Rocío Rosado, cantautora: “En casa siempre tuve que pedir permiso para cantar”

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Me encuentro con Rocío Rosado (Jerez, 1973) en la zona sur, en un parque verde y húmedo por las últimas lluvias. Un lugar tranquilo para mantener esta estrevista con una gran convesadora y de un talento vocal fuera de toda duda (escucharla cantar en directo es un verdadero lujo). Cercana y amable, con una sencillez y una percepción de la vida y de su arte más que claras, nos recibe con la dulzura propia de quien es capaz de conmoverse con unos versos, con una letra, o con alguno de esos cantes flamencos que ha escuchado desde que estaba en la cuna.

Hermana de la cantaora Anabel Rosado e hija y sobrina de dos de los fundadores de la peña La Bulería, no para de buscar su camino. Pero no el que le lleve al éxito, sino el que le haga encontrarse con la artista que sigue emocionando a cuantos la escuchan encima de un escenario. Tras Hospitalidad, pone en escena su espectáculo Miel de Luna. La artista, que ya ha llevado a diferentes puntos esta producción, continúa en la búsqueda de un estilo definido, si bien afirma que con estos dos títulos se acerca a la línea artística que quiere seguir. 

Qué encontramos en Miel de luna. 

Una ruptura amorosa, pero también mucho de experimentación. Trabajé con las melodías y las letras. Yo siempre digo que este proyecto nace de una asombro artístico, que fue lo que para mí supuso Lorca. Tuve muchas vivencias en Granada, en Valderrubio, donde Lorca pasó muchos años de su infancia, aunque naciera en Fuentevaqueros. Lorca tiene en mucho de contemplativo, de amor por la naturaleza. Me lo pasé muy bien, visualicé las letras y ha sido muy bonito trabajar en esto. Quizá sea mucho decir que me identifico con Lorca, pero es así. Miel de Luna es un viaje. 

Pero este proyecto, que es un espectáculo que ya ha llevado a los escenarios, se basa no solo en los poemas de Federico García Lorca.

No. Hay una mezcla de flamenco y jazz. Es una puesta en escena donde intento evocar sentimientos olvidados y recuerda la inocencia de la infancia. Para ello conté con la pianista japonesa Mai Kikuchi y la fotografía de Ágata Sandecor

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Miel de Luna, con la voz de Rocío Rosado, puede disfrutarse en los escenarios y también en Bandcamp CANDELA NÚÑEZ

Su padre fue fundador junto a su tío Domingo de la peña La Bulería. ¿A usted le cantaban nanas o bamberas?

Mi tío era ebanista carpintero en La Asunción y por su escuela han pasado María Mezcle, Ezequiel Benítez, Mari Nieves Nieto, el Almendro. Y a mí desde pequeñita me enseñó cosas del cante, lo que pasa es que he estado mucho tiempo fuera y no he podido recibir sus enseñanzas. Eso no le pasó a mi hermana Anabel que no salió de Jerez y pudo estar con mi tío muchas veces. Mi tío Domingo fue siempre el bohemio de la familia, aunque después era amante del cante puro, del cante gitano, y mi padre lo mismo. Y respondiendo a tu pregunta: desde pequeña he escuchado flamenco. 

¿Recuerda sus visitas a la peña?

Sí, cuando era una niña, pero yo recuerdo mis contactos con el cante en el coche, con mi padre. Escuchábamos en el 127 a Garbanzo, Chocolate, Lole y Manuel. Yo tendría 6 o 7 años. Yo he cantado desde pequeña. Cantaba con 3 años en la peluquería de mi tía. Me tapaba la cara con las manos porque me daba mucha vergüenza. 

“Cantaba con tres años, pero me tapaba la cara porque me daba mucha vergüenza”

¿Y a sus padres, les gustaba que cantara?

Para nada. Yo tenía que pedir permiso para cantar. En todas las celebraciones pedía permiso para hacerlo pero siempre obtenía un “no”. En el colegio era otra cosa. Yo estudié en la Salesianas hasta los 14 años. Ahí entonaba la Salve subida en un banco, con lo que ello supone. Me refiero a las envidias que suscitaba. Allí tuve muchas escuela, pero no en mi casa. Era la esperanza blanca, me querían más académica que artista. Y ojo que no es un reproche, es la realidad. Nunca tuve ese arrope para dedicarme a cantar. 

Sí, porque interpreta como cantautora por primera vez en 1996, pero no lo vuelve a hacer hasta 2004. ¿Qué pasó en todo ese tiempo?

Empiezo la carrera con 18 años en Granada, allí voy al conservatorio y me dicen que no puedo dar clases, aún no sé porque me dijeron eso. No es un lamento, es una realidad. Además de eso, en 1998 tengo a mi hijo Guillermo y a Ana en 2003. En todo ese tiempo no canto nada. Fue como si se me hubiera olvidado cantar.

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La intérprete jerezana durante un momento de la charla. CANDELA NÚÑEZ

Empieza cantando flamenco, pero se acerca también al funky, al rock, al soul. ¿Esto es tener las ideas metidas en una coctelera o al contrario, sabía bien los ‘palos’ que quería tocar?

(Se ríe). Bueno, es que me ha costado mucho dar con mi identidad, y por eso me he acercado a todo tipo de música. Es que no me gusta decir que soy polifacética porque va a sonar un poco pretencioso. No me gusta decir eso, pero es verdad que tengo muchos planos. Quizá por eso me guste tanto Lorca, porque él era tradicional pero también vanguardista, esa contradicción me encanta. Ese estilo rompedor que se identifica conmigo, porque yo me siento libre desde pequeña. Todo esto a pesar de que en mi casa todo ha sido tradicional. Lo tradicional lo queramos o no, nos envuelve.

 “Me ha costado mucho dar con mi identidad, y por eso me he acercado a todo tipo de música”

Usted dice ir siempre en busca de una continua evolución como artista. ¿En qué momento se encuentra ahora?

Es que no sé si terminamos nunca de encontrarnos. Pero con estas dos producciones Hospitalidad y Miel de Luna, me he definido un poco. Ten en cuenta que yo no soy una persona inestable, pero quizá el contexto de mi vida, sí. Eso me ha hecho experimentar. Me he arriesgado mucho a vivir; desde el punto de vista personal, digo. Eso me ha hecho también cambiar mi forma expresiva. Cuando era pequeña decía que yo no podía cantar seguiriyas porque no tenía experiencia vital para eso. Todo va siempre con el contexto. 

Rocío Rosado ha vivido en Cádiz, Madrid, Londres, Granada, y ahora en Jerez. ¿De dónde se siente?

Es que se dice mucho lo de que el artista nunca es profeta en su tierra. De hecho a mí no me gustaría un titular que dijera eso. No me gusta dolerme de mí misma ni decir que no se me ha reconocido. Si no me reconozco ni yo misma, ¿cómo me van a reconocer los demás?  

Es usted un mar de dudas… O un océano. 

La duda ayuda a la investigación, a la ciencia. La duda ayuda a avanzar. Si no tenemos, dudas, ¿qué nos queda? Me gusta la precisión, y para eso no puedo ser categórica. Voy construyendo mi camino. Artista… Si hasta a mí me cuesta trabajo decir “soy artista”. 

¿Entonces cómo la defino?

No sé.

Pues estamos bien… 

No me definas como cantaora. Si ahora hiciera un disco sola, sí. También me gusta compositora. Yo le pongo la música a las letras. Estoy al servicio de la palabra, cantando poesías. Yo pregunto a la gente cómo me ve. Y me contestan: con una guitarra. Yo creo que la palabra exacta es cantautora. 

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