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La tierra tira, y mucho. Tanto que, desde tiempos inmemoriales, las coordenadas geográficas donde artistas y genios han ido a nacer se han convertido en temática y narrativa de quienes hacen de la morriña el lienzo sobre el que depositar su autoexpresión. Es el caso de Valeria Castro (1999), quien con una aparente fragilidad que va anexada a la juventud se desgarra la voz por las islas Canarias. Sus tonadillas provenientes del folclore isleño dejan un regusto a sal y a tierra mojada. A guitarra y a tasca. También a ceniza. Para Castro, las letras de sus canciones sirven como un reconfortante subterfugio a través del cual canaliza su tremendo respeto y apego a La Palma, rincón canario donde nació y al que le canta embelesada como una niña la mañana de Reyes. A este trozo de tierra que vivió tiempos convulsos en 2021, debido a la erupción del volcán de Tajogaite, le dedica con cariño y con cuidado, su primer trabajo de larga duración que presentaba al mundo el pasado mes de marzo. “A la hora de hablar de mí, voy a hablar primero de mis raíces antes de contar otras historias o logros. Mi mayor logro es venir de donde vengo”, reconoce indubitable. Nos habla así de 11 mimadas pistas que abrazan el derecho a gritar de viva voz el origen y la raíz. Y, de momento, ese es su eje. Porque para Castro, el amor es un asunto meramente satelital que acompaña pero no protagoniza sus acordes. Un sentimiento del que no le gusta cantar, al menos de momento: “Soy muy crítica con las canciones de amor porque sé que se ha escrito mucho de esa parcela y ahí me siento muy vulnerable al pensar que lo que escribo no es lo mejor que se puede ofrecer. Me gusta más escribir de asuntos de los que no se ha escrito tanto, como el campo. Hay menos canciones que hablen de él y me siento más orgullosa de haber escrito de algo de lo que no se habla”, nos cuenta en un encuentro que tiene lugar justo un día antes de que cumpla 24 años. Una fecha señalada que, sin embargo, no vendrá acompañada de celebración. “Estoy trabajando de lleno en la gira del álbum que pasará por Canarias, Madrid, Turquía y Latinoamérica”, nos cuenta ilusionada y con una sonrisa perenne que se convierte ipso facto en una seña de identidad.
No es para menos. Castro atraviesa un momento excelso en su corta pero firme trayectoria: con cariño y con cuidado supone un asentamiento de lo que quiere hacer y lo que quiere presentar al público. “El álbum tiene una intención y un hilo conductor. Y sobre todo mucha raíz e historia. Para mí es presentar lo que soy. Es mi carta de presentación oficial”, distingue, desde luego, sonrisa mediante. Y es que, de tener heridas, Valeria las supura cantando: “Con la música me di cuenta de que una historia que partía de un nudo en la garganta se podía convertir en algo bonito que es capaz de calar entre la gente. Ese compartir con otros es lo que hace que sanen mis heridas”, reflexiona acerca de por qué se dedica al oficio de la púa y los versos. Durante la charla, juego a poner a Valeria en un aprieto y le pregunto abiertamente acerca de cuál es la canción de cuya letra se siente más orgullosa. Para mi sorpresa, no tarda en contestar: “Diría que de este disco es techo y paredes. Es un tema que le escribí a mi hermana a raíz de que nos separásemos, dado que se fue a vivir a otro país; de repente me vi por primera vez en mi vida completamente sola. Nunca había compuesto algo pensando en ella y esta letra arranca con una historia triste y finiquita con una moraleja y un halo de esperanza, algo que me enorgullece mucho haber escrito”.
“Saber que antes del 2000 el hueco en la música era mucho menor para las mujeres te hace pensar que el lugar que ocupas no te pertenece y que estás de paso”
La palmera hila fino, abanderando un criterio que no es azaroso: el saber hacer de Castro bebe de figuras como Jorge Drexler, María José Llergo y Guitarricadelafuente, aunque en su lista de reproducción de Spotify, la cual muestra orgullosa, también encontramos figuras como Lil Moliner y la omnipresente globalmente Karol G. En sus auriculares hay lugar para el folclore y para un perreo más lírico. Es normal, Castro no deja de ser una hija de su tiempo. “También me escucho a mí misma, como podrás ver”, reconoce riendo ruborizada al descubrir su tema abril y mayo entre sus últimas reproducciones. No cabe duda de que Valeria no tiene prejuicios cuando aprieta la tecla de play, acabando de un plumazo con el esnobismo que rodea a quienes orbitan el escenario mainstream. Aunque si hay un terreno que la atraviesa de forma inexorable a la hora de crear, es Latinoamérica. “¿Crees que allí el cantautor está más pulido que en España?, le planteo, a lo que replica de forma ágil, como si ya lo hubiera pensado en una infinidad de ocasiones anteriormente: “Creo que la canción de autor en Latinoamérica es más bonita que la de España. Quizás porque la nuestra está más ligada al pop y me tira más lo que se acerca a lo folclórico, que es de donde yo parto. Creo que Canarias podría ser un punto de unión entre ambos continentes”.
A pesar de ser tan joven, Valeria habla con una propiedad que ensimisma. Tiene mucho que ver que la composición y la música han formado parte de su vida desde que tiene uso de razón. ¿Su principal aprendizaje de la profesión a lo largo de estos años? “Sentirme compañera de otras mujeres en la industria y a evitar la rivalidad entre nosotras. Mi enseñanza ha sido sentir que todas luchamos por nuestro hueco, pero sin quitárselo a otra”, narra con una mueca algo más reflexiva. La exhaustiva y eterna comparación entre mujeres de la industria es algo que también le ha afectado a Valeria, que ve esta competencia algo completamente impuesto y difuso: “Yo veo a mis compañeras y veo sus inseguridades, y les digo ‘estoy aquí, te entiendo, ve al escenario y pétalo que luego voy yo”. La sororidad es otro de los ejes centrales del mensaje que pretende transmitir a través de su quejío. “Para mí, es importante formar una comunidad femenina en mi trabajo. Me he apoyado mucho en las mujeres de mi alrededor porque la crítica de mi profesión es algo que va mucho más ligado a nosotras. Se nos tiene más el ojo puesto encima y haberme dado cuenta de que esto no es algo que experimento yo sola, sino que lo vivimos en comunidad, me sirve mucho para sentirme acompañada. Escribo desde la sororidad, aunque ahora también hablo desde la rabia. Paso de la ternura a la rabia dando volantazos” y matiza: “Parece que solo se te escucha cuando hablas desde la rabia”. Para Castro, las historias más interesantes en la actualidad pasan por un filtro violeta. Relatos femeninos que por fin adquieren la relevancia que merecen y que, de forma inevitable, pueden verse tintados del famoso síndrome del impostor. Ella no duda y reconoce sufrirlo de forma crónica: “Saber que antes del 2000 el hueco en la industria musical era mucho menor para las mujeres te hace pensar que el lugar que ocupas no te pertenece y que estás de paso. Ese sentimiento te hace dudar de ti misma, pero por eso nos apoyamos entre nosotras, para darnos cuenta de que somos válidas. Tenemos historias geniales que contar, de hecho, a día de hoy, quienes más cosas interesantes que contar somos las mujeres porque hablamos de cosas que no se han verbalizado antes. Tenemos mucha valía, pero a veces la mente nos juega malas pasadas”.
“Para mí, la autenticidad es la sinceridad contigo mismo. No es tanto lo que muestras al mundo, sino de lo que tú te hayas convencido que vas a enseñar al mundo”
Nuestra charla toca a su fin y repaso con ella una de las frases que más me ha llamado la atención del álbum con cariño y con cuidado: “Pa cuidarse, pa quererse, pa ser fiel a lo que representes”, que perteneciente a la pista casi onírica lo que siento. Aprovecho esta estrofa para poner sobre la mesa el asunto de la autenticidad, uno de los bastiones más vejados en la era del ‘like’ y la fama virtual, ¿cómo detecta Valeria esta virtud que parece exigua fuera de las redes sociales? “Para mí, la autenticidad es la sinceridad contigo mismo. No es tanto lo que muestras al mundo, sino de lo que tú te hayas convencido que vas a enseñar al mundo. Ese acto de introspección en el que buscas quién eres, aunque no nunca sabemos quiénes somos a ciencia cierta. Respecto a cómo la veo en la gente, no lo sé porque soy alguien que intenta no juzgar. Intento ver siempre la ternura y la honestidad a todo el mundo”, razona de forma naíf antes de terminar de desnudarse: “Soy una persona un poco confiada, ¡aunque luego me lleve sorpresas!”.
Antes de que Castro se levante y siga con sus mil y uno preparativos de la gira, le abordo acerca del futuro, el cual se ve teñido de una inevitable nostalgia por La Palma. “¿Te ves toda la vida aquí, en Madrid?, pregunto: “De momento, sí, aunque llegará el momento en el que esta ciudad me canse demasiado, pero ahora es el punto de encuentro por mi trabajo. Sé que volveré a la isla”. Llegados a este punto y con la nostalgia en la punta de la lengua, no puedo evitar finiquitar nuestra cita parafraseándola: “Hay rumbo y navegantes, hay una isla bonita y hay que seguir pa’ lante que un hogar es quien lo habita”. Hoy, en la vorágine del asfalto capitalino, la voz de Valeria suena a casa habitada, mañana ya veremos.
Valeria Castro actuará junto a Silvana Estrada, ganadora del Grammy Latino, en la programación madrileña de ‘Noches del Botánico’ el próximo 16 de junio. Más adelante, llevará su gira por ciudades como Menorca, Huesca, Tenerife, Huesca o Málaga, entre otras, terminando el tour a finales de año en seis países de Latinoamérica. Puedes consultar todas las fechas y ciudades aquí.
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