que en este caso eran Ronaldo, Raúl, Owen, Van Nistelrooy, Morientes…

¿De qué estás más orgulloso?

De haber sido un jugador competitivo. Siempre le recalco mucho a los niños de fútbol base, o en este caso a mis hijos, que llega uno o ninguno, que es muy complicado. En ese tramo de vida me tocó llegar a mí.

“Estoy orgulloso de lo competitivo que fui estando con Ronaldo, Raúl, Van Nistelrooy… Arriba llegan pocos y en ese tramo me tocó a mí. Eso sí, ahí daba igual que tiraras la puerta abajo”

Javier Portillo

Lo tuyo fue especial. Lo vi como periodista y lo sufrí como rival en División de Honor juvenil. Mirando tu CV, y siendo el máximo artillero de la historia del Madrid, ¿no fuiste algo menos de lo esperado?

Hombre, pasado el tiempo, si haces un análisis profundo… Y que no suene a prepotencia, porque tengo muchos defectos menos ese. Pero estoy muy orgulloso de mi carrera. Con muchos títulos, con muchos partidos y encima en varias ligas. Quizás sí que se podía haber logrado algo más. Pero me pilló una época delicada. No es normal que en una temporada entre Real Madrid C o B, por ejemplo, meta casi 50 goles oficiales, vaya al primer equipo, marque en Champions y haga 11 o 12 goles en LaLiga, más 3 o 4 en otras competiciones, un total de 15 o 16, y al año siguiente te empiezan a venir delanteros de mucho nivel, empiezan a restar tus minutos… Eso te va frustrando porque cada año llegaba uno más llamativo, más importante, más diferencial, y claro, el que lo pagaba era el canterano. Da igual que tiraras la puerta abajo.

Porque la tiraste…

Sí. Pero al final jugaba el otro. Se había pagado fortunas por el que acababa de llegar e iba a jugar seguro. Ese fue un punto donde sí que restó. Si hubiera seguido en el Real Madrid, no digo siendo indiscutible cada domingo, pero si hubiera tenido una importancia, sí que podía haber logrado más cosas. Tenía una cosa que era importante, que era gol, y el gol es muy difícil aprenderlo. El gol es una cosa que se puede mejorar, pero lo tienes o no lo tienes. Y es lo más caro de todo.

Es que choca que con esos números no hayas sido nunca internacional absoluto, por ejemplo.

Fui a la Sub-21. Y estuve con una de las mejores añadas, con los Torres, Xabi Alonso, Arteta, Valdés… En alguna preselección estuve a punto de ir porque marqué 13 o 14 goles en Primera con el Nàstic y fui el tercer máximo goleador nacional de ese año por detrás de Torres y Villa. Nunca se logró. Se intentó. Al final de la vida, todo no se puede tener.

¿Cuánta parte de culpa tuviste tú y cuánta se debió a otros factores?

Soy exigente y autocrítico. Seguramente tuve una parte de responsabilidad de un 20% o un 30% y el resto se debió a estar en el mejor club del mundo. Ese año fichaban a dos o tres Balones de Oro cada temporada. Eran situaciones totalmente diferentes a las de hoy. Ahora el Real Madrid lleva sin hacer apuestas importantes varios años. En ese momento era cada año, y en la parte ofensiva. Lo peor es si tú te miras y ves que estas a ese nivel. Si no te ves, dices ‘bueno, es la vida’. No voy a compararme con Van Nistelrooy, que lo tuve al lado un año, o Ronaldo, que lo tuve tres y ha sido el mejor delantero centro del mundo. Siendo honestos, no me comparo con ellos porque eran diferenciales. Pero para relevarles unos minutos y restarles partidos…, ya se demostró que podía competir. Por lo menos no bajar el nivel que ellos tenían. Quizá no elevarlo, pero sí lo de no bajarlo. Era una responsabilidad enorme sustituir a Ronaldo cada domingo. Porque era el mejor. Y lo hice. De eso sí que me siento orgulloso. Aunque fueran los minutos de la basura, como se suele decir.

¿Ese cartel que tenías y las expectativas creadas te ayudaron o te perjudicaron?

No sé, pero es cierto que era un cartel que estaba ahí puesto y que había que saber llevarlo. Y yo lo entendía como tal. Implica una cierta responsabilidad y suponía vivir con un nivel de presión muy elevado. Había que controlarlo. Y creo que lo controlaba bastante bien para la vida que llevaba. Al final era un crío.

En casa, la familia, no sé si te presionó más o, al contrario, era la que te ponía los pies en el suelo.

La gente que no me conoce y me vea igual piensa ‘éste es un tal…’. Y no es así. Es todo lo contrario. Pero muchas veces en España tenemos el defecto de que te miran y dicen ese tipo de cosas… Valoramos a la persona que vemos sin conocerla. Y eso me parece injusto. Yo vengo de una familia súper humilde donde mi padre siempre me ha llevado en línea recta, donde no podía sacar un pie del tiesto y, sobre todo, a mí no me daba tiempo a sacar la cabeza.

“La gente puede pensar lo que quiera al verme, pero vengo de una familia súper humilde donde mi padre siempre me ha llevado en línea recta, donde no podía sacar un pie del tiesto y ni siquiera disfrutar”

Javier Portillo

Recuerdo que tu padre siempre estaba encima, e iba incluso a los entrenamientos. ¿Era de los que te alababa constantemente o el primer y más duro crítico contigo?

El día que sacaba la cabeza ya estaba él para decirme ‘tranquilo, que todavía no hemos logrado nada’. Eso también era una elevada presión porque había muchos momentos para disfrutar y no lo podía hacer porque él siempre estaba, entre comillas, con el palo para que yo no me saliera de ese contexto.

Luego, alrededor, ¿estuviste bien asesorado?

El tema de la representación y del asesoramiento probablemente fue uno de los puntos negativos de mi vida. Debería haber estado mucho mejor asesorado y, sobre todo, se podrían haber sacado muchas más cosas para el rendimiento que daba a nivel deportivo y extradeportivo. Había muchas marcas que te querían contratar. Era una imagen de la cantera, estábamos saliendo pocos hacia arriba, era un delantero de La Fábrica que sale y despunta… En ese aspecto sí que soy bastante crítico. No me considero responsable, pero sí que se podía haber manejado mucho mejor.

¿Quién te fue llevando la carrera como futbolista?

He tenido varios varios representantes. Ninguno en concreto que durara más de cuatro o cinco años. Era por eso. El mundo de la agencia no era tan profesional como ahora, ahora se mide todo mucho. Hoy me dedico a los despachos y te encuentras con agentes que hasta hacen un seguimiento a sus jugadores para que no cojan peso, para que se entrenen por las tardes, para que hagan trabajo de prevención de lesiones. Eso todo antes no existía, entonces tenías mucho tiempo para pensar.

“Uno de mis puntos negativos fue el tema de la representación y el asesoramiento externo que tuve. No fui responsable y se debió manejar mejor”

Javier Portillo

Con todo lo que sabes ahora, ¿qué hubieras incorporado a tu lado?: psicólogo, entrenador personal, nutricionista, un fisio, un asesor…

Un poco de todo. El poco deporte que hago, porque tengo poco tiempo, lo hago con amigos que están en salas de gimnasio y siempre se lo digo: ‘En este momento, con el dinero que ganan los futbolistas, invertiría mucho tiempo y mucho dinero en mí’. En tener un buen preparado físico, un buen readaptador o hasta incluso un fisio que esté contigo la mayoría del tiempo. Ahora el jugador puede tener mucha calidad, que si no eres fuerte a nivel físico… La calidad tiene que ir acompañada del físico. Solamente la calidad, para Messi y pocos más. Si no estás fuerte, no creo que logres muchas cosas.

¿Qué es lo que más te llamó la atención al entrar a un vestuario repleto de galácticos?

Todo. Estaba repleto de estrellas, futbolistas muy contrastados que habían ganado muchas cosas. Te sorprendía todo. Me encontré con vestuarios de gente muy profesional que, aunque hubieran ganado Balones de Oro, se cuidaban las 24 horas.

¿Cómo actuabas?

Era más tímido que activo. Con el paso del tiempo vas cogiendo un poco más de liderazgo, más de responsabilidad, de atrevimiento. Pero ahí, con 20-21 años, teniendo todo lo que tienes alrededor, era mejor pasar desapercibido que no pasarte de atrevido.

¿Llegaste a acomplejarte rodeado de tanta estrella y calidad?

No, no, complejo ninguno. Yo sabía lo que había, sabía que ellos eran mejores y únicamente me quedaba a aprender. Pero acomplejarme, no.

¿Qué tenías tú que no tuviera el resto?

Que era una persona bastante competitiva que me agarraba a un clavo ardiendo y que intentaba cada día entrenarme mejor. En mi carrera deportiva me he perdido pocas sesiones. Muy, muy pocas. Para mí un entrenamiento era tan importante como un partido, porque era el momento de coger un físico que me mantuviera. Cada día es un aprendizaje y me agarraba al hecho de intentar vivirlo 24 horas.

Tu competencia en esa delantera del Real Madrid era feroz. ¿Cómo recibieron a alguien que por aquel entones era casi un niño prodigio?

Muy bien. Ahora que nos encontramos en los estadios, como pasó el día del Real Madrid-Rayo en el Bernabéu con Raúl y Roberto Carlos, nos reímos recordando algunas. El recibimiento siempre fue bueno.

¿Hay algún momento en el que los compañeros pasaron de verte una maravillosa opción de la casa a una competencia peligrosa?

No, me veían como un rival, pero en ciertos momentos de varias temporadas el nivel subió y no sé qué pensarían ellos… Siempre entraba entre los tres cambios, porque antes sólo había tres. Entonces, el rol para mí cambió a mejor y el de otros, a peor. Poco a poco estaba avanzando en minutos, en importancia y en relevancia en el equipo.

Igual con los cinco cambios tu paso por el Madrid hubiera sido mejor…

Claro, claro. Es que ha cambiado todo. Probablemente ahora, con tantas ventanas, con cinco cambios, hubiera tenido muchos más minutos y hubiera participado en más competiciones. El fútbol ha cambiado en todo. Se ha evolucionado, como en todo en la vida. Ahora hubiera tenido más importancia. Porque en todos los equipos donde he ido, he jugado; salvo la última época en Osasuna y al final en el Madrid.

¿Cuál fue el mejor consejo que te dieron en Valdebebas?

Que trabaje y sea honesto y que no perdiera energías en otras cosa. Hoy se lo digo a muchos jugadores. Hay que centrarse en lo que depende de ti para no frustrarte. Lo demás no lo podemos controlar. El mejor consejo que me han dado es ‘estate positivo, no veas cosas negativas y estate muy preparado para cuando te toque’. Porque te toca tarde o temprano. Y ahí es donde tienes que estar listo para coger esa oportunidad. Fernando Hierro, por ejemplo, como capitán y líder que era, siempre me lo decía: ‘Hay que estar preparado siempre’. Mañana se despierta el compañero con fiebre y te toca. El que sólo se dedica a estar frustrado, a estar enfadado todo el día porque no juega, luego cuando le toca no está y no aprovecha la oportunidad.

“Ahora con los cinco cambios hubiera tenido más protagonismo y me hubiera ido mejor en el Madrid. Allí, Hierro fue el que me dio el mejor consejo: ‘Estate positivo y preparado para cuando te toque”

Javier Portillo

En esa etapa en la que llegas al primer equipo, ¿dónde y cómo vivías? Porque tu vida sería muy distinta a la de tantos multimillonarios…

Fue un caso un poco particular en todo, porque el Real Madrid en ese momento no tenía la residencia que tiene ahora de tanto nivel. El club siempre propuso desde mi último año de infantil y el primero de cadete que fuera a Madrid a vivir, al colegio, pero mis padres dijeron que no, que de casa no me movía. Y me decían ‘¿pero cómo vas a hacer 60 kilómetros de ida y 60 de vuelta a diario? Mi padre se apañaba como fuese, pero siempre me llevaba. Lo gestionaba con normalidad. Estuve viviendo con mis padres toda la vida, de hecho a muchas ciudades me los he llevado conmigo. Y al final, cuando pasas al fútbol profesional, necesitas más espacio para ti. Vivía sin ningún tipo de lujos que no puedas alcanzar y teniendo un poco los pies en el suelo.

¿Quién tuvo la culpa de tu llegada al Real Madrid?

Dos personas. Una, Vicente del Bosque, que era el coordinador del fútbol base y es el que me ve en un torneo. Luego me vio en otro en Madrid, la semifinal y la final, donde estuve bien y era el momento porque no me había visto anteriormente. Y la otra persona clave fue mi padre, porque en ningún momento pensó que no tenía que estar en Madrid. Apostó fuerte, costase lo que costase, y eso es muy bonito. Siempre lo valoro y se lo digo a mis tres hijos [de cuatro, ocho y 11 años]: ‘Valorad cada cosa que vivís’. Yo valoro todo mucho, hasta cualquier cerveza que me pueda tomar.

¿Ellos te han visto en acción?

Sí, se han puesto imágenes grabadas, sobre todo de la época del Real Madrid. Se quedan un poco como diciendo ‘madre mía, éste ha logrado cosas’.

¿Quién confió más en ti en el Madrid?

Del Bosque y Ramón Martínez. También Florentino Pérez, que es el que metió el nuevo método de cantera, y el director deportivo, Valdano. Cada uno tuvo su importancia.

Florentino suele encariñarse con los nuevos y jóvenes. Vinicius, Rodrygo, Camavinga o Güler son los últimos ejemplos. ¿Sentiste que eras su ojito derecho o añoraste su protección?

No sé si ojito derecho… Es el mejor presidente que el Madrid ha tenido y yo he tenido la suerte de tenerlo en todas las épocas. Siempre me ha ayudado. Tengo una magnífica relación con él. Me consta que me aprecia y que no se ha desconectado de mí.

¿Cómo es eso de estar en el Bernabéu y estar deseando que el Madrid pinche ante el Rayo?

Pues es una situación compleja. El Rayo siempre compite bien allí y era evidente que yo quería que ganara. Primero, porque lo necesitamos más. Y segundo, porque yo trabajo por y para el Rayo.

Aun así, ¿sigues siendo madridista?

Sí. Fuera de lo que es el Rayo, que es mi equipo y con el que soy feliz, sí. Al final me he tirado 14 o 15 años en el club…

Todos somos un poco del Rayo. ¿Qué tiene que no haya en otro club?

El Rayo te sorprende gratamente, porque es muy familiar. No es una entidad que tenga, como otros, 500 trabajadores. Estamos los justos y los necesarios. Es un club de barrio, donde su masa social es tremendamente brutal. La manera que tiene la gente de empujarte en Vallecas es increíble. En pocos campos lo he visto y he jugado en bastantes. En Europa quizás sí que hay más ese tipo de afición, pero la masa social que tiene el Rayo no es normal. Si tuviéramos un estadio de 30.000 personas, se llenaba. Es un club emblemático, al que le coges cariño muy pronto. Somos una familia. Eso es lo que te hace ser un poco de la franja. Te empapas, entras y te sientes atrapado.

El sueldo de un secretario técnico, un director deportivo, o los que trabajáis en la estructura de ‘scouting’ no es, ni mucho menos, proporcional al que tenías como futbolista…

Ahora trabajamos mucho más y se gana bastante menos.

¿Y eso cómo lo llevas después de haber conocido la ‘belle èpoque’?

Bueno, estamos todos en la misma situación. Los sueldos son proporcionados a las estructuras que tienes y a los clubes en los que estás. No tengo ningún tipo de queja, pero es verdad que sufrimos mucho más. Estamos 24 horas conectados. No me gusta hablar de dinero, pero siendo futbolista, yo que lo he sido, tienes más calidad de vida, vives mejor, y probablemente sufras de otra manera. Nosotros a lo mejor descansamos 15 días al año, unos 4 o 5 en Navidad antes del inicio de mercado, y una semana nada más acabar LaLiga. Luego ya te viene julio-agosto, que son 60 o 70 días de mercado en los que tienes que estar a tope. Es una vida diferente.

“Ahora sufro más, pero me gusta. Descansamos 15 días al año, 4 o 5 en Navidad, y una semana nada más acabar LaLiga. Luego ya te viene julio-agosto, que son 60 o 70 días de mercado… Es diferente”

Javier Portillo

Hablando del tema económico… y lo pregunto porque no sé si aquella etapa de futbolista te sirvió al menos para asegurarte una buena vida: ¿Estás currando por necesidad o por pasión con el fútbol?

Trabajo por necesidad y por pasión, por las dos cosas. No valgo para quedarme en mi casa. Sólo me quedaría si no tuviera otra cosa. Siempre que pueda trabajar ligado al fútbol, voy a buscar mi espacio, siempre. No soy conformista para que vengan y me traigan el dinero a casa. Soy de buscarme mi hueco, mi espacio y trabajar. Mi padre me enseñó que hay que seguir trabajando, que hay que ser honesto, que no puede estar uno parado. Tengas mucho o tengas poco.

¿Recuerdas tu primer sueldo y en qué lo invertiste?

El primer sueldo lo gané con dos años más de los que que tiene mi hijo mayor ahora. Fueron 60 euros de la actualidad para el abono transporte. Nos pagaban eso. Con 12 años. A partir de juveniles, el Madrid me hizo un contrato profesional y tenía un salario. No era rico, pero un salario correcto para ser juvenil.

¿El primer capricho?

Ninguno. Vivíamos en un barrio de absoluta pobreza, en Aranjuez. Se llamaba El Hoyo. Era malo, con poca calidad de vida. Ésa era la atmósfera del día a día. Era un piso, un tercero, y estaba bien; normal y corriente para cualquier familia trabajadora. Pero estaba obsesionado con que el primer salario alto que tuviera sirviera para sacar a mi familia de ahí. Bueno, a mis padres y a mí mismo, porque estaba viviendo con ellos. Fue lo primero que hice. De hecho, había una curiosidad y es que el salario alto que esperaba tardaba mucho en llegar, muchísimo. Y entonces yo decía ‘madre mía…’.

¿Qué hiciste?

Estaba agobiado pensando ‘dónde puedo comprar una casa ya en Aranjuez donde mis padres puedan estar a gusto y que haya espacio para ellos’. Fui a una urbanización a las afueras, y resulta que sólo quedaba una casa, que era la del proyecto piloto, el que enseñaban a todo el mundo. Y dije ‘bueno, pues me quedo con ésta aunque sea, porque mis padres tienen que salir del barrio’. Ahí sí que me sentí orgulloso, porque no podíamos vivir en esas condiciones mucho más tiempo.

“Vivía obsesionado con comprarles una casa a mi padre con mi primer sueldo alto para que salieran del barrio de absoluta pobreza en el que vivíamos y que era un peligro absoluto las 24 horas del día”

Javier Portillo

Y estar rodeado de peligros que para un deportista…

Peligro absoluto, 24 horas. Llegaba a las 10-11 de la noche de entrenar cuando era un crío y, claro, has vivido cosas negativas. Por eso disfruto en la actualidad de cualquier cosa. ¿Qué pasa ahora con nuestros hijos? Que los padres actuales les intentamos dar lo mejor y están acostumbrados a todo lo bueno, no terminan de valorar lo que es la vida.

El Madrid te cedió un par de veces, a Fiorentina y Brujas. Parecieron destinos poco glamourosos para todo un delantero con tu proyección… ¿Tuviste ofertas mejores que no fueron aceptadas?

Es que el tema de las cesiones hay que mirarlo con delicadeza. El Real Madrid no te dejaba ir a cualquier club. Tenías que jugar. Muchos equipos no aceptan esas condiciones. Luego, casi al 100%, del salario se tiene que ocupar el equipo al que vas. Y ellos no querían invertir. Era un sueldo normal, pero pensaban ‘lo vamos a tener un año y se va’. Ofertas, muchas, claro, pero no en las condiciones que quería en Madrid. Aun así, fui a equipos contrastados en Europa, como el Brujas, que juega Champions. O la Fiorentina, que acaba de subir a Serie A y era un equipo con poso y poder. Si encima, a nivel de salario, te paga más y hasta incluso abona dinero por la cesión, pues todos salimos beneficiados. ¿Qué me hubiera gustado a mí? Sinceramente, quedarme en España, jugar en Primera. Las salidas fueron demasiado pronto.

¿Cómo vive un chico tan joven de Aranjuez tener que salir al extranjero a demostrar?

Lo del idioma era complicado, no, lo siguiente. Flamenco. Una mezcla rara. Me acuerdo que tras el debut de Robinho en Cádiz, al lunes siguiente me iba. Era el último día de mercado. Me encontraba en una situación que era difícil. Ya pensaba que me iba a quedar en Madrid. Y se precipitó todo en 24 horas. Cambio de vida, de equipo y de todo. Me eligieron una casa para que estuviera aislado de todo, mal situada por cierto, a las afueras y sin poder relacionarme con nadie. Y entonces se me ocurrió una idea…

¿Cuál?

Le dije a mi hermano que dejara el bar de Aranjuez que regentaba los meses que duraba mi cesión. Recuerdo que me dijo: ‘Hombre, no me puedo ir tanto tiempo’. Pero le ayudé a nivel económico y se vino. Él venía una vez al mes a España. Conviví con mi hermano más que nunca, pero el idioma… Es que ellos no te facilitaban un profesor de francés o de inglés, porque me hubiera venido muy bien; era de flamenco. Así que un día le dijimos ‘es mejor que no vengas más, porque es que no conseguimos avanzar’. Es un idioma bastante difícil de dominar. Sabía algo de inglés y con eso tiré. Ahora lo domino más que antes. Te dan un contrato para redactar y más o menos lo interpretas bien. Me tuvieron que poner un traductor 24 horas. A cualquier sitio que íbamos venía con nosotros. Pero, joder, es que ibas a los supermercados a hacer la compra y era un dilema. No sabíamos qué nos íbamos a encontrar.

Allí diste la talla y creciste. ¿Por qué te vende el Madrid?

Hice la siguiente pretemporada con el Real Madrid 2006-07, pero éramos seis delanteros y yo siete. No iba a tener minutos. El club [presidido por Ramón Calderón]  y el entrenador [Fabio Capello] fueron claros. Me dijeron que no iban a poder rotar. Fueron sinceros y honestos. Y lo agradecí. Me fui al Nàstic cedido, y por normativa no podías repetir más de dos o tres veces una cesión. Ésta era la última. Tocaba venta o cesión. Me cedieron, hice 13 o 14 goles en Liga y luego ya me traspasaron a Osasuna porque o me renovaban o tenían que venderme. Prefirieron sacar dinero.

Intenta revivir y explicar el momento en el que sales del Madrid con las maletas a cuestas después de 14 años en la casa.

No lloré ni nada de eso. Me fui con naturalidad. Soy bastante frío en ese aspecto. Te vas haciendo a la idea poco a poco de todo. Triste, sí. Pero es que ya no había puntos intermedios. Era o blanco o negro, no había gris. Intuía que por muchos goles que hubiera hecho en el Nàstic no me iban a renovar otra vez.

Luego llegaron Nàstic, Osasuna, Las Palmas y Hércules. ¿Dónde se vio al mejor Portillo?

En varias ocasiones. Se vio el mejor Portillo el primer año del Real Madrid. Fue brutal. Cada vez que yo participaba pasaban cosas a nivel ofensivo. En el Brujas fue una temporada que roza la excelencia: 13 o 14 goles, participas en Champions, que hice dos o tres goles en el grupo, y luego vas a Europa League, haces el tanto del empate contra la Roma, marcas goles en todas las competiciones y encima quedas como el mejor jugador de la Liga. Y luego, el año en el Nàstic, sin estar ya en el Madrid ni en el fútbol europeo, donde metí 13 o 14 goles en Primera.

¿Cómo viviste jugar en el Bernabéu con otra camiseta?

Lo hice con Osasuna. Siempre me han recibido muy bien. El Bernabéu, conmigo, ha sido excelente en todo. Me sentí muy querido. Tuve nervios antes del partido, y te sientes un poco desubicado. No marqué, pero si lo hubiera hecho no lo hubiera celebrado por respeto. El otro día, en la visita del Rayo al Bernabéu, pues igual. Estando en la secretaría técnica del Rayo, empatas y sales satisfecho, pero somos gente de respeto con mucha discreción.

¿Cómo recuerdas el primer día de tu nueva vida, cuando ya no eras futbolista?

Fueron horas muy agitadas. Fue dejarlo, hacer rueda de prensa en Navidad con todos mis compañeros y con el cuerpo técnico. Y ese día me acuerdo que el club hizo una comida para estar un poco juntos, para explicar mi nuevo rol en el organigrama. Por la tarde recuerdo que me fui a correr y dedicarme el tiempo que necesitaba para mí. Y al día siguiente estaba ya con otras labores en el club. No me dio tiempo a pensar. Si hubiera pensado, lo hubiera pasado mal. Es un cambio muy brusco. Los jugadores te miran con otros ojos. Es muy difícil cambiar el rol en 24 horas. Imagínate: con el compañero de habitación que tenías y con el que tienes una amistad, a lo mejor en cinco meses lo tienes que despedir. La gente se puede llegar a ofender.

¿Por qué te da por la dirección deportiva y no por formarte, por ejemplo, como entrenador?

Porque me van los despachos. Me gusta investigar. Aunque también el campo. Me va lo de conversar con los jugadores, pese a que ahora mantengo un poco la distancia. Y no quiero estar todos los días en los vestuarios. Es la casa de ellos. No me gustaba como jugador que el típico directivo pasaba todos los días, 24 horas, por allí. No hago lo que no quiero que me hicieran. Me centro mucho en los jugadores que menos importancia están teniendo en el once, que se sienten un poco frustrados. Quiero saber la información. Y saber el porqué de las cosas. A lo mejor un jugador no está jugando y está triste porque está teniendo un problema en casa o de salud. Hay que intentar, con respeto y educación, aproximarte para conocer las sensibilidades. Es importante.

¿Te dio tiempo a estudiar con esa carrera tan importante de crío?

Con tanto tiempo para entrenar y tanta distancia a los campos de entrenamiento y demás, tenía que priorizar el fútbol a los estudios. Ahora cada día nos intentamos formar más: con másters, con propuestas que nos hace LaLiga… Tenemos tan poco tiempo que nos gustaría hacer mucho más.

¿A qué le das más importancia ahora cuando ves o analizas a un futbolista para recomendarlo?

Cuando nosotros queremos firmar a un jugador, o entendemos que reúne las condiciones para estar en el Rayo, aparte de seis o siete partidos en vídeo, vamos al directo para ver cómo se comporta. Y yo una de las cosas que hago es llegar una hora antes al campo, si sé que vamos a intentar firmar a ese jugador. A lo mejor no han abierto ni el estadio. Llego en hora, me organizo, apunto todo y me gusta verle hasta calentar. Quiero analizar el comportamiento en todas sus facetas, si es explosivo en el calentamiento y si está concentrado. Luego, en el aspecto de juego, depende de la posición. Si es un delantero, pues me fijo en si va más al espacio o si es más de apoyos. Con los extremos, para nuestro equipo tienen que ser muy rápidos y tener buenos unos contra uno, pero que a la vez defensivamente replieguen y tengan mucho trabajo defensivo. Depende de muchas cosas.

“Para fichar a un jugador veo seis partidos grabados y luego, en directo. Llegó pronto, cuando no está abierto ni el estadio, para analizar hasta cómo calienta”

Javier Portillo

¿Qué es lo más difícil de encontrar: que sea muy técnico, un atleta…?

Ambas cosas. Es complicado ver jugadores que tengan talento y a nivel físico sean buenos. O uno tiene mucho talento y tiene el aspecto negativo del físico, o uno es muy fuerte a nivel físico pero le falta algo de talento. Intentamos buscar ambas cosas, sabiendo que si tienen esas dos virtudes al mismo nivel pues estarían en el Milan, Real Madrid o Manchester City.

¿Su vida fuera del terreno de juego también la vigiláis?

Intentamos indagar. A ver, no llegado al punto, por ejemplo, de decir ‘a ti no te firmamos porque te has separado y has tenido dos novias y las has dejado’. Pero sí que nos gusta saber la información. Madrid es un sitio donde hay que tener muchas cosas controladas, porque es la capital del fútbol y hay muchas cosas que hacer. No es como si te vas a Soria o a Vila-real donde, por poner un ejemplo con todos mis respetos, no tienes tantas cosas que hacer. Muchas veces, y muchos técnicos me han dicho ‘si te das cuenta, ¿dónde rinden más los jugadores? En Vitoria, en Miranda, en Soria…’. ¿Por qué pasa esto? Porque son ciudades que, entre el frío o el perfil de la ciudad, te dedicas por y para el fútbol. Y en cambio, si vas a grandes ciudades hay cosas que te distraen un poco más. Intentamos tener la información de cómo es su día a día a nivel familiar.

“Intentamos indagar y tener la información de la vida del objetivo a fichar. En Madrid hay muchas cosas que hacer… Por algo, y con respeto, rinden más los jugadores que van a Vitoria, Miranda, Soria…”

Javier Portillo

Sin hablar de ninguna individualidad, ¿qué cosas no te gusta de un futbolista cuando vas a verle?

No me gusta el jugador que pierde el tiempo todo el rato en encararse con el árbitro, que falta el respeto al rival, que está todo el rato braceando, que si se la das a medio metro y él toma la decisión errónea echa la culpa al compañero… Esos aspectos no me gustan.

Salvo que seas Vinicius.

Hombre, si es Vinicius, que es uno de los mejores jugadores del mundo, pues quizá mires para otro lado porque te gana partidos. Pero seguramente que el Real Madrid, y no tengo la información aunque Nacho dijo algo en rueda de prensa hace poco, le corrijan pequeñas cosas para que sea uno de los próximos Balones de Oro. Condiciones tiene; físicas y técnicas.

Pero cuando tú vas a ver a un futbolista para el Rayo y dices que eso no te gusta, ¿lo afirmas porque se tarda mucho en encarrilarlo?

Es complicado. Pero si es un Vinicius, un futbolista que te gana partidos y es diferencial, pues muchas veces tienes que mirar para otro lado. Dices ‘mira, oye, nos gana partidos, pues lo tenemos en la medida de lo posible tranquilo y lo dominamos’. Y sabemos su día a día y lo intentamos llevar bien. Pero si no es un futbolista diferencial, donde pones las cosas buenas y las cosas menos buenas en una balanza, al final te decantas por otro perfil.

En el Rayo podéis ponerle el ejemplo de Falcao a los recién llegados.

Una de las personas que más me han sorprendido en el mundo del fútbol es el Tigre. Uno de los mejores rematadores, por no decir el mejor. Cuando en el club lo presentamos, en media hora no sabría ni decirte la cifra de camisetas que se vendieron. Y el tío, pese a haberlo ganado todo, es respetuoso, humilde y educado. Te da los buenos días todos los días, como los demás. Nuestro vestuario, la verdad es que en lo del comportamiento, roza a la perfección. El éxito no se alcanza porque sí, se debe a que hay un grupo excepcional. Falcao es un ejemplo. Juegue 90 minutos, esté acertado o no, o juegue 15. Lo da todo. En el Bernabéu salió al final y presiona, muerde, te da siempre cosas. Con su carrera, que siga tan conectado dice mucho de él.

Hablabas antes del Hércules. ¿Cómo es tu relación actual y concreta con el club tras haber hecho también labores de dirección deportiva?

El Hércules es un club al que le tengo un cariño especial. Un club que es de mi familia. Pero en estos momentos no tengo nada que ver con ellos. Hay un director deportivo, Paco Peña, con una secretaría técnica, y les deseo lo mejor. Ojalá logre los éxitos más pronto que tarde. Ahora no tengo tiempo, me dedico por y para el Rayo al 300%. Es cierto que, si en algún momento, mi familia requiere de mi información, cómo no vas a ayudar a tu familia. Pero no tengo tiempo para absolutamente nada. Sólo para el Rayo, y soy feliz así. Estamos haciendo cosas muy buenas.

¿Cuáles son tus funciones concretas?

Soy un miembro más de la secretaría técnica, que está compuesta por tres o cuatro personas. David Cobeño es el director deportivo desde hace muchos años. Estamos adjuntos a él tanto Armenteros, que es un exjugador contrastado del club, y yo. Y ahí nos repartimos las tareas. No somos una dirección deportiva de 20 personas. Y eso es bueno. Al ser pocos tenemos la capacidad de abarcar muchas cosas, de ayudar en el fútbol base en lo que te pidan, aunque yo ahí colaboro poco o nada, alguna situación del Rayo B si acaso, y nos dedicamos las 24 horas del día al primer equipo. Suelo estar entre dos o tres días en el club y en los mercados casi todos los días. Luego, además, viajo a ver a rivales y a ver perfiles de jugadores. Ahí estamos intentando sumar.

Cobeño, exmadridista, fue clave para reclutarte. ¿Cómo le ves?

Está para jugar [risas]. Se cuida. Es una persona tranquila, pausada, y que controla muchas cosas. Aunque vengan nublados, está tranquilo siempre. Los mercados son los momentos un poco más agresivos, de menos disfrutar porque tienes responsabilidad de 24 horas y queremos que vengan los perfiles que nos marcamos, los más baratos posibles, que lleguen lo antes posible… Eso te genera un estrés y un desgaste brutal.

“Aunque vengan nublados, Cobeño siempre está tranquilo. La oferta del Sevilla la vimos como una motivación; saben cómo se trabaja en nuestro club. Pero nunca lo vi fuera. Es muy del Rayo”

Javier Portillo

Tuvo una buena oferta del Sevilla y estuvo cerca de irse…

Lo vimos como una motivación, ya que se vigila mucho lo que estamos haciendo en el Rayo. Los clubes son conscientes de este trabajo. Hemos pasado del ascenso y dos años más con Andoni Iraola en Primera a lograr semifinales de Copa contra el Betis y sumar los 42 puntos de la permanencia relativamente pronto. Eso no es fácil en ningún equipo de abajo, por muy buena plantilla que tengas. Los clubes seguro que piensan que esta dirección deportiva está haciendo un buen trabajo. Es verdad que a Cobeño lo pretendían, pero él siempre lo vio desde la tranquilidad, es muy del Rayo. Lleva al club en su corazón. Yo, sin tener la información al 100% al respecto, me costaba verlo fuera del club de su vida. Pero cuando te llegan propuestas las tienes que valorar.

Haces vida a caballo entre Alicante y Madrid. ¿Cómo se lleva eso y cuál es la que te gustaría tener a medio plazo?

Estoy abierto a todo. La vida de estar todo el día en la carretera, en aviones, en trenes, no es fácil. La familia está afincada en Alicante y dependerá de las propuestas que tenga. Hay que analizarlo detenidamente. Lo que no quiero es que, por mi trabajo, mi familia se sienta perjudicada. Eso no lo voy a permitir. Ahora estoy muy feliz en Madrid, me gusta lo que hago. Y estoy sumando. No sé si poco o mucho. Pero estoy sumando. Estar en la secretaría técnica de un club de Primera que está logrando cosas muy buenas y éxito es para estar satisfechos. Tenemos que seguir así, y ya está. No me planteo mi vida en el futuro, me planteo el qué voy a hacer esta tarde o mañana. Es lo mejor.

Alfredo Matilla

Alfredo
Matilla
es
Jefe
de
Información
en
Relevo.
Natural
de
Alcázar
de
San
Juan
(Ciudad
Real)
y
mediocentro
como
forma
de
vida.
Licenciado
por
la
Complutense,
también
es
Máster
en

Salvador Fenoll

Salvador
Fenoll
es
cámara,
editor
y
motion
grapher
en
el
departamento
audiovisual
de
Relevo,
donde
proyecta
su
interés
en
la
parte
social
del
deporte.
Nacido
en
Callosa
de
Segura
(Alicante)

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