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‘Si escribió tan buenas canciones en tan pocos años, qué habría pasado si no hubiésemos estado sin ella estos años’, declaró Víctor Manuel en un homenaje relativamente reciente a Cecilia, un pensamiento recurrente en torno a quien este miércoles hubiese cumplido 75 años de no ser por un fatal accidente.
Hija de un padre marino, diplomático y alto funcionario del Estado, gozó de una educación cosmopolita que le dio una perspectiva vital moderna en una España en blanco y negro, así como conocimiento de artistas extranjeros como Simon & Garfunkel, uno de cuyos temas le sirvieron para elegir su alias artístico (el cual coincidía casualmente con el de la santa patrona de los músicos).
Ya lo decía a menudo José Ramón Pardo, productor habitual de sus discos: ‘Ella venía de fuera y nos veía como bichos raros’.
Evangelina Sobredo Galanes (Madrid, 1948) era una estrella cuando perdió la vida en un accidente de coche un 2 de agosto de 1976, con 27 años, la misma edad maldita que se llevó por delante a otros genios de la música como Jimi Hendrix, Janis Joplin, Kurt Cobain o Amy Winehouse.
Para entonces, y pese a su corta carrera artística, se había convertido en una figura capital de la canción de autor española, primero porque la modernizó musicalmente desde una perspectiva anglosajona (cuando aquí dominaba más la canción francesa), y, segundo, porque anticipó temáticas tan contemporáneas como el feminismo o la ecología.
‘Pese a su candidez, tenía mucho carácter y muchas vulnerabilidades. No se planteaba ser una estrella de la música y lo fue a su pesar’, contaba José Madrid, autor de su primera biografía, ‘Equlibrista’, publicada en 2011, que revelaba por ejemplo que ‘tenía complejo de fea’, aunque en la memoria y gracias a los retratos de juventud que se conversan de ella se ha mantenido ajena a los rigores físicos del tiempo, apocada, reflexiva y carismática.
La agudeza y el clarividente trasfondo de sus canciones, que les ha permitido sobrevivir también a los años y radiografiar la sociedad actual pese a haber sido escritas hace ya medio siglo, se constata ante versos como los de ‘Mi querida España’, oficioso himno nacional para muchos, aún vigente por cuanto reflejaba su deseo de entendimiento entre los seres humanos.
‘Mi querida España / Esta España viva / Esta España muerta / De tu santa siesta / ahora te despiertan / versos de poetas / ¿Dónde están tus ojos? / ¿dónde están tus manos? / ¿dónde tu cabeza?’, escribió originalmente en el final de la dictadura franquista, aunque no pudo llegar a cantarlo así.
Una avanzada a su tiempo
Con ‘medias verdades’ y cambios sutiles esquivó a la censura, como cuando en ‘Dama, Dama’ arremetió contra el falso puritanismo a través de una mujer ‘de alta cuna y baja cama’ con problemas para cumplir el sexto mandamiento, el que prohíbe cometer ‘actos impuros’, y no el tercero, el que obliga a ‘santificar las fiestas’, como estuvo obligada a cantar entonces.
Solo muchos años más tarde llegaron a ver la luz las versiones originales de algunos de esos temas, como ‘Fauna’, uno de los primeros, en los que volvía a criticar de manera mordaz la hipocresía de la alta sociedad a través de unas cotorras que, en realidad, estaban ‘recién comulgadas’ y no ‘reconciliadas’.
Originalmente tres fueron los discos de estudio de éxito que llegó a grabar, amén de dos sencillos y un álbum recopilatorio titulado como la canción que la llevó a representar a España en el Festival de la OTI, ‘Amor de medianoche’ (1975).
En aquellos ‘Cecilia’ (1972), ‘Cecilia 2’ (1973) y ‘Un ramito de violetas’ (1975) abordó temas como la liberación femenina, el suicidio, la ecología o la Guerra Civil, cuestiones en muchos casos muy polémicas para una España sumida aún en el franquismo.
Miguel Bosé, Julio Iglesias o Amaral son algunos de los muchos artistas que a lo largo de los años han seguido cantando sus canciones, cortes que hoy algunas tararearán sin conocer su autoría, como ‘Nada de nada’, ‘Desde que tú te has ido’, ‘Nana del prisionero’ o ‘Fui’.
Como reflejan, fue una gran contadora de historias que la tocaban de cerca y construyó imágenes de gran poesía a través de un lenguaje cotidiano, como en ‘Un ramito de violetas’, en principio un relato breve que transformó en un poema cantado, o ‘Llora’, su personal visión del papel de la mujer entonces.
Mística sin religión, admiradora de Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Rafael Alberti, Valle-Inclán y los Beatles (a ellos les dedicó su primer sencillo, ‘Reuníos’), forjó un grupo de amigos que han seguido recordándola con los años, como la periodista y presentadora María Teresa Campos, el también músico Juan Pardo o el poeta Luis García Montero.
Sobre ella escribió el hoy director del Instituto Cervantes: ‘Era una huella última del existencialismo francés, pero pasada por la energía de la música norteamericana. Su muerte dejó a muchos de mis amigos sin hermana mayor‘. Y, cabría añadir, sin una de las voces más prolíficas y acertadas de la canción española.
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