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Pochutla.– La noche del 10 de marzo, Carlos y Guillermo disfrutaban de Zipolite, un destino de playa considerado como incluyente y que recibe con los brazos abiertos a todos. Lamentablemente ellos descubrirían que no siempre es así.
De nacionalidad mexicana y argentina, respectivamente, ambos hombres decidieron detenerse en un bar llamado La Isla, en donde pidieron unas cervezas. Ahí, a unos metros del mar, Carlos y Guillermo se dieron un beso en la boca, como lo hace cualquier pareja acostumbrada a no esconder su cariño. Lo que siguió fue una ataque de odio.
“Estando en La Isla, estábamos muy tranquilos, nos dimos un beso solamente y de la nada llega alguien que trabaja en el lugar, alguien local, y nos comienza a agredir, a decirnos que no podemos estar ahí”, cuentan.
Carlos y Guillermo recuerdan que intentaron dialogar con la persona, para explicarle que no estaban haciendo nada prohibido ni tenía nada de malo que dos hombres se besaran. La respuesta fue más violencia.
“Le suelta un golpe a Guillermo y le saca sangre arriba de la ceja. Le pedimos que se calme y dijo que no lo haría y nos pidió que nos largáramos porque no nos querían ahí (…) me empuja y me golpea ahora a mí y nos dijo que si queríamos, nos madreaba a todos”, narra Carlos.
Lo que vivieron ambos jóvenes no surgió de forma espontánea ni es un caso único. Por el contrario, integrantes de la asociación civil Zipolite Diverso, integrada por 35 prestadores de servicios turísticos abiertamente LGBTQI+ indican que los ataques de odio se comenzaron a presentar desde el año pasado. Y argumentan que nacen de una homofobia institucionalizada que emana de las propias autoridades y que es reproducida por algunos pobladores locales ante la inacción de la comunidad.
Según Thomas Flechel y Eliel Aquino, presidente y secretario de esta asociación que lleva tres años trabajando por visibilizar la diversidad sexual en este destino turístico que de boca a boca se ha ido posicionando como gayfriendly, la realidad es que han tenido que ir ganando espacios y luchando por que se respeten sus derechos humanos.
Lo anterior, explican, paso luego de que como resultado de la pandemia Zipolite se convirtió en un atractivo destino para hombres gay, provenientes principalmente del extranjero y en particular de ciudades cosmopolitas como Nueva York y San Francisco en Estados Unidos.
Conforme se fue haciendo más visible el turismo gay en Zipolite, ambos coincidieron en que era necesario actuar por la visibilidad y así comenzaron un trabajo tanto social como comercial que se ha encontrado con diversas trabas en estos años y que ha incluido conflictos con las autoridades locales y pobladores.
Sin embargo, para la asociación la problemática se desató cuando la agencia de Zipolite decidió instituir un reglamento en el que se prohibía a parejas de hombres tener relaciones sexuales en la “Playa del Amor”. El punto, explican, no fue el reglamento, sino que se hizo enfásis sólo en este sector, cuando dicha práctica es común también entre heterosexuales.
“Al poner eso en público se desató una ola de violencia, porque dio pie a cualquier homofóbico de decir: si la autoridad habla de esa manera, tengo todo el derecho de lanzar piedras a los gay”, narran. Eso fue exactamente lo que pasó, pues en la Semana Santa de 2022 un hombre gay residente en Zipolite fue apedreado y le dejaron una herida de ocho centímetros que requirió sutura. Pese a que se interpuso la denuncia, no hubo responsables.
“Fuimos a darle acompañamiento médico y a denunciar en la agencia municipal y con la fiscalía de Oaxaca y después la respuesta fue: en Zipolite hay represalias y no vamos a intervenir. La autoridad no quiso hacer las investigaciones”, dice Eniel.
A partir de esa primera agresión, la asociación ha contabilizado dos más, siempre en contra de hombres gays y en dos ocasiones en contra de parejas que se besaron. Una de las fue la que vivieron Carlos y Guillermo.
Es por eso que Zipolite Diverso no se ha cansado de impulsar distintos objetivos a favor de la comunidad LGBTIQ+, que incluyen jornadas de detección de Infecciones de Transmisión Sexual y VIH; dar talleres sobre educación sexual en escuelas y acompañamiento a las víctimas que han sufrido ataques de odio, y que muchas veces se niegan a denunciar por miedo.
De acuerdo con José Luis Castro, consejero Jurídico de Pochutla, el municipio ha tomado cartas en e asunto y actualmente Carlos está en un proceso de conciliación con el agresor. Rechaza que la homofobia este generalizada en la comunidad y asegura que se trata de un grupo.
Es en ese contexto que el próximo 20 de mayo, tras años de obstáculos, Zipolite vivirá su primer desfile del Orgullo, denominado como Calenda Diversa, para no tener conflictos con las comunidad por el usos de Pride.
“La homofobia no ha cambiado, sigue pasando, pero consideramos que sí hay una mayor aceptación de los locales a la comunidad gay”, finaliza con esperanza Thomas Flechel.
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